13.02.14

 

Dos cosas que no me resisto a comentar, porque me duelen en el alma y me desgarran por dentro.

La primera es la aprobación en Bélgica de la eutanasia a menores sin más requisito que la petición del menor y el visto bueno de los padres.

No salgo de mi asombro. Un menor, por ley, no puede votar hasta los dieciocho años, tiene su responsabilidad penal muy limitada hasta los dieciséis, no puede contraer matrimonio hasta determinada edad, su emancipación antes de la mayoría de edad requiere un complejo procedimiento. Eso sí, puede decidir poner fin a su vida siempre y cuando un psiquiatra infantil declare su madurez y sentido común. Un psiquiatra infantil que seguro no es difícil de encontrar “bondadoso, complaciente y misericordioso” de esos que para sufrir mejor que se muera el niño.

Pues ya lo ven. Un menor, incapaz de gobernar sus bienes, casarse, emanciparse o tomarse unas copas libremente, parece ser que para decidir morirse tiene perfecta lucidez mental, supongo que acrecentada por esa libertad y serenidad de espíritu que dan el dolor, la angustia y el ver a tus padres y hermanos pendientes de ti. UNA BARBARIDAD Y DE LAS GORDAS.

¿Y qué me dicen del aborto? Esta es la segunda cuestión. Me está jorobando cada vez más ese buenismo que nos lleva, en aras de eso de no condenar y ser misericordioso, a tragar con el aborto y dejar entreabierta la puerta con la falacia de los buenos sentimientos, la tolerancia, la modernidad y posicionarse frente a los antediluvianos carcas que todo lo criminalizan.

Esta mañana leo en una entrevista al P. Ángel, el fundador de Mensajeros de la Paz para que no haya dudas, esta perla que no tiene desperdicio alguno: “Uno siempre tiene que estar en contra del aborto, no conozco a nadie a favor de matar una vida. Eso sí, hay que estudiar cada caso”. Esto, traducido, quiere decir que hombre, el aborto no está bien, pero hay casos y casos y no vamos a ser intolerantes, ya saben, flexibilidad… Esto se llama exactamente TOLERAR el aborto, porque aquí si uno acepta ya alguna posibilidad, deja abierta una puerta por la que cabe todo.

Yo pediría al P. Ángel y a todos los que piensan de esa manera, que me expliquen mejor esos supuestos, esos “casos y casos” que estudiar y que supondrían una excepción al mandamiento de no matarás. También les preguntaría si se han puesto en el pellejo del que va a nacer y más aún, quién les ha nombrado dioses para ejercer de administradores de la vida de los otros.

El ser humano no pinta nada, no es nada, no vale nada. Pinta tan poco que el ministro señor Gallardón decía hace unos días que no hay derechos absolutos. Ya saben, si no hay derechos absolutos, es que todos son de alguna manera relativos…

Parece que ni el derecho a la vida es absoluto. Ni ese… Pues atentos. Comencemos a preparar trincheras. Cualquier día nos dicen que los tratamientos médicos son caros y mejor nos muramos. No todos, claro, pero siempre habrá casos y casos y buen psiquiatra que certifique lo que nos convenga.

Al final como D. Camilo. Atrincherados en la torre y con la escopeta cargada, no sea que alguien nos considere que entramos en alguno de esos casos y casos.