25.01.14

Gran noticia para los Cavernícolas

A las 12:00 PM, por Cavernicola
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Como bien saben los lectores de InfoCatólica, no pocas veces en estos años se han dado agresiones verbales o incluso físicas contra los Cavernícolas, tribu a la que pertenecemos la mayoría de los que colaboramos en este honesto medio de comunicación. No es cuestión de recordarlas y enumerarlas, porque se trata de un tema muy penoso. ¡Y muy vergonzoso para nuestros perseguidores! Qué cosas han dicho de nosotros y con qué maldades han tratado de obstruir nuestra vida y labor estos malignos malosos malevos.

La gota que desbordó el vaso ya casi lleno de nuestra paciencia fue la patada que un miembro de la Civilización, gritando «¡cavernícolas fuera!», le aplicó en el trasero a la niña Petrita, hija de Petra, precisamente por el hecho de pertenecer a la tribu de los Cavernícolas.

«Hasta aquí hemos llegado», dijo Paca Bezota, que ya sabemos cómo es, muy suave. «¡Ya está bien!», exclamó Apolonio Cromañónez, que es mucho más enérgico. «Hay que hacer algo», sentenció Arqueológico Brutote, acercándose más a la zona práctica del asunto.

Y ahí es cuando intervine yo, Primitivo Rupestre, el más culto de la tribu y el que más contactos tiene con personas de la Civilización –con algunas personas civilizadas buenas, se entiende, porque aunque muy pocas, una entre mil, alguna hay–. Apoyándome en un árbol, dije: «Exijamos justicia a través de un bufete de abogados». Media hora fue necesaria para explicarles a mis hermanos cavernícolas qué es eso de un «bufete de abogados», y que no es una cosa de comer ni nada semejante. Pero finalmente lo entendieron (algo al menos). Incluso les propuse en concreto acudir a la prestigiosa firma de juristas «Castell, Isell i Urpinell», CIU, como son más conocidos, donde trabaja como señora para la limpieza Ausencia Presente, que tiene una hija que conoce a Petrita, y que podría recomendarnos.

«Nos cobrarán un pastón y no conseguiremos nada», comentó Paca Bezota, que ya sabemos que es una mujer muy animosa. Sin perder yo el ánimo, me puse en contacto con la firma, es decir, con uno de los abogados de la firma, Don Macari Castell García, de rancio abolengo castellano. Originariamente era Macario Castillo García, pero adaptó su nombre a «la terra». Lo de García no logró apañarlo, y por eso se encarga de los temas menores del bufete. Dos semanas después me informaba él por carta:

«La Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y la Biodiversidad crea, en su artículo 53, un Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, que incluye especies, subespecies y poblaciones merecedoras de una atención y protección particular, en función de su valor científico, ecológico, cultural, por su singularidad, rareza o grado de amenaza, así como aquellas que figuren como protegidas en Directivas y convenios internacionales ratificados por España. Y al amparo de esa Ley podríamos intentar que ustedes, los Cavernícolas, fueran incluidos como especie propia en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, que establece el Catálogo Español de Especies Amenazadas. En su Introducción conlleva normas específicas suplementarias al régimen de protección general, principalmente dirigidas al cuidado de las especies en peligro de extinción o en situación vulnerable, a la limitación o prohibición de su recolección o captura en el medio silvestre, así como al transporte y comercialización, tanto de los individuos como de sus restos o partes».

«Antes de todo trámite de esta firma para conseguirlo, necesitaríamos que ustedes hicieran una petición al Organismo competente, debidamente escriturada en Notaría y avalada con firma y sello por las personas o instituciones interesadas en la causa, para que esta firma pudiera iniciarla».

Reunidos todos los cavernícolas, pasamos una tarde entera leyendo la carta línea por línea, palabra por palabra, letra por letra, tratando de entenderla. Vano intento. La mayor parte de los puntos quedaron sin entender. Concretamente no entendimos casi nada desde «La Ley 42/2007…» hasta «pudiera iniciarla». Se me ocurrió entonces que lo mejor sería ir al Notario, y ya con su ayuda se pudo por fin hacer el documento que nos pedía Don Macari, que fue firmado, escriturado y registrado notarialmente. Nosotros seguíamos sin entender apenas de qué iba la cosa, pero dijera el documento lo que dijera, nos fiamos del abogado y del notario, y echamos nuestras firmas al final del documento. Bueno, alguno tuvo que contentarse con hacer un garabato. Pero garantizadas por el notario, valen todas:

«Por Neolíticos con el Papa han firmado Apolonio Cromañónez, Arqueológico Brutote, Paca Bezota Creyente y Primitivo Rupestre. A su vez, por Tridentisaurios han prestado su firma Paca Bezota Creyente, Arqueológico Brutote, Primitivo Rupestre y Apolonio Cromañónez. Por parte de Cristianismo cavernario firmaron Arqueológico Brutote, Apolonio Cromañónez, Paca Bezota Creyente y Primitivo Rupestre. Y finalmente, por Evangelio y Caverna firmaron Primitivo Rupestre, Paca Bezota Creyente, Apolonio Cromañónez y Arqueológico Brutote».

Bueno, no quiero alargarme en la crónica de los trámites, que fueron muchos y muy difíciles y laboriosos, y voy directamente al final feliz del asunto. Por el Real Decreto 713/2015, de 21 de mayo, en un Anexo al documento que incluye en el citado Catálogo Español de Especies Amenazadas al pez sierra, al cerdo marino, al angelote y al tiburón toro, todos ellos de especies marinas, se incluye también la especie terrena de los cavernícolas infocatólicos, conocidos generalmente como «la Caverna».

Más a más. La prestigiosa firma de juristas «Castell, Isell i Urpinell», CIU, como son más conocidos, donde no sé si he dicho que trabaja como señora para la limpieza Ausencia Presente, que tiene una hija que conoce a Petrita, gestionó con éxito, por iniciativa propia, ante la Generalitat de Catalunya el establecimiento de un Campo de Vacaciones para Cavernícolas, en el que, debidamente protegidos, podremos vacacionar los cavernícolas con toda tranquilidad y un mínimo costo económico. En la imagen adjunta a esta crónica aparece Don Macari Castell García, a quien debemos especialmente este gran beneficio. Una oración por él y por su familia.

No doy el nombre del lugar para evitar el peligro de que algunos civilizados tolerantes lo arrasen. Sólo diré que los lugareños lo conocen cariñosamente como «El Gueto»… Para que vean qué chispa da el pedernal.

Primitivo Rupestre