www.agenciasic.com- Ofrecemos la segunda parte de la entrevista que Mons. Ricardo Blázquez ha concedido a Agencia SIC. La labor de la Conferencia Episcopal Española, la relación entre la Comisión episcopal para la Doctrina de la Fe y el entonces Cardenal Ratzinger o sus impresiones sobre el Papa Francisco centran esta entrevista al Arzobispo de Valladolid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.

P- Usted ha desempeñado labores diversas en la Conferencia Episcopal Española desde hace muchos años: en la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, en la Comisión de Liturgia y Ecumenismo, luego como Presidente de la Conferencia y actualmente es vicepresidente de ella ¿Cómo definiría el trabajo de las Conferencias Episcopales? ¿Qué suponen en el contexto actual de la Iglesia?

La creación de las Conferencias Episcopales fue, sin duda, un acierto importantedel Concilio Vaticano II. Creo que es muy importante y revelador que el Concilio Vaticano II  en el decreto Christus dominus sobre el ministerio de los Obispos mandara que se erigieran las conferencias episcopales. Pensemos qué sería nuestra labor actual, con la complejidad de los problemas a los que nos enfrentamos, sin el refuerzo enorme de la Conferencia Episcopal.

Todos recibimos de ella una gran ayuda, y en este punto, teniendo en cuenta los decenios que ya nos separan del nacimiento de la Conferencia Episcopal Española, es un motivo de agradecimiento para los obispos españoles.

P- ¿Qué recuerda de sus años como miembro y Presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe?

Fui miembro de esta comisión desde 1988. En 1993 sucedí como presidente a Mons. Antonio Palenzuela Velázquez, un cargo en el que estuve tres trienios. Durante este tiempo, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe era el cardenal Ratzinger.

De estos años puedo decir que quedé muy contento con el trabajo realizado. De manera constante, leal y también dialogante, se prepararon documentos importantes para la vida de la Iglesia en España. Especialmente notables fueron un documento sobre Dios que fue votado por unanimidad absoluta,  otro sobre la esperanza en la vida eterna, otro sobre la memoria creyente del siglo XX…

La relación con la Congregación para la Doctrina de la Fe era muy buena. Sólo tengo motivos de gratitud hacia la relación con el entonces cardenal Ratzinger. Quería que las tareas se tomaran en serio y lo transmitía a sus colaboradores. Asimismo siempre preguntaba antes de decidir: “¿pueden ustedes hacer esto? ¿Desean mejor que lo estudiemos en Roma?…” Es una persona con una sencillez admirable en su trato personal y al mismo tiempo con una capacidad de ver la profundidad de los temas y  de las situaciones actuales.

P- Usted conoció también, durante estos decenios, al entonces cardenal Bergoglio,  ¿Cómo describiría al nuevo Papa?

Tuve la ocasión de estar prolongadamente con el entonces Cardenal Bergoglio en dos ocasiones:

La primera ocasión fue con motivo de los Ejercicios Espirituales para los Obispos de la Conferencia Episcopal Española, en enero de 2006, que predicó el entonces Arzobispo de Buenos Aires.

La impresión que tuve, y que luego muchos de los presentes pudimos comentar, fue de unos ejercicios fundados profundamente en San Ignacio de Loyola; impartidos por un jesuita con gran experiencia y con gran experiencia también en la pastoral episcopal. Durante aquellas jornadas nos ayudó mucho a rezar, a revisar nuestra vida pastoral, hacer un alto en el camino para comenzar con brío  la nueva etapa. Mons. Bergoglio nos distribuyó además los folios, más de 70, con los temas que había ido desarrollando, por lo que, cuando fue elegido Papa, acudí de nuevo a esas notas que han sido publicadas ahora, en forma de libro, con su permiso.

Otra ocasión en la que pude conocer al Cardenal Bergoglio fue con motivo de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que tuvo lugar en Aparecida en mayo de 2007. En esa fecha yo era Presidente de la Conferencia Episcopal Española y, por derecho, participan los presidentes de las Conferencias Episcopales de Portugal y España (hace unos años también se unieron los del Estados unidos y Canadá).

Jorge Bergoglio fue elegido pronto presidente de la comisión para la redacción de los documentos de la Conferencia. Percibí que había sido elegido con el reconocimiento de su autoridad moral, ya que era una encomienda delicada. Asimismo, a lo largo de las diferentes sesiones de trabajo me llamo la atención cómo las sugerencias de mejora de los “modos” que los participantes iban presentando eran estudiadas atentamente por la Comisión que él presidía  los estudiaba y daban cuenta de cómo se habían desarrollado estos modos y su pertinencia o no.

Esta seriedad por las aportaciones y la firme y clara dirección de la comisión dieron lugar a que, prácticamente al terminar los trabajos de la Conferencia, los documentos estuviesen listos para ser aprobados. Fue una experiencia interesante.

Una vez elegido Papa, lo que está haciendo me confirma en esas impresiones que ya tenía de él previamente: su  libertad de espíritu, su amor a la verdad cristiana,  y el acento que pone en la trasmisión del Evangelio a través del amor a los débiles.

Asimismo, es importante destacar la valentía con la que está afrontando  retos que la Iglesia ya había manifestado antes del cónclave. Es expeditivo: afronta lo problemas con una enorme decisión; una vez que en la oración y con el asesoramiento de muchas personas, ve qué es necesario realizar lo ejecuta.

El Papa es un don para la Iglesia y para la humanidad, también los no creyentes. Nosotros hemos de  ayudarle y pedir en nuestra oración por él. Necesitamos su ministerio y su trabajo.

(Mª José Atienza/ Agencia SIC)