29.03.14

 

Ahora que internet nos abre una inmensa fuente de información sin más que tocar el ratón del ordenador, me está resultando entretenidísimo observar las diferentes interpretaciones que se hacen de cada uno de los gestos del santo padre. Porque estoy llegando a una conclusión: que desde el inicio del pontificado de Francisco cada cual tenía ya su idea de lo que iba a ser este papa hiciera lo que hiciera. Por tanto los gestos no son definitorios de su actitud, sino interpretados de manera diferente desde los prejuicios de cada uno.

El último ayer, el de acercarse públicamente al confesionario. Para cualquier progre al uso, volver al confesionario, la estola, el penitente de rodillas es regresar a lo más rancio, tétrico y oscurantista de la vida de la Iglesia. De hecho acudan a cualquier parroquia progre: observarán la no existencia de confesionarios, y en caso de que los haya posiblemente estarán convertidos en escoberos. Pero ¡ay amigo! se ha confesado Francisco en un confesionario de toda la vida. ¿Eso es señal de un papa tradicional, carca, involucionista? Nooooooooooooooo. Todo lo contrario: eso es que el papa en señal de humildad quiere bajarse de su pedestal y mostrarse pecador ante todos. Lo mismo nos llevamos una sorpresa y resulta que siguiendo su ejemplo desde hoy mismo las parroquias más progresistas van a empezar a desempolvar los confesionarios. Vana pretensión.

Ahora bien, lo que es de verdad interesante es ver cómo la gente, de un gesto como el de ayer, es capaz de sacar tantísimas conclusiones. Otra, por ejemplo, y en dirección contraria. Ahora de un sector que vamos a llamar conservador y que con este papa anda pelín desconcertado por no decir harto. Se supone que tendría que estar satisfecho de ese espaldarazo que su santidad acaba de dar al sacramento de la reconciliación: el papa confesando ¡y confesándose! Ahí es nada. Pero el ser humano escudriña no los corazones, que eso lo hace el Señor, sino las palabras y los detalles externos y saca sus particulares conclusiones.

Para un cristiano de esos que la gente llama neocon, cavernícola y reaccionario, este papa es pelín sospechoso de pseudo herejía o similar. Por eso en cada detalle de Francisco rebusca la más mínima posibilidad de ir sembrando dudas. Por ejemplo: “y si el papa puede confesarse de rodillas, ¿por qué no hace genuflexión después de la consagración?” Como ven, aquí el personal corta pelos en el aire.

Hemos llegado a un extremo, un año después del pontificado, que haga lo que haga el papa será una maravilla para un progresista y un sin sentido para quien no lo es. Si el papa celebra por el modo extraordinario, cosa que a un progre le incomoda más que un erizo en salva sea la parte, los progres dirán que es un gesto muy positivo para que se vea que a todos acoge, que es un papa que a nadie rechaza. ¿Y los cavernarios? Pues que es un guiño que les hace para que se crean que es otra cosa, pero que a ellos no se la da y además sigue sin hacer genuflexión.

Realmente divertido. Toda la progresía alabando al papa de rodillas en un confesionario, qué cosas cuando la confesión estaba suprimida en la práctica y los confesionarios convertidos en almacén de bombonas de butano. Y la caverna sin dar su voto de confianza: ya podía arrodillarse en misa. Haga lo que haga.