ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 21 de abril de 2014

La frase del día

En la tierra hasta la alegría suele parar en tristeza; pero para quien vive según Cristo, incluso las penas se cambian en gozo. San Juan Crisóstomo (346 - 407)


 

 


El papa Francisco

Francisco en el Regina Coeli: 'vivamos la alegría de la resurrección'
Texto completo de la oración mariana del papa Francisco en el lunes del ángel. Invita "a leer aquellos capítulos sobre la resurrección de Jesús"

Iglesia y Religión

Religiosa denuncia a Radio Vaticano la crucifixión de cristianos en Siria
Los grupos takfiris exigen a los cristianos la apostasía y cambiar al Islam para evitar la muerte

El hombre más famoso de la historia, según internet, es Jesucristo
El cálculo ha sido realizado con un software realizado por un profesor de ingeniería y un ingeniero de Google

Pascua: en cambio del Ángelus se reza el Regina Coeli
La oración mariana atribuida al papa san Gregorio Magno por inspiración angélica

Rome Reports

Monseñor Patrón-Wong: Descubrí mi vocación sacerdotal gracias a Juan Pablo II (Video)
Aumentaron las vocaciones en los 27 años que Juan Pablo II fue Papa

¿Cómo se hace un santo? (Video)
El itinerario que siguen los candidatos en el proceso de canonización

El musical de Juan Pablo II se estrena en Roma antes de la canonización (Video)
Tiene canciones de Noa y narra la vida de Karol Wojtyla antes de convertirse en Papa

Espiritualidad

Las llagas de Jesús
Meditación del arzobispo de San Cristóbal de Las Casas

San Conrado (Juan Evangelista) Birndorfer de Parzham
«El santo portero de Altötting. Ejemplo de caridad y piedad en la vida ordinaria de un capuchino que desde niño aborrecía el pecado y que alcanzó la gloria ejercitando su humilde misión durante más de cuarenta años»


El papa Francisco


Francisco en el Regina Coeli: 'vivamos la alegría de la resurrección'
Texto completo de la oración mariana del papa Francisco en el lunes del ángel. Invita "a leer aquellos capítulos sobre la resurrección de Jesús"

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - En el llamado “Lunes del Ángel”, el papa Francisco rezó este mediodía la oración mariana del regina coeli, que sustituye en este tiempo pascual a la antífona del ángelus, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
¡Feliz Pascua! "¡Christos Anesti! - ¡Alethos anesti!", "¡Cristo ha resucitado! - ¡Verdaderamente ha resucitado!" ¡Está entre nosotros aquí!, en la plaza. En esta semana podemos seguir intercambiando el saludo pascual, como si se tratara de un único día. Es el gran día que ha hecho el Señor.

El sentimiento dominante que trasluce en los relatos evangélicos de la resurrección es la alegría llena de asombro; un estupor grande, la alegría que viene desde adentro; y en la liturgia revivimos el estado de ánimo de los discípulos por la noticia que las mujeres habían dado: ¡Jesús ha resucitado! Nosotros lo hemos visto.

Dejemos que esta experiencia, impresa en el Evangelio, se imprima también en nuestros corazones y se vea en nuestra vida. Dejemos que el estupor gozoso del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos, miradas, actitudes, gestos y palabras... Ojalá seamos tan luminosos. ¡Pero esto no es un maquillaje! Viene desde dentro, de un corazón sumergido en la fuente de esta alegría, como el de María Magdalena, que lloró por la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos viéndolo resucitado. Quien realiza esta experiencia se convierte en un testigo de la resurrección, porque en cierto sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de llevar un "rayo" de la luz del Resucitado en las diferentes situaciones: en las felices, haciéndolas más bellas y preservándolas del egoísmo; en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza. 

En esta semana, nos hará bien tomar el libro del Evangelio y leer aquellos capítulos que hablan de la resurrección de Jesús; nos hará tanto bien tomar el libro y buscar los capítulos y leer aquello. También nos hará bien, en esta semana, pensar en la alegría de María, la Madre de Jesús. Como su dolor ha sido tan íntimo, tanto que le traspasó su alma, del mismo modo su alegría ha sido íntima y profunda, y de ella los discípulos podían extraer. Habiendo pasado a través de la experiencia de la muerte y de la resurrección de su Hijo, vistas, en la fe, como la expresión suprema del amor de Dios, y el corazón de María se ha convertido en una fuente de paz, de consuelo, de esperanza, de misericordia. Todas las prerrogativas de nuestra Madre derivan de aquí, de su participación en la Pascua de Jesús. Desde la mañana del viernes hasta la mañana del domingo, Ella no ha perdido la esperanza: la hemos contemplado como Madre de los dolores, pero, al mismo tiempo, como Madre llena de esperanza. Ella, la Madre de todos los discípulos, la Madre de la Iglesia y Madre de esperanza. 

A Ella, testigo silencioso de la muerte y de la resurrección de Jesús, le pedimos que nos introduzca en la alegría pascual. Lo haremos con el rezo del regina coeli, que en el tiempo pascual sustituye la oración del ángelus. 

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del regina coeli. Y al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:

Dirijo un cordial saludo a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de Italia y de varios países para participar en este encuentro de oración. 

Acordaos esta semana de tomar el Evangelio y buscar los capítulos en donde se habla de la resurrección de Jesús y de leer cada día un fragmento de aquellos capítulos. Nos hará bien en esta semana de la resurrección de Jesús.

A cada uno le expreso el deseo de pasar en la alegría y la serenidad este Lunes del Ángel, en el que se prolonga la alegría de la resurrección de Cristo.

Francisco concluyó su intervención diciendo:

¡Feliz y santa Pascua a todos, buen almuerzo y hasta pronto!

(RED/IV)

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Iglesia y Religión


Religiosa denuncia a Radio Vaticano la crucifixión de cristianos en Siria
Los grupos takfiris exigen a los cristianos la apostasía y cambiar al Islam para evitar la muerte

Por Redacción

MADRID, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - En Siria combatientes musulmanes gritando 'Allahú Ajbar' (Alá es el más grande) exigen a los cristianos que se conviertan al Islam y en caso de negarse les amenazan que serán crucificados como Jesús. Algunos cristianos que han rechazado unirse a los grupos takfiris o entregarles dinero como rescate ya han sido crucificados por los islamistas radicales, según ha denunciado este Viernes Santo sor Raghida.

Esta religiosa siria, que dirigía la escuela del Patriarcado Greco-católico en Damasco y que ahora vive en Francia, ha relatado a Radio Vaticano como “en las ciudades o pueblos que son ocupadas por los elementos extremistas armados, estos últimos dan a elegir a los cristianos entre unirse a su fe o la muerte. Algunas veces, piden también un rescate”.

“Algunos de ellos sufren el martirio de una forma extremadamente inhumana, con una terrible violencia que no tiene nombre. Si queréis ejemplos, en Maalula fueron crucificados dos jóvenes cristianos. Uno de ellos fue crucificado delante de su padre. En Abra, una ciudad industrial de la provincia de Damasco, ocurrieron hechos similares”, ha asegurado durante una entrevista a la edición en francés.

Después de los crímenes, los militantes a veces toman las cabezas que cortan y juegan al fútbol con ellas. A algunas mujeres embarazadas también les arrebatan sus bebés del vientre y los cuelgan a los árboles con sus cordones umbilicales, ha recordado sor Raghida.

Maalula, en la periferia de Damasco, ha sido escenario de duros combates entre el ejército y los rebeldes durante meses, hasta que las fuerzas leales a Al Asad recuperaron recientemente su control. Con unos 5.000 habitantes, en esta población aún se habla y se reza en arameo, la lengua de Jesucristo, transmitida de padres a hijos. Hoy la ciudad se ha convertido en el símbolo del martirio de los cristianos en Siria.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El hombre más famoso de la historia, según internet, es Jesucristo
El cálculo ha sido realizado con un software realizado por un profesor de ingeniería y un ingeniero de Google

Por Jorge Enrique Mújica

ROMA, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - Lo dice también la web: Jesucristo es el personaje histórico más famoso en la historia de la humanidad. El cálculo lo ha realizado un software desarrollado por Steven Skiena, profesor de ciencias de la computación en la Universidad Stony Brook de Nueva York, y Charles Ward, experto en informática e ingeniero en Google Inc.

Entre los 50 personajes históricos más populares se encuentran militares (Napoleón, Alejandro Magno, Churchill, Julio César, etc.), políticos (Lincoln, Jefferson, Julio César, Reagan, etc.), filósofos (Aristóteles, Platón, Nietzsche, Kant, etc.), científicos (Darwin, Einstein, Newton, etc.), reyes y reinas (Enrique VIII de Inglaterra, Isabel I de Inglaterra, Luis IV de Francia, etc.), músicos (Mozart, Bethoven, Bach, etc.), artistas (Leonardo, Miguel Ángel, etc.), escritores (Shakespeare, Voltaire, Edgar Alan Poe, Dante, etc.) y fundadores de religiones (Mahoma, Buda, etc.)

En la lista hay un dato que no pasa desapercibido: la mención de grandes personajes católicos (concretamente santos) que se hacen con no pocos puestos en la clasificación de los 100 primeros lugares: el apóstol san Pablo (lugar 34), san Pedro, el primer Papa, (lugar 65), santo Tomás de Aquino (lugar 90), Juan Pablo II (lugar 91) y santa Juana de Arco (lugar 95).

El software usa un algoritmo que mide la significación histórica por medio del análisis de Wikipedia y otras fuentes de datos. La clasificación es realizada usando la metodología que sigue Google al clasificar las webs (rankeo de páginas, extensión del artículo estudiado, lectores). El resultado también predice cuáles de los personajes referidos seguirán siéndolo 200 años después. Los autores del análisis han publicado los resultados en el libro «Who's Bigger» (Cambridge University Press, 2013) el cual cuenta incluso con una web (http://www.whoisbigger.com).

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Pascua: en cambio del Ángelus se reza el Regina Coeli
La oración mariana atribuida al papa san Gregorio Magno por inspiración angélica

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - La oración del Ángelus se reza a la salida del sol, al medio día y al ocaso. En esos momentos se recuerda cuando el arcángel Gabriel le anunció a la Virgen María que iba a ser la madre de Jesús.

Toma su nombre de las primeras palabras 'Angelus Domini nuntiavit Mariæ', o sea 'El Ángel del Señor anunció a María'.

Sobre el origen de esta oración hay quienes la atribuyen poco antes del 1100 al papa Urbano II, el que convocó a la primera cruzada; o entorno al 1300 al papa Juan XXII, el segundo de Avignón.

Sí se sabe, existía la costumbre de hacer sonar las campanas sea al amanecer, que al medio día y al ocaso. Y Juan XXII con una bula del 7 de mayo de 1327 propuso y concedió indulgencia para que al anochecer se recitase tres veces el Ave María. Dos décadas más tarde en 1346 en el concilio de París, se decretó que por 'ordenanza del papa Juan, de santa memoria, concerniente al rezo del Ave María al oscurecer, sea fielmente observada'. Se sabe también que en Francia en 1472 el rey Luis XI instituyó la costumbre de rezarla tres veces al día.

Ahora que se entra en el tiempo pascual en cambio del Ángelus, se reza el Regina Coeli.

La oración del Regina Coeli toma las palabras que abren el himno pascual de la Santísima Virgen María que traducidas al español son “Reina del cielo”. Se trata de una composición litúrgica referida a María y la resurrección de su hijo Jesucristo. No se conoce al autor aunque la tradición la atribuye a san Gregorio Magno, quien cuenta la historia escuchó los tres primeros versos cantados por los ángeles mientras que a pies descalzos encabezaba en Roma una procesión.

Alégrate, Reina del cielo; aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

Ha resucitado, según predijo; aleluya.
Ruega por nosotros a Dios; aleluya.

Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Y el mismo Pontífice habría compuesto la cuarta estrofa.  

Después de cada estrofa se reza un Ave María, y al concluir la siguiente oración: 

"Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén".

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Rome Reports


Monseñor Patrón-Wong: Descubrí mi vocación sacerdotal gracias a Juan Pablo II (Video)
Aumentaron las vocaciones en los 27 años que Juan Pablo II fue Papa

Por Rome Reports

ROMA, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


¿Cómo se hace un santo? (Video)
El itinerario que siguen los candidatos en el proceso de canonización

Por Rome Reports

ROMA, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El musical de Juan Pablo II se estrena en Roma antes de la canonización (Video)
Tiene canciones de Noa y narra la vida de Karol Wojtyla antes de convertirse en Papa

Por Rome Reports

ROMA, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Espiritualidad


Las llagas de Jesús
Meditación del arzobispo de San Cristóbal de Las Casas

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - VER

Durante la Semana Santa, en muchos lugares se organizan representaciones de la Pasión de Jesús y los actores se esfuerzan por reflejar algo de lo que El sufrió. Hay penitentes que llagan su cuerpo para cumplir una “manda”, o para seguir una tradición. En Filipinas, algunos son cruelmente clavados en una cruz. Unas personas se conmueven hasta las lágrimas. Las televisoras compiten por transmitir escenas de los diversos lugares donde se llevan a cabo estas escenificaciones, algunas en plan más bien turístico y cultural, que netamente religioso.

El Viernes Santo, durante la adoración de la cruz, pasamos a besar la imagen del crucificado, en señal de agradecimiento por todo lo que Jesús padeció por nosotros, venerando sus llagas en los pies, en el costado, o en sus manos. Y nos sentimos bien.

Para muchos otros, esto les es indiferente. Es el único tiempo que tienen para vacacionar y lo aprovechan al máximo, sin organizarse para orar, meditar y participar en las celebraciones.

PENSAR

Lo más preocupante es que las llagas vivas de Jesús en los pobres y en todos los que sufren, nos pueden pasar inadvertidas. Es sentimentalmente bonito recordar los dolores de Jesús, pero podemos quedarnos en un sentimiento referente al pasado, sin nada de actualidad, siendo que El sigue sufriendo en todos cuantos se sienten olvidados, traicionados, ofendidos, adoloridos. Hay tantos enfermos abandonados, tantos presos sin quien les dé una mano, tantos migrantes exprimidos, tantos jóvenes incomprendidos, tantos esposos que sufren en el alma por la infidelidad del cónyuge. Y amar y adorar a Jesús es condolernos de estas llagas vivas y hacer cuanto podamos por aliviarlas.

Al respecto, el Papa Francisco nos dice:"El camino hacia el encuentro con Jesús-Dios, son las llagas. No hay otro. En la historia de la Iglesia han habido algunos errores en el camino hacia Dios. Algunos creyeron que al Dios viviente, al Dios de los cristianos, podemos alcanzarlo por el camino de la meditación, y elevarse más a través de la meditación. Eso es peligroso. Cuántos se pierden en ese camino y no llegan. Llegan sí, tal vez, al conocimiento de Dios, pero no de Jesucristo, Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad. A aquello no llegan. Es el camino de los gnósticos.

Hay otros que pensaban que para llegar a Dios hay que ser mortificado y austero, y han elegido el camino de la penitencia: solo la penitencia y el ayuno. Y estos ni siquiera llegaron al Dios vivo, Jesucristo. Son los pelagianos, que creen que lo pueden conseguir con su esfuerzo. Pero Jesús nos dice que la manera de conocerlo es encontrar sus heridas.

Y las heridas de Jesús las encuentras haciendo las obras de misericordia con tu hermano llagado, porque tiene hambre, tiene sed, está desnudo, está humillado, es un esclavo, porque está en la cárcel, en el hospital. Esas son las llagas de Jesús hoy. Y Jesús nos invita a tener un acto de fe en Él, pero a través de estas llagas. Tenemos que tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús, curar las llagas de Jesús con ternura, tenemos que besar las heridas de Jesús, y esto de modo literal. Pensemos qué pasó con san Francisco, cuando abrazó al leproso. Lo mismo que a Tomás: ¡Su vida cambió! Para tocar al Dios vivo no hay necesidad de hacer un curso de actualización, sino entrar en las llagas de Jesús, y para ello solo hay que salir a la calle” (3 julio 2013).

ACTUAR

Quizá tú y yo hemos causado llagas a alguien de la familia, a una amistad, a un compañero de trabajo o de escuela, a un vecino. A veces lo hacemos sin pensar, sin querer, sin una intención explícita de herir; sin embargo, el efecto es el mismo: hacemos sufrir, causamos un daño. Es necesario reconocerlo con humildad y pedir perdón, para sanar la herida que provocamos.

Observa a tu alrededor y verás a muchas personas llagadas, que sufren por distintos motivos, se sienten solas y sin un apoyo cercano. No pases indiferente ante ellas. Acércate, platica, pregunta qué les pasa y analiza si puedes hacer algo. Quizá no les resuelvas todo su problema, pero al menos puedes disminuirle las heridas. Tu amor hace más llevadera su cruz.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


San Conrado (Juan Evangelista) Birndorfer de Parzham
«El santo portero de Altötting. Ejemplo de caridad y piedad en la vida ordinaria de un capuchino que desde niño aborrecía el pecado y que alcanzó la gloria ejercitando su humilde misión durante más de cuarenta años»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 21 de abril de 2014 (Zenit.org) - El testimonio de vida de este humilde capuchino nuevamente pone de relieve que la santidad se alcanza en cualquier misión por sencilla que sea. El dintel del convento y la campanilla que avisaba de la presencia de alguien era el escenario cotidiano de Conrado. Ante todo recién llegado al claustro de la ciudad bávara de Altötting con su cálida sonrisa y sencillez dibujaba seductoras expectativas aventurando las bendiciones que podían derramarse sobre ellos en el religioso recinto. Para un santo las contrariedades son vehículos de insólita potencia que les conducen a la unión con la Santísima Trinidad. Él sobrenaturalizó lo ordinario en circunstancias hostiles. Y conquistó la santidad. No hicieron falta levitaciones, milagros, ni hechos extraordinarios, sino el escrupuloso cumplimiento diario de su labor realizada por amor a Cristo. En la portería que tuvo a su cargo durante más de cuatro décadas no olvidó que franqueaba el acceso a su divino Hermano, especialmente cuando los pobres llegaban a él y les atendía con ejemplar caridad. Con virtudes como la amabilidad, caridad y paciencia, fruto de su recogimiento, forjaba su eterna corona en el cielo, aunque ni sus propios hermanos de comunidad podían sospecharlo.

Nació en Venushof, Parzham, Alemania, el 22 de diciembre de 1818 en el seno de una acomodada familia de labradores que tuvieron diez hijos, de los cuales fue el penúltimo. Estos generosos progenitores, con sus prácticas piadosas diarias realizadas en familia, le enseñaron a amar a Cristo, a María y a conocer la Biblia. No era extraño que con ese caldo de cultivo siendo niño le agradase tanto orar y sentirse feliz al hablar de Dios. Su madre advertía en el pequeño una chispa especial cuando narraban las historias sagradas, y le preguntaba: «Juan, ¿quieres amar a Dios?». La respuesta no se hacía esperar: «Mamá, enséñeme usted cómo debo amarle con todas mis fuerzas». Creció aborreciendo las blasfemias y el pecado. Poco a poco se vislumbraba su amor por la oración. A esta edad fue manifiesta su inclinación por el espíritu franciscano. A los 14 años perdió a sus padres y se convirtió en punto de referencia para sus hermanos. Todos siguieron ejercitando las prácticas que ellos les enseñaron. Juan, en particular, aprovechaba la noche para rezar y realizar penitencias que muchas veces solían durar hasta el alba.

En 1837 inició su formación con los benedictinos de Metten, Deggendorf. Pero se ve que lo suyo no era el estudio. En una visita que efectuó al santuario de Altötting tuvo la impresión de que María le invitaba a quedarse allí. Sin embargo, en 1841 se vinculó a la Orden Tercera de Penitencia (Orden franciscana seglar). Dios le puso otras cotas que no supo interpretar y las expuso a un confesor después de haber orado ante la Virgen de Altötting. El sacerdote le dijo: «Dios te quiere capuchino». Repartió sus cuantiosos bienes entre los pobres y la parroquia para ingresar en el convento de Laufen en 1851. Tenía 33 años. Allí tomo el nombre de Conrado.

Su noviciado estuvo plagado de pruebas y públicas humillaciones que, pese a ser de indudable dureza, aún le parecían nimias para lo que juzgaba merecía: «¿Qué pensabas? –se decía–, ¿creías que ibas a recibir caricias como los niños?». En esos días escribió esta nota: «Adquiriré la costumbre de estar siempre en la presencia de Dios. Observaré riguroso silencio en cuanto me sea posible. Así me preservaré de muchos defectos, para entretenerme mejor en coloquios con mi Dios». Tras la profesión fue destinado a la portería del convento de Santa Ana de Altötting, noticia que le llenó de alegría. Era un lugar donde la afluencia de peregrinos exigía la atención de una persona exquisita como él. En aquel pequeño reducto se santificó durante cuarenta y tres años, viviendo el recogimiento en medio de la algarabía creada por el constante ajetreo de los peregrinos. «Estoy siempre feliz y contento en Dios. Acojo con gratitud todo lo que viene del amado Padre celestial, bien sean penas o alegrías. Él conoce muy bien lo que es mejor para nosotros […]. Me esfuerzo en amarlo mucho. ìAh!, este es muy frecuentemente mi único desasosiego, que yo lo ame tan poco. Sí, quisiera ser precisamente un serafín de amor, quisiera invitar a todas las criaturas a que me ayuden a amar a mi Dios».

Un día advirtió una celdilla casi oculta debajo de la escalera. Tenía una pequeña ventana que daba a la Iglesia. Y su corazón palpitó de gozo: ¡desde allí podía ver el Sagrario! Era un lugar oscuro y reducido. A fuerza de insistencia consiguió que le dejaran habitarla y en esa morada siguió cultivando su amor a Cristo crucificado y a María. Ayudaba a la sacristía y en las primeras misas en el santuario. Sus superiores le autorizaron a comulgar diariamente, algo excepcional en esa época. Nadie le oyó quejarse ni lamentarse. Trataba con auténtica caridad a todos, especialmente a las personas que intentaban incomodarle y socavar su admirable y heroica paciencia. Nunca perdió la mansedumbre. «La Cruz es mi libro, una mirada a ella me enseña cómo debo actuar en cada circunstancia». Fue un gran apóstol en la portería, el hombre del silencio evangélico: «Esforcémonos mucho en llevar una vida verdaderamente íntima y escondida en Dios, porque es algo muy hermoso detenerse con el buen Dios: si nosotros estamos verdaderamente recogidos, nada nos será obstáculo, incluso en medio de las ocupaciones que nuestra vocación conlleva; y amaremos mucho el silencio porque un alma que habla mucho no llegará jamás a una vida verdaderamente interior».

Logró convertir a personas de baja calaña, hombres y mujeres, que después se entregaron a Dios en la vida religiosa. En sus apuntes espirituales se lee: «Mi vida consiste en amar y padecer […]. El amor no conoce límites». Sintiéndose morir, tocó la puerta del padre guardián, diciéndole: «Padre, ya no puedo más». Tres días más tarde, el 21 de abril de 1894, falleció. Pío XI lo beatificó el 15 de junio de 1930, y lo canonizó el 20 de mayo de 1934.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba