3.04.14

 

Acabo de recoger el correo como cada día. Un auténtico fardo de papel con cosas del más variopinto. A ver que hago un resumen.

Facturas varias para empezar: la tasa por el paso de carruajes que hay que pagar al ayuntamiento, el mantenimiento del sistema de climatización y de la fotocopiadora. Vamos bien. Creo que revistas son no menos de cuatro: una de misiones, otra de hermandades, dos de congregaciones varias. Tengo también los carteles de dos campañas del arzobispado, propaganda de compañías de gas y electricidad, congelados, alarmas, seguros médicos, y varias de distintas asociaciones. Ítem mas, una agencia de viajes que oferta creo que ir a Polonia, y tres congregaciones de religiosas que remiten información sobre el proceso de beatificación de la madre fundadora, una buenísima religiosa llena de piedad y caridad y que muy posiblemente se adelantó al concilio.

No contento con esto, me he encontrado sobre la mesa del despacho un cartel de un encuentro juvenil en la parroquia de A., otro que invita a una peregrinación con la asociación B., una marcha por la vida, otra en solidaridad con los despidos de C., el jubileo especial del pueblo de X y varias colecciones de estampas y medallas para colocar a la entrada de la capilla de la adoración. Todos, como es natural, con el propósito de hacerse con un huequecito en el tablón de anuncios y unas palabras al acabar la misa. Incluso me piden algunos que saque su “noticia” en la revista parroquial o que la difunda en el blog.

Sigo, porque la cosa aún no ha terminado. Me falta el apartado correo electrónico. No sé por qué hay tanta gente convencida de que un servidor y la parroquia necesitemos tantas cosas. Desde una caja fuerte ignífuga anti explosión nuclear y resistente a los terremotos, a una máquina saca chicles para las escaleras del tempo, desde una imagen de San Expedito a una colección sobre las imágenes de Cristo en el arte siriaco, desde un piso baratísimo en Buenos Aires –que se me habrá perdido a mí por allá- al mejor seguro del automóvil.

Bien. Eso es el apartado publicidad. Luego tenemos el de ruegos y preguntas. Sobre todo preguntas, que van desde aconsejar un libro a encontrar una iglesia que tenga misa de 8 por las mañanas y que pille cerca del metro de Las Cárcavas.

Así me pasa que luego me llegan los amigos y me llaman grosero. Jorge, parece mentira, te mando el cartel con la novena de mi pueblo y ni colocarlo en la iglesia. Pues ya ves… Pero claro, es que si un servidor tuviera que colocar todos los carteles que llegan necesitaría no un tablón, sino el extinto muro de Berlín, y aún sería escaso.

Al final en las carteleras de la parroquia colocamos los grandes acontecimientos diocesanos y de la iglesia universal, las cosas del arciprestazgo y lo propio de la comunidad parroquial. Y si queda un huequecito algo más, pero poco.

Y en cuanto a ruegos y súplicas por correo uno hace lo que puede.

De momento voy a llenar la papelera otra vez, una vez más. ¿Pero usted ni siquiera se lee la revista con la nota tan bonita sobre la madre fundadora? Si es que son una media de tres revistas diarias… Y por cierto, lo de la misa de 8 de la zona de Las Cárcavas es que ni mirarlo. Uno no da más de sí.