5.03.14

Cruz de cenizas

A las 12:39 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe

Ceniza

Arrepentirse y creer, de verdad, que Dios es Padre y que envió a su Hijo para procurar nuestra salvación; saber que se dejó matar porque conocía que la voluntad del Todopoderoso era que perdonara, que mostrara misericordia con aquellos que lo estaban maltratando de una forma tan injusta…

Ceniza del arrepentimiento, ceniza como esencia del renacer de nuestro espíritu abatido por los malestares que nuestra debilidad nos procura por no dejar acallar, en nuestro corazón, las falsas promesas del mundo; ceniza que es principio porque abre la puerta a un nuevo ser, a un ser de corazón de carne y no de piedra, a unos ojos que miran con comprensión a quien no lo comprende.

Y así, cenizas que forman una cruz que es todo para un discípulo de Cristo y que nos motivan a levantarnos y a ser, después de haber caído tantas y tantas veces en las tentaciones del Maligno, hijos de Dios que saben que lo son y, por eso mismo, lo que eso significa. Cenizas, pues, salvadoras porque salvadores fueron los maderos que sostuvieron el santo cuerpo del Ungido.

Cenizas puras que purifican, como el fuego que las formó, las intenciones malsanas que crecen en nuestro corazón porque aunque escuchemos a Dios en su Palabra no siempre le damos crédito al tener los ojos y oídos velados por una capa tupida de mundanidad y carnalidad.

Triste es, para un hijo de Dios, que le tengan que recordar cada año que debe convertirse y creer en el Evangelio. Triste porque no es de recibo aceptar que así somos y, acto seguido, mirar para otro lado como si fuera imposible cambiar de forma de ser, de forma de pensar, de forma de llevar una vida verdaderamente cristiana.

Por eso, las cenizas que se nos impongan en este nuevo miércoles de conversión no han de ser como una rutina o una tradición en las que las consecuencias no estén presentes o, mejor, como un rito que nos introduce en un tiempo litúrgico llamado fuerte pero del que, como mucho, podamos tener como la repetición cíclica. En realidad, no hay nada de repetitivo en traer a nuestra vida la Pasión de nuestro Señor y el tiempo que le precedió, momento exacto y maravilloso para afirmar nuestra fe… ahora que todo vuelve a empezar porque Dios quiere que tengamos otra oportunidad porque es misericordioso con su semejanza.

Cruz de cenizas o cenizas que, en forma de cruz, nos recuerdan lo que nunca deberíamos olvidar y que no es otra cosa que Dios, que nos creó, no nos ha abandonado sino que está aquí, ahora mismo, entre nosotros. Lo está, además, hasta el fin de los tiempos que serán, justamente, cuando Cristo vuelva en su Parusía a juzgar a vivos y muertos. Entonces, sólo entonces, podremos dar cuenta de las cenizas que, al habérsenos impuesto, supusieron otras tantas oportunidades de volver a ser hijos que aman a su Padre.

Y Cristo, entonces, es posible que pueda gozar viendo que la semilla que sembró fructificó, al menos, en algunos de sus discípulos. Y todo, pues, habrá valido la pena.

Eleuterio Fernández Guzmán