En esta mañana del 3 de marzo, los 83 obispos españoles que realizan la Visita Ad Limina se han encontrado con el Papa Francisco en la Ciudad de El Vaticano. El Santo Padre ha animado a los Pastores de la Iglesia que peregrina en España a no escatimar esfuerzos para abrir nuevos caminos al Evangelio.

En este encuentro el Santo Padre Francisco les entregó el texto del discurso que había preparado. Después de impartirles su bendición apostólica, les dijo: “¡Y les deseo que tengan una buena Asamblea! ¿Cuándo la empiezan, la semana que viene? ¡Que se diviertan!”

No olvidar vuestra historia

Con anterioridad, el Papa comenzaba esta mañana su discurso con unas palabras de esperanza, dirigidas a los obispos, en las que les ha invitado a mirar a las raíces de la propia historia: “Ahora que estáis sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis que hacer frente a una cultura mundana, que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ámbito público, conviene no olvidar vuestra historia. De ella aprendemos que la gracia divina nunca se extingue y que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual con generosidad (…)  No ahorréis esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio, que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano”.

Anuncio incesante y animación constante

“En esa búsqueda –ha destacado el Papa Francisco- es importante que el obispo no se sienta solo, ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios” y les ha invitado, con particular intensidad en el momento actual, a poner a las Iglesias particulares en “un verdadero estado de misión permanente, para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe, especialmente en los niños (…) La fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida que nos ofrece. Esto requiere anuncio incesante y animación constante, para que el creyente sea coherente con la condición de hijo de Dios que ha recibido en el bautismo. Despertar y avivar una fe sincera, favorece la preparación al matrimonio y el acompañamiento de las familias, cuya vocación es ser lugar nativo de convivencia en el amor, célula originaria de la sociedad, transmisora de vida e iglesia doméstica donde se fragua y se vive la fe. Una familia evangelizada es un valioso agente de evangelización, especialmente irradiando las maravillas que Dios ha obrado en ella. Además, al ser por su naturaleza ámbito de generosidad, promoverá el nacimiento de vocaciones al seguimiento del Señor en el sacerdocio o la vida consagrada”.

El Papa se ha referido expresamente al documento de la CEE “Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI” (Asamblea Plenaria, 26 de abril de 2012), para recordar a los obispos que la pastoral vocacional es un aspecto que deben “poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes”.

Reconocimiento a Cáritas

Y por último ha querido reconocer la tarea de la Iglesia en España en favor de los más necesitados: “Sé bien que, en estos últimos años, precisamente vuestra Caritas – y también otras obras benéficas de la Iglesia – han merecido gran reconocimiento, de creyentes y no creyentes. Me alegra mucho, y pido al Señor que esto sea motivo de acercamiento a la fuente de la caridad, a Cristo que «pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos» (Hch 10,38); y también a su Iglesia, que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más desfavorecidos. Os invito, pues, a manifestar aprecio y a mostraros cercanos a cuantos ponen sus talentos y sus manos al servicio del «programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús» (Benedicto XVI, Enc. Deus caritas est, 31b)”.

La Visita ad Limina de los Obispos españoles, que comenzó el pasado 24 de febrero, concluirá el próximo sábado 8 de marzo. Se visibiliza así la unidad y la comunión de los sucesores de los Apóstoles con el Sucesor de San Pedro y de las Iglesias locales con la Iglesia primada de Roma. Es una ocasión para la comunión eclesial, la colegialidad episcopal y la caridad fraterna entre los Pastores y el Papa.