8.03.14

Le teología "liberada" de Müller

A las 3:33 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Teología de la Liberación

Para completar el “rompecabezas” de lo último que está ocurriendo en torno a la Teología de la Liberación, aquí presentamos una entrevista con el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el neo cardenal Gerhard Ludwig Müller. Quizás se pudiese pensar que es demasiado lo escrito aquí sobre este tema en los últimos tiempos y quizás sea verdadero. Pero para comprender qué rol ocupa y qué opinión tiene cada quien en esta historia es necesario ofrecer una información completa. Así el lector puede juzgar por si mismo.

Müller y la Teología de la Liberación “normalizada”
Vatican Insider / 27 de febrero de 2014

“Pobre y para los pobres”. La palabras del Papa son también el título del más reciente libro de Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Un texto que parece ser el paso definitivo hacia una Teología de la Liberación “normalizada”. El volumen, que cuenta con el prólogo de Francisco, se presentó en un auditorio del Vaticano, a unos pasos de la Plaza de San Pedro, y con un relator sorpresa: Gustavo Gutiérrez.

Müller es el principal artífice de esta “normalización” a una corriente de pensamiento que todavía desata encendidos debates en América Latina. Él es, desde hace décadas, amigo personal de Gutiérrez, “padre” de esa teología. Tras la presentación del libro el flamante cardenal alemán explicó a los periodistas por qué la apoya sin dudar.

¿Por qué generó polémica en su momento la Teología de la Liberación?

Cuando se está desarrollando una teología existen circunstancias del contexto y se presentan preguntas que deben aclararse. La Teología de la Liberación comenzó con la “Gaudium et Spes”, que contiene una nueva definición de las relaciones entre la Iglesia y el mundo. La Teología de la Liberación era una gran aplicación de este documento de la Iglesia a la situación de América Latina.

¿Entonces cuál era el problema? ¿Por qué no funcionaba?

Sí, funcionaba. Las dos instrucciones (de la Congregación para la Doctrina de la Fe publicadas en los años 90) no rechazaron la Teología de la Liberación. Esa etapa de la historia estaba muy presente el comunismo soviético y existían tantas presiones de esa ideología. Cuando nosotros hablamos de los pobres lo hacemos de una manera muy distinta a los comunistas. No soñamos un paraíso terreno. Ellos reclamaron siempre a la Iglesia que el cristianismo habla sólo del cielo, pero nosotros no podemos decir que hablaremos sólo de la tierra. El hombre es un ser que vive en este mundo, pero tiene al mismo tiempo una vocación universal, eterna, divina. Debemos integrar la responsabilidad aquí por la sociedad, la justicia social, la paz, el sostener siempre la dignidad humana, con la visión trascendente.

Esta es la tarea de la Iglesia de hoy, de introducirse en la agenda de la sociedad moderna y, al mismo tiempo, decir que el fin último es Dios. Es malo cuando se olvida este último fin del hombre. No podemos argumentar contra la dignidad humana porque no sólo los ricos, los poderosos, no deben suprimir los pobres, explotar a los enfermos menos poderosos, sólo con la referencia a Dios podemos hablar de la igualdad, la equidad de los hombres.

¿Entonces la Teología de la Liberación está ya purificada de cualquier influencia negativa?

Purificada no, se ha aclarado. También en otras etapas de la historia de la Iglesia existían discusiones sobre los nuevos desafíos. Nosotros somos hombres, debemos discutir, encaramos el diálogo y a veces hasta peleamos de una manera fraterna. Pero no se pueden hacer guerras, uno contra el otro. Siempre debe ser una discusión seria, porque existen diversas perspectivas de un tema pero todos bebemos de la fuente de la doctrina de la Iglesia. La teología es necesaria para el desarrollo, para la actualización de la doctrina de la Iglesia que como tal es siempre la misma.

¿Su libro pretende ser un ejercicio definitivo de explicación, de “normalización”?

Si, los libros tienen también la tarea de superar algunos prejuicios o la falta de información. Muchos prejuicios vienen de una falta de comunicación, cuando la gente habla muy superficialmente o con palabras muy ligeras, prejuiciosas. Esto es necesario también para el estudio, el conocimiento y para buscar un buen juicio.

¿Cómo ha sido su relación con Gustavo Gutiérrez?

Cuando yo comencé como teólogo él ya había terminado. Ha sido una relación mutua, yo he aprendido mucho de él, hemos discutido mucho los puntos problemáticos de la Teología de la Liberación.

¿Los tiempos están maduros para la beatificación de Monseñor Romero?

La Congregación para las Causas de los Santos tiene la responsabilidad pero toca a nosotros dar el “nihil obstat” (visto bueno) porque nada en este obispo está en contra de la ortodoxia. Hemos leído, estudiado todos sus escritos, sus libros y homilías, estamos convencidos de manera unánime que no existe objeción alguna en la doctrina. Este es el juicio de nuestra congregación, el resto debe continuar en los Santos.