12.02.14

Unión Europea

Homofobia.

Esta palabra da para mucho. Es más, hay personas que se suben a sus espaldas para ganarse la vida.

Sirve, además, para atacar a quien no está de acuerdo con las posiciones que defienden sus acérrimos defensores.

Pero, por si esto no fuera, ya, suficiente, la cara dura de más de uno y la bajada de pantalones y de falta de más de otros y otras hasta consigue que lo que es el gusto sexual personal de unas personas se acabe imponiendo a la gran mayoría que no son de tal gusto sexual.

¿Es, esto, el mundo al revés o es un mundo de locos dominado por chiquilicuatres gays?

El caso es que una tal Ulrike Lunacek (aquí, de cuerpo presente), a la sazón eurodiputada austríaca perteneciente a lo más granado del Parlamento Europeo (Verdes et alii), ha conseguido no lo imposible, porque ya sabemos cómo está la cosa al respecto de lo políticamente correcto de de la cobardía de muchos, pero sí lo que es insoportable.

Hace unos días, la columna “democrática” que sostiene a la vieja Europa ha votado a favor de un denominado “Informe Lunacek”. Esto es como si se pone al lobo a cuidar a las ovejas.

Decimos esto porque que se propicie que una persona, conocida lesbiana perteneciente a la izquierda más radical, informe acerca de la llamada “Homofobia” es como para tirar cohetes y ver cómo suben y explotan.

Ahora bien que no sólo se permita que tal persona informe sino que, además, se aprueba tal informe, es como demasié, algo como para decir que hay más de uno en Europa que no está bien de su caletre, sesera o cabeza.

Pero eso es lo que, exactamente, ha pasado.

Dice la tal Ulrike que “La homofobia no se debe tolerar más en Europa más. Muchos de nosotros, lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales, hemos vivido durante mucho tiempo con miedo. Mi informe dice que la UE debe actuar ante esto, para que nosotros también podamos disfrutar de los derechos garantizados a todos en la UE”.

¡El mantra, ha repetido el mantra!

Como mantra o, como es lo mismo, como frase hecha, rehecha y requetehecha, puede pasar pero de ahí a que todos tengamos que comulgar con tales ruedas de molino, hay una diferencia grande y demasiado grande.

Además, si tenemos en cuenta que la tal Ulrike trató, en 2013, de que legitimara la pedofilia a través de una enmienda que buscaba la necesidad de “una educación sexual interactiva y libre de tabúes”, pues ya sabemos el informe de quién se ha aprobado en el Parlamento Europea…

Pero para que vean qué tipo de pensamiento desconcierta a esta individua, esto es lo que dijo en una entrevista que concedió al periódico West, en 2011, donde dijo que “Dar más derechos tiene un efecto sobre el comportamiento de la sociedad, porque si ‘la autoridad’, ‘el Estado’ acepta (iguales) derechos para las personas Lgbt, entonces los ciudadanos tenderán a estar de acuerdo con aquellos y cambiarán su actitud’”.

Es decir, que para aprendiz de censora (eso es quien quiere acallar las voces de los que no piensan como ella) basta con que una ley diga una cosa para que, automáticamente, el personal diga “sí señor” y “por supuesto que sí”.

Parece que no se da cuenta de que las actitudes no las cambian las leyes que son intrínsecamente perversas como las que propone esta eurodiputada, más preocupada, por lo que se ve, por defender sus propios gustos personas y, apoyándose en los grupos de presión gays, obligar a todo el mundo a secundarlos y, si eso es posible, a ponerlos en práctica.

Dicen, además, que el tal informe es “agenda de ruta de la UE contra la homofobia y la discriminación vinculada a la orientación sexual y a la identidad de género”.

Pero todos sabemos, más que bien, que lo que se trata es de la partitura de la ideología de género para que todos bailemos al son de sus depravados, desviadas y antinaturales vicios.

Podemos, y debemos (así nos lo dice nuestra Iglesia católica) respetar a las personas homosexuales pero de ahí a tener que soportar lo insoportable hay una distancia demasiado larga como para recorrerla sin taparse la nariz o los ojos.

Eleuterio Fernández Guzmán