21.02.14

 

Hay que decir las cosas claras para que todo el mundo sepa a qué atenerse. Nos quieren robar la Catedral de Córdoba, la cual es propiedad de la Iglesia Católica desde hace siglos. Cuando Fernando III el Santo arrebató la ciudad a los musulmanes, una de las primeras cosas que hizo fue retornar el culto cristiano a la antigua basílica visigótica de San Vicente, que los seguidores de Mahoma habían convertido en mezquita.

Efectivamente, el monarca dispuso que en la festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo del año 1236 el templo fuera dedicado a Santa María Madre de Dios y consagrado aquel mismo día por el Obispo de Osma, Mons Juan Dominguez, en ausencia del arzobispo de Toledo, Mons Rodrigo Jiménez de Rada, asistido por los Obispos de Cuenca, Baeza, Plasencia y Coria. Según las leyes del momento, el templo era propiedad del rey que conquistó la ciudad, pero finalmente se cedió su titularidad a la Iglesia. Desde ese momento, la Catedral ha sido siempre propiedad de la diócesis cordobesa. Lo que ha ocurrido recientemente es la inmatriculación del templo en el registro de bienes inmuebles. Como quiera que ese es un asunto que ha traído mucha polémica en toda España, les recomiendo este artículo donde se explica perfectamente en qué consisten ese tipo de inmatriculaciones.

Sin embargo, en Andalucía se dan dos circunstancias:

1- Presencia cada vez mayor de musulmanes. Y para ser más exactos, financiación por parte de países islámicos de todo tipo de grupos, algunos mediáticos, para lograr que la Catedral se convierta de nuevo en Mezquita, de forma que se pueda dar un culto religioso compartido.

2- Gobierno socialista en coalición con comunistas, lo cual es prácticamente lo mismo que decir gobierno anticlerical.

Es ese gobierno el que quiere ahora expropiar la Catedral, para que pase a ser de titularidad pública. Se pueden ustedes hacer una idea de en qué se convertiría ese templo cristiano si pasara a manos de un gobierno del PSOE o del PSOE-IU.

Según fuentes que considero muy bien informadas, en la capital andaluza aseguran que detrás de toda la reciente campaña de recogida de firmas para que la Catedral deje de ser propiedad de la Iglesia y pase a ser de titularidad pública, está ni más ni menos que Qatar, estado soberano árabe gobernado bajo un sistema de monarquía absoluta -de la familia Al Zani-.

Con un poder judicial politizado, cabe esperar cualquier barbaridad. En España la Iglesia sabe bien lo que es que el poder civil le robe lo que es suyo. La desamortización de Mendizábal es un ejemplo, pero no el único, de ello. Ahora pueden llamarlo expropiación, pero el resultado sería el mismo. Seguirá siendo un robo, en caso de producirse.

La cuestión empieza a ser tan peliaguda que es ya necesario que la Santa Sede vaya tomando cartas en el asunto. Mis fuentes me dicen que el actual Secretario de Estado, Mons. Parolin, que mañana será creado cardenal por el papa Francisco, conoce bien el conflicto, que ya viene de tiempos en que él estaba en una de las subsecretarías y Mons. Asenjo era obispo de Córdoba.

Tanto la Santa Sede como el resto de la Iglesia en España, por no decir en el mundo, ha de plantarse firmemente para que no nos roben una de nuestras catedrales. Y los fieles católicos han de concienciarse de la que se nos viene encima si perdemos esta batalla. Primero, los cordobeses, pero también el resto de los andaluces y de españoles.

Sería también altamente conveniente que se diera a conocer la labor social que se lleva a cabo desde el Cabildo catedralicio con el dinero que se obtiene de los ingresos por la explotación del conjunto monumental. Sabiendo como sabemos la manera en que nuestros gobernantes manejan el dinero público, no tengo la menor duda de que esa obra social se vería en peligro a medio-largo plazo si se produce la expropiación. Que la Iglesia sabe administrar mejor los euros para atender a los más necesitados, es algo que nadie puede poner en duda. De hecho, Cáritas es hoy una herramienta imprescindible para impedir que la crisis económica, de la cual son responsables los gobernantes, no derive en una catástrofe humanitaria de primer orden.

Puede que alguien piense que estamos ante una ofensiva más de la izquierda española contra el catolicismo. Pero el factor musulmán empeora, y mucho, el panorama. No caben cesiones ni componendas. Debemos defender lo que es nuestro.

Luis Fernando Pérez Bustamante