3.04.14

 

Ya he escrito en algunas ocasiones (aquí y aquí) sobre un personaje que aparece en la red con el pseudónimo “Jairo del Agua". No sé si se llama de verdad Jairo o no. Me da lo mismo. De pluma fácil y con prosa cuasi-mística que atrae a no pocos lectores, es sin duda un claro ejemplo de como el veneno de la herejía puede ser presentado en frasco con olor a perfume.

Cuesta poquísimo demostrar que Jairo no es católico, aunque se presente como tal. Baste citar algunas de las afirmaciones vertidas en sus últimos posts. Por ejemplo, esto dice sobre el bautismo y el pecado original:

Así, hemos llegado a la fatua conclusión de que un recién nacido ya lleva la condena del “pecado original” y necesita ser lavado, perdonado. Seguramente esta interpretación la han mantenido e impuesto quienes jamás engendraron un hijo, ni se miraron en sus ojos, ni le apretaron contra su corazón, ni alimentaron su vida con sacrificio y amor.

Hemos convertido el agua del bautismo en rito mágico que limpia donde no hay que limpiar y que salva lo que cada individuo ha de salvar con sus pasos hacia su personal realización humana

O lo que dice sobre la redención:

Fue en el coloquio posterior a una charla sobre la Redención. En ella resumí lo que tantas veces he escrito:
- Que no se trata de un sacrificio expiatorio.
- Que no tiene nada que ver con el perdón y menos con “un precio” por el perdón.
- Que no fue un sangriento holocausto estático y puntual para abrirnos las puertas del cielo.
- Que fue y es un proceso de “iluminación” y “conversión” que continúa y continuará hasta que “Dios lo sea todo en todos” (1Cor 15,28) y al que estamos todos invitados, incluso los no creyentes, etc.

Y:

Me hiere profundamente -lo sabes- esa careta de “dios cobrador” que te han colgado. Al parecer, según “sabios y entendidos", la Encarnación y la Redención fueron motivadas por tu necesidad de cobrarnos una deuda, la deuda de nuestros pecados.
Te han identificado con un “dios de ventanilla", un altísimo señor sentado en la"ventanilla de cobros y pagos". Hasta ella se acerca tu Hijo con toda su sangre -que previamente nosotros le hemos arrancado- y paga nuestra deuda. Saciada así tu infinita sed de justicia nos entregas el “boleto de la redención", se abren los cielos y quedamos redimidos para siempre.
Ya ves, te hemos convertido en un “dios negociante, prepotente y cruel” que exige el precio máximo (la sangre del Hijo) a cambio del perdón a la raza humana. ¡A qué disparatada degradación te hemos sometido, mi Dios amado!

Como ven ustedes, adorna sus herejías con apelaciones al “Dios amado”. Así es más fácil cautivar a las almas que buscan en lugar equivocado donde formar sus conciencias conforme a la fe de la Iglesia.

Su último post es, en mi opinión, una blasfemia contra la Cruz de Cristo y, por tanto, contra Cristo crucificado. Vean ustedes si no tengo razón:

Los devotos del madero también besarían y honrarían una ametralladora, de haber sido condenado el Señor en otra época. La herramienta de muerte la pusieron los asesinos.

Y:

Hoy mismo se están convocando jordanas de “ayuno y oración” para conseguir tal o cual favor del Cielo. ¿A qué “dios insatisfecho” ganaremos con el hambre autoimpuesto? Otra vez la herencia judía.

Y:

Que me perdonen los muy piadosos y crédulos, pero no puedo creer en los estigmas de ningún santo, por mucha fama de santidad que acumulen.

Y:

Cuando yo era un joven devoto y apasionado le pedí a mi madre un crucifijo pectoral para llevarlo siempre bajo mi ropa. Tras su soporte metálico le hice grabar: “Amor y Sacrificio". Me equivoqué. Debí haberla pedido que grabara: “Amor y Alegría". Todavía lo guardo para recordar mi inmadurez y la influencia de mis preceptores.

Bien, ciertamente a este señor le produce repugnancia lo que enseña la fe católica sobre la Cruz de Cristo, que es aquello que predicaba San Pablo: “En cuanto a mí, no quiera Dios que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (6,14). Ciertamente Jairo del Agua se encuentra entre aquellos de los que el apóstol hablaba así: “Porque son muchos los que andan, de quienes frecuentemente os dije, y ahora con lágrimas os lo digo, que son enemigos de la cruz de Cristo” (Fil 3,18). Y, esto ya es solo opinión mía, dada su capacidad de envolver su ponzoña doctrinal y espiritual en un envoltorio de palabras de amor cristiano, creo que cabe situarle entre “esos falsos apóstoles, obreros engañosos, se disfrazan de apóstoles de Cristo; y no es maravilla, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2ª Cor 11,13-14).

Ahora bien, si el señor Jairo del Agua desarrollara su actividad “catequética” solo en internet, no le prestaría más atención. Como él hay muchos que arremeten contra la fe de la Iglesia, la caricaturizan, la desprecian, la odian, etc. El problema es que el otro día encontré el siguiente vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=sVaX85-l-Ik

A partir del minuto 3:18, dice que tanto él como su mujer colaboran en distintas tareas pastorales: “Estamos en la formación de novios. Tenemos el asesoramiento de parejas. Tenemos un grupo en el que animamos a emigrantes y les enseñamos a orar….“. ¿Y dónde hace todo eso? En la parroquia de San Antonio de Cuatro Caminos. Que como bien dicen en su web, es un templo católico de la Orden de los Hermanos Franciscanos Capuchinos.

El vídeo es de diciembre del 2010. No tengo ni idea de si hoy este hombre sigue realizando esas mismas funciones en esa parroquia. Y no me corresponde a mí investigarlo. Pero sí puedo y debo decir que de ninguna de las maneras es admisible que un enemigo de la cruz de Cristo pueda tener papel alguno en la actividad pastoral de una parroquia católica. No hace falta que les diga el daño espantoso que puede causar en las almas de aquellos fieles que se vean influenciados por su beatífica verborrea llena del veneno del error. Como esos fieles tienen pastor, a su pastor apelo. Ni que decir tiene que si Jairo del Agua ya no desempeña ya ninguna labor pastoral, nada hay que hacer. Sirva entonces este post como ejemplo de lo que no debió permitirse.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Sé a lo que me expongo al escribir este post. A que vuelvan a decir que mi profesión es “buscador de herejes”. Me da lo mismo. Además no los busco. Están ahí, a la vista de todos. Y mientras Dios en su gracia me dé vida y capacidad de seguir escribiendo, cumpliré el mandato de la Escritura:

Carísimos, deseando vivamente escribiros acerca de nuestra común salud, he sentido la necesidad de hacerlo, exhortándoos a combatir por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos. (Jud 3)