11.03.14

Popularidad de los papas, en el PEW Center

Va a resultar que los católicos son católicos, ¡qué cosas! Quizá porque gracias a Internet hay un acceso inmediato a las fuentes, la opinión publicada cada vez diverge más de la opinión pública, y tiene una influencia muy limitada a la hora de formar criterios.

Un año después de la elección del Papa Francisco, el índice de popularidad sigue siendo muy alto. Todo hay que decir que eso de la «popularidad» tampoco es que valga para mucho. Basta recordar el Domingo de Ramos (el primero).

Eso sí, el índice de popularidad del Papa Francisco es tan alto como el de Benedicto XVI y en la línea del Beato Juan Pablo II. ¿Sorprendido? Si lo estás tienes un problema, elige mejor tus lecturas en el futuro.

Sandro Magister lo ilustra con las encuestas del Pew Research Center que tiene accesible un largo historial de resultados.

De este modo, en marzo de 2013 la popularidad del Papa entre los católicos estadounidenses es del 84% (favorables o muy favorables), la misma que Benedicto XVI en 2008 y algo menor, pero por el estilo, que la de Juan Pablo II al final de su pontificado. Cierto que costó librarse de la caspa con la que los medios habían ensuciado la imagen de Benedicto XVI, pero cuando hubo «acceso directo» aquello se regularizó.

Decir que los tres son iguales es una imbecilidad. Decir que a cada persona los tres «le tienen que caer» igual, otra. Cada persona es más sensible o afín a unos aspectos o modos. Pero pertenece a la misma categoría de la sinrazón no entender dónde y en qué reside el cariño y la aceptación del Papa por parte de los católicos. No se me ocurría ningún ejemplo con el que comparar estas encuestas, quizá los resultados serían similares si fuese sobre la «popularidad» de los padres y las madres.

Esta realidad trae de cabeza a los vaticanólogos y demás ralea, que con sus pobres esquemas no se explican cómo una supuesta, y profusamente vendida, «relajación moral o doctrinal» no da «sus frutos».

Las fechas de las altas valoraciones de Juan Pablo II están cinceladas, como señala Magister, con la publicación de

  • la «Veritates Splendor» (1993), sobre controvertidos temas morales y el relativismo
  • la «Ordinatio Sacerdotalis» (1994), que zanja de una vez para siempre el tema de la ordenación de mujeres, o la
  • la «Evangelium Vitae» (1995), con terribles páginas contra el aborto y la eutanasia

Benedicto XVI aumenta su «popularidad» en 2008, recién publicada la «Dignitatis personae», año después el Motu proprio «Summorum Pontificum».

No quiero ni pensar lo que habrían sido los años previos a la publicación de la encíclica «Humanae Vitae» por Pablo VI si hubiese habido internet. Un juego de niños al lado del tan traído Sínodo sobre las familias. O el Concilio paralelo que se desarrolló en los medios de comunicación.

Todos aquellos que esperan la justificación de una triste vida, y que por lo general pueblan las secciones de religión de los medios de comunicación, sufrirán la misma la misma decepción que entonces.

Sin embargo sí tengo que reconocer un aspecto diferencial de este Papa y que hay que aprovechar mientras dure. Y es que personas que durante tanto tiempo han odiado a Juan Pablo II y Benedicto XVI, tanto que imprime carácter, tienen la posibilidad de volver a la Iglesia. Y eso es una buena noticia. Por mi parte no voy a afearles lo más mínimo, a buen seguro que los predecesores del Papa Francisco estarían (y estará) encantados.