14.02.14

 

Unas 2.500 parejas de la Iglesia de la Unificación fundada por el reverendo Sun Myung Moon se casaron el pasado 12 de febrero en Corea del Sur en una ceremonia colectiva, según informa AFP. La ceremonia tuvo lugar en la sede central de la secta en Gapyeong, al este de Seúl. Las parejas, todas vestidas igual -las mujeres de blanco y los hombres de negro- son en muchos casos de nacionalidades distintas y se acababan de conocer.

Moon murió en septiembre de 2012 a los 92 años por las complicaciones de una neumonía y su viuda, Hak Ja Han, de 71 años, presidió la ceremonia del miércoles. Las bodas masivas, que empezaron en los años 60 y fueron aumentando con los años, son frecuentes entre los miembros de la Iglesia de la Unificación, conocida vulgarmente como “secta Moon". En 1997 se casaron 30.000 parejas en Washington y dos años más tarde otras 21.000 se dieron en “sí” en el estadio olímpico de Seúl.

En su época, el propio Moon elegía personalmente a las parejas, muchas de países distintos y que no tenían una lengua común. Las parejas que deciden casarse por esta secta tienen que jurar que son vírgenes y después de la boda deben abstenerse de tener relaciones sexuales durante al menos 40 días.

Moon, que estuvo encarcelado en los Estados Unidos, fue una figura muy polémica y sus detractores le acusan de haber “lavado el cerebro” a los miembros de su movimiento, que consideran una secta. La doctrina de la Iglesia de la Unificación se basa en la Biblia, aunque Moon “aumentó” la revelación, ya que se veía a sí mismo como el encargado de completar la misión de Jesús en la Tierra. Así, escribió El Principio Divino, un libro sagrado que complementaría a la Biblia.

En IOL leemos algunos testimonios de participantes. El novio coreano Kim Jeong-Rae admitía que la comunicación con su novia filipina angloparlante era, al menos por el momento, bastante limitada. “Yo sólo puedo hablar inglés un poco”, dijo Kim. “Puedo entenderlo, pero no puedo hablar bien. La escucho y me expreso poco a poco”.

La italiana Carmen Ritizzi, al lado de su nuevo novio alemán, decía que sus amigos al volver a casa no se inmutaron por su decisión de casarse así. “Tengo que decir que ellos fueron realmente abiertos con respecto a esto”, dijo a AFP, para después añadir: “sí, quizás pensamos que la gente podía reaccionar diciendo: ‘Oh Dios, ¿por qué haces esto?’. Pero al final, la gente reacciona de forma realmente abierta y amigable”.