24.02.14

Orar por quien te destrozó la vida

A las 12:12 PM, por Jorge
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El evangelio de ayer domingo es uno de esos textos que se prestan a la casuística. ¿Aún lo recuerdan? Si hombre: “Sabéis que está mandado: ‘Ojo por ojo, diente por diente’. Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, al que te pide prestado, no lo rehúyas”.

Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo’. Yo en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian…”

La casuística, infinita. El cumplimiento literal, imposible.

Decía yo a mis feligreses en la homilía que una de las cosas que más me consultan en confesión es el tema de las enemistades y el odio a personas, y que es algo muy difícil de vencer.

Lo comprendo, les iba explicando. Porque cada uno de nosotros seguro que tiene en la cabeza imágenes de personas que le han hecho daño en su vida. Más aún, quizá personas que le han destrozado la vida. Quién sabe. Tal vez alguien que arruinó un matrimonio, que echó por tierra tu reputación. Tal vez una persona que truncó un brillante futuro profesional, te privó de recibir una herencia justa, o lleva años haciéndote la vida imposible con calumnias e insidias. Puede ser.

¿Y si a esa persona que te hizo mal lo que le ocurre es que es así porque jamás nadie rezó por ella? Si es así es una pobre persona… nadie le quiere hasta el punto de tenerla presente en su oración. Qué triste.

Me gusta que mis feligreses salgan de la misa dominical con alguna tarea, un compromiso, algo útil para la semana. Así que ayer la tarea fue rezar mucho por los enemigos durante esta semana recién estrenada. Ya. Ya sé que hay enemigos de esos tan malos que son malos “y con pintas”. Pues justo por esos hay que rezar más, estarán más necesitados. Pero claro, si rezamos solo por los amigos.. ¿Qué merito tenemos? Eso lo hace cualquiera. Nosotros por amigos y muy especialmente por los enemigos.

Es difícil, lo sé, proseguía en la predicación. Por eso hay que amarrarse a las armas de la gracias: la oración, los sacramentos, especialmente penitencia y eucaristía… Agarrarse a Dios.

La última petición de la oración de los fieles la proclamé yo mismo: “Por los que nos han hundido la vida, por los que nos hicieron mal, por aquellos que hoy están murmurando y conspirando contra nosotros, por nuestros calumniadores. ROGUEMOS AL SEÑOR. ¿Saben? La respuesta fue especialmente sonora…

Todavía al acabar la misa, en la despedida, me atreví a hacer una sugerencia: ahí tenemos la capilla de la adoración perpetua y los domingos a medio día suele haber problemas para ocupar las horas. Lo mismo era buen momento ahora para esa oración por los enemigos…

No había nadie de 14 a 15 h., así que cogí yo mismo el turno. Lo que son las cosas. Nos juntamos diez o doce rezando. Una persona se acerca y me dice: padre, váyase a comer, que ya me quedo yo. Mi respuesta: a ver si se cree que yo no tengo alguien atravesadillo por quien rezar… Otros rezarán por mí, seguro.

Cosas de un domingo cualquiera en una parroquia como tantas.