27.01.14

Del Maciel "psicópata" y el cardenal Sandoval

A las 4:38 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América

Marcial Maciel fue un psicópata. De eso no tiene duda el cardenal Juan Sandoval Íñiguez. Una convicción que el arzobispo emérito de Guadalajara se formó desde hace tiempo. El tema viene a cuento porque en las últimas horas la prensa mexicana le ha dado especial realce a esa opinión que el purpurado repitió ayer domingo durante la presentación de nuestro libro “Credo” en la Ciudad de México.

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Escribo nuestro porque se trata de una entrevista. O -más bien- una serie de entrevistas realizadas entre el purpurado y quien estas líneas escribe algunas en Roma y otras en Guadalajara. Un ejercicio periodístico meditado que aporta claves sobre la vida de uno de los personajes más emblemáticos de la Iglesia mexicana en los últimos años. El texto fue presentado en el Salón de Cabildos de la Catedral Metropolitana, en presencia del arzobispo y también cardenal Norberto Rivera Carrera.

Ahora que los Legionarios de Cristo se encuentran en Capítulo General y debaten sobre su futuro, vale la pena traer a este espacio lo que dijo Sandoval Íñiguez en el libro sobre el tema de Maciel y la congregación. A manera de “probadita” consignamos abajo sus palabras, incluidas en el capítulo 8 titulado “El gran flagelo” en el cual aborda, sin cortapisas, el problema de los abusos sexuales contra menores en la Iglesia católica. Para saber más sobre “Credo. Retrato interior del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez” pueden entrar a la página especial en este blog (aquí). Se vende en las principales librerías de México y quien desea conseguirlo en Europa puede ordenarlo vía internet a la Librería Coletti de Roma (aquí). Si está por la “ciudad eterna” buscarlo físicamente en la sede, ubicada a unos pasos del Vaticano.

Los casos de sacerdotes infieles han abierto encendidos debates, por ejemplo sobre el celibato obligatorio para todos los sacerdotes católicos del rito latino. ¿Es posible que esa norma disciplinaria sea el origen de las patologías sexuales de los presbíteros?

No existe vinculación alguna. El celibato sacerdotal no es observado solamente por pederastas, sino por una enorme cantidad de hombres psicológicamente sanos que se comprometen con Dios y guardan el precepto. Además, si sólo los célibes faltaran en esta materia uno podría llegar a la conclusión que estas desviaciones estarían relacionadas con la condición de soltero, pero está comprobado que la mayor parte de los abusos contra menores se dan dentro de la familia, por los hermanos, tíos o papás. Muchas veces se trata de personas casadas y, sin embargo, cometen esos actos. Es ahí donde se pervierten los menores que, en el futuro, suelen cometer los mismos actos de los cuales fueron víctimas. La experiencia es que un adulto abusador muchas veces en su infancia sufrió ataques.

Un caso emblemático lo protagonizó el fundador de la congregación de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado. Un personaje surgido del corazón católico de México que se convirtió en una de las peores vergüenzas en la historia de la Iglesia. En su momento usted lo calificó como “un psicópata” con “una doble personalidad muy marcada”. ¿Cuándo alcanzó esa convicción?

Cuando salieron a la luz pública las cosas que muchos de sus seguidores y el pueblo en general no sabía, pensé que una doble o triple personalidad no se podía soportar por mucho tiempo, pero en este caso hablamos de casi medio siglo. Por los años cincuentas, siendo yo estudiante en Roma, supe de los primeros escándalos de Maciel por los que fue investigado y removido temporalmente como superior de los Legionarios. Se necesita ser un psicópata, alguien que carece estructuradamente de sentido moral, para llevar a cabo tales conductas y, al mismo tiempo, andarse exhibiendo con tanta serenidad, también diría desfachatez, en las comparecencias públicas de la Iglesia en los más altos niveles. Sólo una persona enferma es capaz de semejantes cosas. Si así es, el juicio de Dios le va a ser benigno. Ojalá peritos en padecimientos mentales estudiasen el caso y diesen una explicación de su enfermedad que remediase el gran daño hecho a la Iglesia.

¿Qué hacía tan intocable al fundador de la Legión?

Casi estoy seguro que algunos de los altos dirigentes de la Legión de Cristo supieron de las andanzas de su fundador, pero como ya lo habían promovido y encumbrado en un culto a la personalidad impresionante, no tuvieron el valor ni la honradez fundamental para denunciar los hechos. Creo que al poner a la Legión en un nuevo camino, los que hayan sabido y callaron deben ser apartados, para separar el trigo de la paja. Ser fundador de una gran obra en la Iglesia y que la Santa Sede no se diera cuenta a tiempo (de sus actos) impidió que lo llamaran a cuentas oportunamente.

Benedicto XVI ordenó una reforma profunda a las estructuras de la congregación. En un primer momento su nombre circuló como posible delegado pontificio para guiar tal renovación. ¿Qué requiere la orden para “sobrevivir” a una herencia tan negativa como la de Maciel?

Monseñor Ricardo Watty Urquidi, obispo de Tepic, y recientemente fallecido, fue uno de los cinco visitadores que por encargo de la Santa Sede realizaron la visita apostólica a las casas de la Legión. Al terminar la investigación este obispo le dijo a algún periodista que yo podría ser nombrado delegado pontificio, pero no fue algo serio. Además por mi edad, nacionalidad, competencia o incompetencia no era la persona adecuada para esa tarea.

¿Qué se requiere para poner en orden las cosas? Ante todo establecer claramente quién fue el fundador y cuáles fueron sus actos porque muchos, dentro y fuera de la Legión, lo siguen defendiendo y diciendo que todo lo dicho contra él son calumnias. Se requiere separar el trigo de la cizaña, quienes encubrieron o fueron sus cómplices, sean quienes fuesen, deben ser alejados de la congregación. Los que tengan conductas indebidas deben, por lo menos, ser alejados de cargos directivos dentro de la institución. Es necesaria una revisión de las Constituciones y del “modus vivendi” de sus miembros, para hacerlas coincidir con el Derecho Canónico en lo que se refiere a los religiosos y consagrados. Luego insertar a la Legión en la vida de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares donde tengan presencia, para que dejen de ser islas intocables y cuerpos extraños.

A las consagradas del Regnum Christi, que han llevado una vida de consagración con bastante fidelidad y el peso de muchos colegios con méritos notables en la educación, se les debe dar autonomía jurídica, como sucede en otras comunidades de consagradas. Hasta la fecha han dependido totalmente, incluso en el ámbito de la confesión, de los padres legionarios. Creo que esto se ha comenzado a realizar.

Una crítica recurrente contra Juan Pablo II está vinculada a la supuesta relación íntima que mantuvo con el fundador de la Legión. ¿Es posible que Marcial Maciel haya engañado incluso al líder máximo de la Iglesia católica?

En una entrevista radiofónica, en el verano de 2011, la periodista Carmen Aristegui me hizo esa pregunta y acusó a Juan Pablo II de complicidad. Le respondí que el pontífice era muy santo, pero no un adivino. Si hubiese sabido la verdad sobre la vida de Maciel seguramente habría tomado las medidas pertinentes. Es cierto, él entraba y salía del Vaticano con regularidad. Rectitud y valor no le faltaban al Papa, como cuando en Centroamérica reprendió a un sacerdote metido en política[1], por citar un ejemplo. En su proceso de beatificación ciertamente se estudió este punto y el postulador lo explicó debidamente[2].

¿Cómo puede la Iglesia sobrevivir a personajes tan escandalosos como Maciel o a crisis tan profundas como la generada por los sacerdotes pederastas?

La Iglesia es santa en su cabeza, Cristo, en el Espíritu Santo que la anima, en sus sacramentos, en su Evangelio y en algunos de sus miembros. Los demás somos pecadores. Si comenzamos por eso resulta claro. Cuando la gente pregunta: “¿Qué es la Iglesia?”, debemos responder: no es el Papa solamente, ni los obispos. Todos somos parte de ella, y entonces cabe otra pregunta: ¿todos y cada uno somos santos?, pues no. Así se aclara que la institución es santa y pecadora, pecadora por nosotros los miembros. ¿Es bueno que haya dentro de ella pecadores? Sí, porque de otra manera muchos de nosotros no cabríamos en ella. Cuando se pretende decir que la Iglesia es santa total y completamente, se comete un error muy grave, especialmente en los momentos de crisis o escándalo. Este pueblo de Dios que peregrina en el mundo peca y se purifica. La Iglesia sin mancha ni arruga, la esposa bella del cordero, es la Jerusalén celestial. Pero la de aquí está compuesta de pecadores, los hay y los habrá hasta el fin de los tiempos. Si la Iglesia perdura a pesar de los embates de fuera y los escándalos de adentro se debe a que es obra del Dios, Uno y Trino, para la salvación del hombre. Nosotros somos pecadores, lo dijo el mismo Cristo cuando advirtió que el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta el día de la cosecha. O sea, nos “aguanta” el Señor y qué bueno, si no estaríamos muchos fuera de la Iglesia. Es verdad, a lo largo de su historia la Iglesia ha sufrido grandes escándalos pero en otros tiempos se le daba menos publicidad. Muchos Papas del Renacimiento no fueron exactamente ejemplares, pero la institución siguió adelante. Los del “siglo de hierro”[3], por ejemplo, fueron muy poco virtuosos.


[1] Se refiere al ex sacerdote Ernesto Cardenal, a quien Juan Pablo II reprendió públicamente por ocupar el cargo de ministro de Cultura del gobierno sandinista en el aeropuerto de Managua, durante la visita apostólica a Nicaragua en 1983.

[2] “Confirmo que hemos investigado a fondo y ampliamente. Juan Pablo II desconocía la doble personalidad de Maciel”, afirmó el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato (Notimex, 15 de enero de 2011).

[3] Se conoce como el “siglo de hierro”, o “siglo oscuro” del pontificado, a un largo periodo de decadencia de la Sede Apostólica que se extendió entre los años 882 y 1046.