Entrevista al Cardenal Mauro Piacenza

Con motivo del curso avilista sobre la misericordia celebrado en Montilla la semana pasada el Cardenal Penitenciario Mayor de la Iglesia tuvo ocasión de visitar los lugares montillanos ligados a San Juan de Ávila. En un momento de ese recorrido atendió a la Delegación de Medios de la diócesis de Córdoba, y respondió a algunas preguntas. Publicamos un extracto de la entrevista que pueden ver íntegramente en www.diocesisdecordoba.tv

Iglesia en Córdoba.- Señor Cardenal, oyendo el nombre de su dicasterio –Penitenciaría Apostólica– cuesta entender su cometido ¿a qué se dedican en este organismo vaticano?

-Cardenal Mauro Piacenza.- La penitenciaría apostólica tiene la misión particular de servir a todo lo que tiene que ver con el foro interno. Todo lo que tiene que ver con la conciencia de la persona y que permanece circunscrito en el interior, en la relación directa entre Dios y la conciencia, la conciencia y Dios. Todo este ámbito es de alguna manera afrontado por la Penitenciaría Apostólica.

IeC.- ¿Y cómo se actúa en una cosa tan delicada como son los temas de conciencia?

Cardenal.- Es necesario intentar responder con rapidez a los problemas de la conciencia, por lo que, si es posible, se intenta responder en menos de veinticuatro horas. Se estudian los casos desde una perspectiva teológica, desde una perspectiva obviamente moral y desde la perspectiva jurídica, si eventualmente ha habido algún tipo de censura, etcétera. Después se da una solución, y de alguna manera muchas veces se acompaña a la persona también en las diversas etapas, dando una solución de misericordia, porque quien llama a aquella puerta se ha arrepentido.

IeC.- También se ocupan de las indulgencias…

Cardenal.- Después hay otra sección en la Penitenciaría que tiene que ver con las indulgencias, y también aquí estamos pescando en una caja fuerte, donde el tesoro es el de los méritos de nuestro Señor Jesucristo, de su Pasión y su Muerte, de toda la riqueza que está en torno a la Santísima Virgen María, de los santos, de los mártires, etcétera.

IeC.- ¿Cómo explica usted las indulgencias?

Cardenal.- La indulgencia borra aquella parte de pena, o aquella pena en su integridad que es originada por el pecado, también si ya ha sido perdonado. Porque hay una justicia que hablando en términos humanos no siempre comprendemos totalmente, porque nosotros estamos poco capacitados para ciertos misterios maravillosos de Dios. Por lo que a veces pensamos que la justicia se opone a la misericordia y la misericordia se opone a la justicia, pero en realidad en Dios todo es perfecto y por eso no podría haber en Dios una justicia que no fuera misericordiosa, y no podría haber una misericordia en Dios que no fuera también justa.

IeC.- ¿Cuáles son las razones para conceder un año jubilar cuando les llega la petición?

Cardenal.- Normalmente se responde siempre positivamente cuando se hace una petición de indulgencia porque lo que hay es una solicitud de misericordia que nosotros no podemos tener en el cajón. Somos los que custodiamos esto pero no somos los dueños.

IeC.- ¿Por qué un trienio jubilar en Montilla?

Cardenal.- En Montilla suceden cosas excepcionales, pero son cosas excepcionales porque tenemos un santo excepcional.

IeC.- ¿Cuáles son sus recuerdos del Cónclave?

Cardenal.- De aquellos días tengo un recuerdo terrible y maravilloso al mismo tiempo. Terrible porque se experimenta una responsabilidad realmente aplastante. Se siente temblar las venas y el pulso, sobre todo cuando se mira al juicio universal y se lleva una tarjeta y se mete allí… Y es bellísimo ver que el Señor separa las cosas, abre digamos los caramelos uno a uno, y en un momento precioso fija su mirada en una persona que presenta como providencial para ese momento histórico. Y en ese momento uno no puede hacer otra cosa más que arrodillarse.

IeC.- Y usted que trata al Santo Padre ¿cómo es el Papa Francisco?

Cardenal.- Lo fascinante de esta figura se produce sobre todo en que es plenamente él mismo. Este es uno de los elementos que aparecen rápidamente, este ser plenamente el mismo y traer la experiencia de su humanidad y la riqueza de su experiencia de pastor a la cátedra de Pedro, con toda la riqueza diría también emotiva. Es una persona muy espontánea, muy emotiva que siente las cosas, las percibe, las siente, las intuye y las precede y las acompaña. Creo que esto quizás sea el aspecto más característico. Y el deseo de responder a los signos de los tiempos, con una gran paciencia ejercitada para que todas las fuerzas de la Iglesia puedan salir de alguna manera y puedan actuar juntas para avanzar en el gran mosaico, como si fuera el ábside una iglesia paleocristiana donde todas las teselas se ponen juntas y en un cierto momento aparece Cristo en su trono.

 (Iglesia en Córdoba – Diócesis de Córdoba)