HOMILÍA DEL OBISPO

Homilía de D. Vicente Jiménez Zamora en la Vigilia Pascual

 

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SANTANDER | 20.04.2014


            Estamos participando en la solemne Vigilia Pascual, “la madre de todas las santas Vigilias” (San Agustín).

            Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la Iniciación Cristiana” (CO, 332), que van a recibir, BORIS: JAVIER; MAXIME Y RYCHIE, miembros adultos de nuestra comunidad diocesana, que han realizado el Catecumenado de adultos con la ayuda de sus padrinos y acompañantes de la fe, aquí presentes.

            Esta Vigilia es celebración de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, “rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo” (Pregón Pascual).

            En esta noche se cumplen las Escrituras, que hace poco hemos escuchado de nuevo en la abundante liturgia de la Palabra, recorriendo las etapas fundamentales de la historia de la salvación, desde la creación del Génesis hasta la nueva creación de la Pascua en el Evangelio.

Al comienzo de la creación, “Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno” (Gn 1, 31). Se ha repetido uno de los cantos más antiguos de la tradición hebrea, que expresa el significado del antiguo Éxodo, cuando “el Señor salvó a Israel de las manos de Egipto” (Ex 13, 30). Siguen cumpliéndose en nuestros días las promesas de los Profetas: “Os infundiré mi espíritu, y haréis que caminéis según mis preceptos” (Ez 36, 27).

            En esta noche todo vuelve a empezar desde el “principio” como en una nueva creación. El mismo pecado de nuestros padres es cantado en el Pregón Pascual como “felix culpa”, “¡feliz culpa que mereció tal Redentor!”. Donde abundó el pecado, ahora sobreabunda la Gracia y “la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular” (Psalmo responsorial.) del edificio espiritual de la Iglesia, el nuevo Pueblo de Dios. Se entra a formar parte de este nuevo pueblo de los redimidos mediante el Bautismo. “Por el Bautismo –nos ha recordado Pablo en la carta a los Romanos-,  fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva” (Rom 6, 4).

         En esta noche reciben la Iniciación Cristiana, BORIS; JAVIER; MAXIME Y RYCHIE, que se han estado preparando con la ayuda de sus padrinos y acompañantes.

     Le acogemos con gran alegría en la comunidad cristiana; les felicitamos a ellos y les agradecemos a sus padrinos y acompañantes la hermosa labor que han realizado en nombre de la Iglesia en el proceso del Catecumenado.

Van a ser ungidos con el Óleo de los catecúmenos y con el Santo crisma, bendecido y consagrado respectivamente por el Obispo, aquí, en esta S. I. Catedral, el Miércoles Santo.

 Todos unidos, con las velas encendidas en nuestras manos, vamos a renovar nuestras promesas bautismales. Volveremos a renunciar a Satanás y a todas sus obras para seguir firmemente a Dios y sus planes de salvación. Expresaremos así un compromiso de vida evangélica, de ser testigos de la luz del Resucitado en medio del mundo.

            Que María, testigo alegre del acontecimiento de la Resurrección de su Hijo Jesús, nos ayude a caminar “en una vida nueva” y a ser personas que “viven para Dios en Cristo Jesús” (Rm  6, 4. 11).

            Queridos hermanos: ¡Feliz Noche! ¡Feliz Pascua! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!  Amén.

 

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander