17.02.14

Rabino Goldschmidt, déjenos en paz de una vez

A las 12:10 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad

 

En 1492 España se unió a la lista de países que habían decidido expulsar de sus territorios a los judíos. Efectivamente, la medida fue precedida por otras similares en naciones como Inglaterra, Francia o Alemania, pero a diferencia de lo ocurrido en esas naciones, los Reyes Católicos no actuaron movidos por el ánimo de lucro y sí por cuestiones religiosas. Aparte del caso del niño supuestamente asesinado por judíos en una representación blasfema de la Pasión de Cristo -los historiadores dicen que fue un fraude-, lo que sí era cierto es que ciertos sectores del judaísmo en este país intentaban devolver a la fe talmúdica a algunos de los que se habían convertido previamente al catolicismo. Con esto no digo que estuviera justificada su expulsión. En mi opinión fue sumamente injusta y además una desgracia para España. Eso sí, en ningún otro país se dio una medida como la provisión de 18 de julio de 1492, propuesta por la Reina Isabel, que buscaba evitar y castigar los maltratos contra judíos que habían tenido lugar en algunas poblaciones. Desde luego, nada comparado con lo que un tal Martín Lutero, ex-monje agustino alemán, proponía en su obra “Acerca de los judíos y sus mentiras", de 1543:

“¿Qué podemos hacer nosotros, los cristianos, con esa gente rechazada y maldita, los judíos, a los que no podemos aguantar, porque se encuentran en medio de nosotros y sabemos mucho de sus mentiras, sus perversiones y sus maldiciones?…. Y no permiten que los convirtamos. Si deseamos salvar a alguno del fuego y de las cenizas tenemos que emplear una enorme amabilidad junto con la oración y el temor de Dios…

Voy a ofrecer una sincera sugerencia:

- Primero, prender fuego a las sinagogas y sepultar lo que no pueda quemarse, para que nadie pueda ver de las mismas ni piedra ni resto…;

- Segundo, hay que despojarles de sus casas y destruirlas, porque tal y como hemos averiguado, realizan en ellas los mismo actos que en las sinagogas, alojándolos después bajo alguna techumbre o en un establo de vacas, como si fueran gitanos, para que se enteren de que no son señores en nuestro país, como pretenden, sino que se encuentran en exilio y cautiverio…;

- Tercero, hay que quitarles los libros de oraciones y los libros del Talmud…;

- Cuarto, prohibir a los rabinos que enseñen, so pena de recibir castigos corporales y la muerte…;

- Quinto, prohibir totalmente a los judíos andar por los caminos…;

- Sexto, prohibir sus negocios usurarios y arrancarles todo el dinero y los objetos valiosos de oro y plata, dejándolos en depósito…;

- Séptimo, dar a los judíos y las judías jóvenes y sanos, mazos, azadas y husos para que se ganen el pan con el sudor de su frente… Sin duda, existen razones para temer que serían capaces de hacernos daños.. si fueran siervos nuestros o trabajaran para nosotros…

Seamos entonces tan sensatos como los pueblos de Francia, de España, de Bohemia… y expulsémoslos para siempre del país.”

Como ven ustedes, en algunas naciones europeas se proponían cosas peores que simplemente expulsarles. Por otra parte, no existe otra nación en el mundo que, a posteriori, haya tratado tan bien a los descendientes de los judíos expulsados siglos atrás. Tanto es así, que hoy un judío que viva en cualquier lugar del mundo, puede obtener la nacionalidad española si demuestra sus orígenes sefardíes.

Y sin embargo, el líder de los rabinos europeos, el Sr. Pinchas Goldschmidt, no ha tenido otra idea mejor que solicitar a España que pida perdón por lo que ocurrió hace 522 años:

Y creo también que el pueblo judío merece, finalmente, una disculpa. El Gobierno español no se ha disculpado ante los judíos a día de hoy, con el Rey Juan Carlos perdiendo una gran oportunidad durante su visita a una sinagoga en 1992

Va más allá y pide que antiguas sinagogas que se usan hoy como museos e iglesias puedan ser dedicados de nuevo al rezo judío, “para así corregir errores históricos“. O sea, más o menos lo mismo que solicitan los musulmanes respecto a la catedral de Córdoba.

Mire, sr. Goldschmidt, haga usted el favor de dejarnos en paz. Nosotros no tenemos la culpa de lo que ocurrió hace más de cinco siglos. Y si usted entra en el juego de responsabilizar a los españoles por lo que pasó hace 522 años, abre la puerta a que se responsabilice a su pueblo de lo que ocurrió hace casi dos mil años en las afueras de Jerusalén. O lo que ocurrió en Jamnia medio siglo después, cuando se expulsó sin miramientos a los judeocristianos de las sinagogas. ¿Cómo puede ser tan obtuso como para no entender que sus declaraciones provocan que muchos retomen aquello del pueblo deicida?

Además, si le parece, hablamos de expulsiones de pueblos de sus territorios ocurridas no hace siglos sino hace cincuenta años. Puede usted echar un vistazo a Palestina, a ver qué se encuentra ahí.

Usted, rabino, es un necio que hace un flaco favor a la causa del judaísmo en Europa y en el mundo. Desde luego, en España estas cosas sientan mal.

Hágase un favor a sí mismo y a su gente y lea el capítulo 18 del libro de Ezequiel. Y deje de pedir que los hijos -en este caso tataranietos- se hagan responsables de los pecados de sus padres. A menos, claro, que usted esté de acuerdo que hoy sigue vigente esto: “Y todo el pueblo contestó diciendo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt 27,25). Yo no creo que eso le afecte ya. Por eso no le solicito que pida perdón. Sí que le vuelvo a decir que nos deje en paz. Y si de paso, acepta a Jesucristo como Señor y Mesías, salvará su alma. Nada mejor puede pasar en su vida.

Luis Fernando Pérez Bustamante