27.03.14

“Llevan un fraile... ¡Que muera! ¡Que lo maten!”


Cuatro mártires de la guerra civil nacieron un 27 de marzo: un marista burgalés, un capuchino sevillano, un franciscano de Valencia y un agustino cubano (el primer beato de esa isla).

Braulio Álvarez Palacín (hermano Camerino), marista de 36 años, nació en Villamedianilla (Burgos), fue asesinado en Madrid el 24 de julio de 1936 y beatificado en 2013 (ver artículo del 24 de marzo).

Linchado al llevarlo al hospital

Gerónimo Limón Márquez (Luis de Valencina), sacerdote capuchino de 51 años, oriundo de Valencina de la Concepción (Sevilla), fue asesinado en Antequera (Málaga) el 3 de agosto de 1936 y beatificado en 2013. fue el primero de los seis sacerdotes capuchinos -congregación en la que había hecho profesión solemne en 1905, siendo ordenado en 1908- asesinados en Antequera, donde era director del “Seminario Seráfico”. Con el resto de religiosos, llevaba cercado en su convento desde el 20 de julio. Al ser este asaltado el 3 de agosto, intentó evadirse del convento por una ventana, lesionándose el pie derecho al caer a tierra. Por este motivo fue transportado en una camilla a la Cruz Roja, pero, al salir a la calle, la gente rodeó la camilla gritando: “Llevan un fraile… ¡Que muera! ¡Que muera!… ¡Que lo maten!”. Entre burlas e improperios llegó a la puerta del Centro Sanitario. Arrojado al suelo sólo pudo pronunciar estas palabras: “¡En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu!”, siendo asesinado a balazos en el llamado Callejón de los Avisos, al final de la Carrera de Urbina, en un lugar donde se venera en una hornacina, un cuadro de la Virgen del Carmen. Según la documentación de esta localidad en la Causa General (legajo 1059, expediente 3), el mismo día el sacerdote Miguel Palmero Vallejo, de 50 años, fue “sacado de su domicilio y asesinado por la turba en la calle por disparos de escopeta”.

Dios fue por el mismo camino y sin culpa propia

Juan Bautista Mollar Ventura (fray Salvador), franciscano de 40 años, natural de Manises y sacristán del colegio de Benissa,fue asesinado el 27 de octubre de 1936 en Paterna (Valencia) y beatificado en 2001. Encarcelado el 13 de octubre cuando se encontraba en casa de una hermana suya en Manises. Es por ahora el único beato martirizado un 27 de octubre, de modo que debería quedar su biografía para tal fecha, pero como esta serie de mártires de cada día la comencé precisamente el 28 de octubre, aquí va la historia:

Profesó como franciscano en 1922, con 25 años. Su madre afirmaba estar “contenta de que siga su vocación, pues él será como una lámpara encendida que arderá siempre ante el Sagrario”. Vivió entre los conventos de Santo Espíritu y Benissa, con un intermedio (1930-33) en San Francisco el Grande de Madrid. Se refugió 15 días en una casa de campo en Benissa, y luego en casa de su hermana Consuelo en Manises, presintiendo su martirio, para el que se preparaba en la plena aceptación de la voluntad de Dios. El 13 de octubre se presentaron unos milicianos a hacer un registro. Luego dijeron a fray Salvador: “Ahora usted se viene con nosotros, que le tenemos que hacer una pregunta”. Lo encerraron en el convento de madres carmelitas de Manises, en el confesonario de las monjas, tan pequeño que no podía acostarse. Ahí estuvo hasta el día 27, permitiendo a sus familiares llevarle agua y comida, pero no hablarle. Él consiguió pasarles este mensaje, escondido en un pedazo de pan: “Queridas hermanas, cuñadas y sobrinas: Yo estoy bien y muy conformado en la voluntad de Dios. Espero me diréis como lo pasáis por esa. No padezcáis por mí, pero orad mucho por mí, pues necesito mucho de vuestras oraciones. Queridos míos: Os pido perdón de todas las ofensas y malos ejemplos que os haya dado; yo también perdono de todo corazón a todos mis enemigos, pues quiero que Dios me perdone de todos mis pecados. Encargo mucho a Auxiliadora, a Consuelín y Salvador que sean muy honestos y piadosos. Queridas mías: Pueda ser que dentro de pocos días me encuentre en la eternidad; acordaos de mí como me acordaré de vosotras y no temamos que Dios fue por el mismo camino y sin culpa propia”. Cuando el día 28 su sobrina María Auxiliadora fue a llevarle la comida, le dijeron: “el pájaro ya ha volado”. Lo fusilaron en el Picadero de Paterna.

El primer beato cubano
José López Piteira, diácono y alumno de teología agustino de 23 años, natural de Arroyo Blanco (Jatibonico, Camagüey, Cuba), fue asesinado en Paracuellos el 30 de noviembre de 1936 y beatificado en 2007.

Cinefórum HOY 27 de marzo con la película Un Dios prohibido.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico“.