En todas las delegaciones de migraciones de las diócesis españolas se recibe estos días una carta circular firmada por los obispos de la Comisión de Migraciones constituida, para el nuevo Trienio 2014-2107, en la última Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal.

Tras mostrar su disponibilidad a los distintos agentes diocesanos que trabajan en este ámbito pastoral, e indicar la vigencia del Plan Quinquenal “Pasar de la acogida a la comunión”, donde resaltan que la integración y la comunión son los ejes sobre los que se sostienen “tan ricos y generosos servicios como ofrecéis en vuestras diócesis”, los obispos advierten a los delegados como “es necesario estar atentos, ante las próximas elecciones al Parlamento Europeo, para apoyar las propuestas que humanicen la política migratoria y que no contribuyan a que los migrantes sean personas abandonadas a la cultura del descarte”. Lamentan también, a este respecto, “el peligroso deslizamiento de la opinión pública en algunos países de Europa hacia posiciones xenófobas y de recelo injustificado hacia el inmigrante”.

En esta circular de los Obispos se invita a no olvidar “las causas y los efectos de los problemas de la inmigración. Es necesario estar atentos a todas las dimensiones de la Movilidad humana y, a veces, a sus crueles consecuencias (tráfico de personas, menores, refugiados etc)”. Y resaltan, además, que “sería triste también que las tragedias de los inmigrantes se utilizaran con fines partidistas en vez de concitar el empeño de todos para aunar fuerzas y buscar soluciones”.

En la carta enviada a los delegados diocesanos, los obispos manifiestan “valorar en su justa medida y agradecer sinceramente a las instituciones de la Administración Pública y a las Organizaciones sociales la ayuda a los emigrantes en situaciones de dificultad”. Pero también, confesándose “avergonzados” ante los “dolorosos sucesos” acontecidos recientemente en Ceuta y Melilla, los obispos afirman que “no podemos limitarnos a la denuncia profética, aunque sea esta nuestra primera obligación. Hemos de buscar las más justas soluciones para evitar el dolor de los hermanos emigrantes”.

Los obispos insisten en como los emigrantes aportan un gran enriquecimiento “en muchos aspectos a nuestra realidad social y eclesial a costa de muchos sufrimientos personales u familiares”. Y si bien reconocen que a los Estados les compete regular los flujos migratorios, “con las dificultades que ello implica”, invitan “a recobrar entre todos un clima de colaboración serena, para buscar medidas justas y eficaces”. En su parecer, es necesaria una sinergia de cooperación internacional que estimule  “a los gobernantes a afrontar los desequilibrios socioeconómicos y la globalización sin reglas, que están entre las causas de las migraciones, en las que las personas no son protagonistas sino víctimas”.

Unas medidas que los obispos asignan a la Unión Europea, y España en ella, para que pueda continuar “siendo reconocida como la Europa de los valores y del respeto a los derechos humanos, especialmente de los emigrantes y refugiados”. Porque como igualmente sostienen “no se puede tratar la inmigración solo con políticas de seguridad, con vallas y concertinas”.

Otra de las medidas que proponen es “invertir con sentido social en el Sur, especialmente en África, para crear medios de vida allí y no solo para lograr beneficios a su costa aquí”.  Porque “es necesario cambiar la lógica imperante del interés por la de la solidaridad”.

Los obispos de la comisión piden que se tenga presente “nuestra historia pasada de emigrantes”, aludiendo a continuación que ahora se revive una “experiencia similar con muchos españoles que buscan trabajo futuro fuera del país”. Por eso manifiestan que “autóctonos y emigrantes juntos, debemos unir nuestras fuerzas para caminar siempre hacia adelante… porque la virtud teologal de la esperanza alimenta las esperanzas humanas de mejorar, de no ceder al desaliento”. Ya desde un principio, los Obispos reiteraban su “cercanía a quienes se encuentran en situación irregular, a quienes no tienen trabajo o lo han perdido”.

Por último, los Obispos de la nueva Comisión Episcopal de Migraciones hacen una pertinente propuesta en esta carta circular destinada a las delegaciones diocesanas en nuestro país, en donde además se cuenta con la colaboración y servicio que prestan religiosos de Vida consagrada, Asociaciones, ONGs, Institutos y Movimientos Apostólicos, al anotar que en “la Iglesia todo o casi todo es pastoral, pero junto a labor social y de promoción que tan admirablemente realizan Caritas, la vida consagrada u otras instituciones, os invitamos a cuidar también el servicio a la fe, y no sólo los servicios que brotan de la fe”.