Las gentes del mar están de luto nuevamente a causa del trágico naufragio del pesquero “Santa Ana”, ocurrido en días pasados, ante el cabo Peñas en Asturias. El Apostolado del Mar llora con las familias de las dos personas desaparecidas y las seis fallecidas, algunas de ellas emigrantes, muertas lejos de sus patrias, al hundirse el pesquero de Muros, y encomienda sus vidas al Señor a través de la Virgen María, Estrella de los Mares.

Nuevamente como en otras ocasiones similares y todavía con el corazón encogido y estremecido por esta nueva tragedia, queremos hacer llegar la solidaridad y la oración de la Iglesia, recordando la inseguridad en la que viven día a día los hombres y las mujeres del mar. Es fácil hermanarse en momentos tan crueles, pero hay otras muchas situaciones difíciles en la vida diaria de la gentes del mar que no son noticia, y en las que hay que estar también cerca y hermanados hacia ellos. Con una sensibilidad permanente ante la dureza de su trabajo, su dolor y las dificultades de todo tipo con las que se encuentran. Por eso es necesario volver a repetir una llamada de atención a todas las instituciones implicadas para que procuren siempre unas condiciones de trabajo justas que faciliten una vida digna y protegida.

Pedimos también el apoyo y las especiales ayudas sociales que se puedan ofrecer en estas circunstancias.

Una vez más quisiéramos que toda la sociedad sea consciente de la dureza del trabajo de los hombres del mar, con jornadas largas y en condiciones a veces difíciles de imaginar, siempre con la incertidumbre del tiempo, siempre con la angustia de “los golpes traicioneros del mar”.

Las gentes del mar recordaban en la reciente Asamblea del Apostolado del Mar en Huelva que “no podemos olvidar a los pescadores, quienes a menudo son llamados ‘los marineros olvidados’. Las larguísimas horas de trabajo, el esfuerzo y los peligros del mar hacen que su vida sea arriesgada y problemática”. Los complejos efectos de la globalización a veces les ocasionan una mayor vulnerabilidad por lo que queremos no bajar la guardia para hacer más atenta la solicitud de la Iglesia.

Dirigiéndonos especialmente a las familias de los fallecidos y desaparecidos, y a todos a los que les afecta esta tragedia pedimos, desde el dolor inmenso, que Nuestra Señora la Virgen del Carmen, Stella Maris, alumbre siempre su esperanza.

+ Mons. Luis Quinteiro Fiuza , obispo de Tuy-Vigo

Obispo Promotor del Apostolado del Mar