El tercer viaje apostólico del Papa Francisco será a Corea del Sur del 14 al 18 de agosto. Las fechas de esta visita fueron hechas oficiales el lunes por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. La ocasión, precisa la nota, la da la VI Jornada de la Juventud Asiática, que se desarrollará en la diócesis de Daejeon. Pero, según precisó el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, p. Federico Lombardi, el Papa también presidirá la ceremonia de Beatificación de un grupo de mártires coreanos.

“Corea, levántate, revístete de luz, la gloria del Señor brilla sobre ti” (Is, 60,1): con esta cita del profeta Isaías los obispos de Corea del Sur acogen con alegría el anuncio de la visita del Papa Francisco a Corea. Francisco visitará la península del 14 al 18 de agosto de 2014 participando al Asian Youth Day (Jornada mundial de la juventud asiática) en Daejeon y celebrando la beatificación de 124 mártires coreanos.

“La visita del Papa es algo muy deseado por muchas iglesias de Asia”, afirman los obispos en un mensaje firmado por el presidente del episcopado, monseñor Peter Kang Woo Sun. “Esta visita del Papa es una visita a todo el continente asiático. Será una exhortación a “buscar la paz en la península coreana” y un “estímulo para los jóvenes asiáticos y para sus aspiraciones más profundas”. Los obispos esperan que “todo el mundo pueda orar por este evento”, en particular sosteniendo a la Iglesia de todo el continente asiático, para que puede ser capaz “de proclamar la Buena Nueva de la paz del Señor y brillar a la luz de Cristo, que es la piedra angular”.

En particular, la llegada del Papa Francisco hará resonar un llamamiento especial de fe a los jóvenes, nota el texto, retomando el versículo de Isaías: “jóvenes, asiáticos, alzaos, brillad con la gloria de los mártires”. Y de hecho este es el núcleo central del Asian Youth Day.

“Todos los jóvenes que estarán presentes en Corea del Sur – y se espera que el número de presentes en la Jornada aumentaran de manera significativa – serán invitados a seguir el ejemplo de los mártires y a consagrar de lleno sus vidas al Señor”.

La presencia de Francisco en Corea, en Asia, concluyen los prelados, “es un gran signo de esperanza, alegría y paz”, y nos invita a todos “a la solidaridad y al amor al prójimo”

En la presentación del viaje, el P. Lombardi destacó que “Se debe ir a Asia. Porque el Papa Benedicto no tuvo tiempo para viajar a Asia y es importante”. Es el 28 de julio del año pasado, la Jornada Mundial de la Juventud brasileña había apenas concluido mientras el avión en el que conversa amablemente con los periodistas está dejando el continente americano para traerlo de regreso al europeo, cuando el Papa Francisco dirige la mirada aún más hacia oriente. En sus palabras ante los periodistas hay el impulso personal de un pastor acostumbrado a considerar centro de su misión todas las periferias, pero también la fuerza de una “visión”, aquella que hace 15 años, en víspera del Jubileo, Juan Pablo II afirmaba claramente en la Exhortación Apostólica Ecclesia in Asia: “Como en el primer milenio la Cruz fue plantada sobre el suelo europeo, en el segundo milenio sobre aquel americano y africano, en el tercer milenio se podrá esperar recoger una gran cosecha de fe en este continente tan vasto y vivo.” Francisco se prepara a seguir las huellas de Juan Pablo II 25 años después, teniendo en el corazón un claro deseo, expresado el 13 de enero pasado en la audiencia al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede:
“Con ocasión del 50 aniversario de las relaciones diplomáticas con la República de Corea, imploro a Dios el don de la reconciliación en la península, con el auspicio que, por el bien de todo el pueblo coreano, las Partes interesadas no cesen de buscar puntos de encuentro y posibles soluciones. Asia, de hecho, tiene una larga historia de pacífica convivencia entre sus diversos componentes civiles, étnicos y religiosos”.

Un viaje por lo tanto para llevar un mensaje de paz en una tierra que vive en medio de una guerra fría desde hace 50 años y para abrazar a los jóvenes protagonistas de aquella que puede ser considerada una especie de “JMJ” asiática. Pero en el corazón del Papa está y estará sobre todo el destino de la pequeña Iglesia local, minoría que la crónicas muestran viva y emprendedora y que, como todas las Iglesias de misión, se apoya sobre las espaldas de los gigantes que la han fundado pagando con su sangre. Este particular reconocimiento llegará precisamente del Obispo de Roma que, en el curso de la visita, elevará al honor de los altares al Siervo de Dios Pablo Yun Ji-chung, laico, y a 123 compañeros, asesinados por odio a la fe entre 1791 y 1888.

(Fides/RV)