Diez reflexiones para una nueva política

 

La religión de los esclavos acabó echando raíces en todos los rincones del Imperio. Los emperadores y patricios no pudieron vivir de espaldas a este fenómeno. Después de combatirlo violentamente, se acabaron convirtiendo.

02/05/14 11:58 AM


No hay renacimiento sin pasión.

La Semana Santa ha terminado. Son unos días de oración y reconversión en los que se actualiza la Pasión de Cristo. También es una ocasión especial para reencontrarnos con nuestras costumbres y tradiciones y vivir un fenómeno universal conforme a las particularidades culturales de nuestro pueblo. Como somos unos tipos inquietos, en La Casa en el Árbol hemos aprovechado estas fechas para reflexionar sobre el tiempo en que nos ha tocado vivir. Hemos sacado un puñado de reflexiones políticas que nos gustaría compartir contigo. Aquí las tienes:

  1. Formación. Jesús dedicó 30 años a su vida familiar, de estudio y de trabajo y sólo tres a la vida pública. No podemos cambiar nuestro entorno sin una profunda formación.
  2. Micropolítica. Jesús empezó con tan solo doce seguidores. Hoy su mensaje está presente en los cinco continentes. En política, un puñado de partisanos comprometidos puede cambiar el color de un barrio, de un pueblo, de una ciudad. Como decía Edmund Burke: «el mayor error lo comete quien no hace nada porque sólo podría hacer un poco».
  3. Política de base y periferia. Jesús predicó y convirtió a todos, pero empezó por abajo. Por los pobres, los trabajadores, los excluidos, los olvidados. Y no empezó en la corte de Roma, sino en los campos de Galilea, una remota región del Imperio de la que nadie esperaba nada. En política, los cortesanos que están bien instalados en el establishment tienen pocos incentivos para impulsar un cambio de verdad. No esperemos a que ellos se muevan. Salgamos a los caminos. Encendamos las periferias.
  4. El mensaje. Jesús y los apóstoles no tenían medios, pero tenían una Palabra que difundir al mundo. El Sistema tenía las instituciones, la fuerza de las armas y el monopolio cultural. Los primeros cristianos tenían fe y estaban entregados a la causa. Usaron la lengua del pueblo y se comunicaron brillantemente a través de imágenes y parábolas. No olvidemos que las palabras pueden cambiar el mundo. Y salvarlo.
  5. La decepción. Judas era uno de los doce primeros elegidos y acabó traicionando a Jesús por 30 monedas. Muchos que hoy deberían apoyar la causa de los valores y la regeneración no lo harán. Priorizarán sus intereses económicos o políticos del corto plazo. Siempre tendrán a mano una razón pragmática para aplazar el combate necesario y justificar el malminorismo.
  6. Estigmatización. El Sistema humilló a Jesús. Lo denigró, lo golpeó y lo crucificó. Todo fue legal. Pilatos aplicó la normativa vigente. La corona de espinas quería simbolizar la mofa y el dolor infligido a Cristo. Hoy, igual que hace 20 siglos, el Sistema arrincona y machaca a quien discrepa. Hoy no te crucifica físicamente, pero te condena a una muerte social. Sin embargo, al final, los disidentes pueden vencer. La cruz fue un eficaz instrumento de muerte inventado por los romanos, pero luego pasó a ser el símbolo de la victoria.
  7. Democracia con ideal. El pueblo eligió democráticamente a Barrabás. Las decisiones democráticas no son garantía de justicia. No basta con una decisión mayoritaria, es necesario aspirar a la justicia. Nosotros trabajamos por la construcción de una democracia con ideal. No renunciamos a las nociones de lo bueno, lo bello y lo verdadero.
  8. La noche oscura y la soledad. Hasta la historia más hermosa tiene un momento de oscuridad. En el Sábado Santo se actualiza la muerte de Jesús y su descenso a los infiernos. También se conmemora la Soledad de María ante el sepulcro, sola en compañía del apóstol Juan (el más joven de los doce). En el momento de mayor tribulación y miedo, en el momento en que parece que el Sistema ha vencido, muchos desaparecen. Siempre hay un buen motivo para no complicarse la vida y refugiarse en casa. Sin embargo, la hora más oscura de la noche es, precisamente, la que precede al alba. Como decía Nietzsche, «sólo donde hay sepulcros puede haber resurrecciones».
  9. Renacimiento. Al tercer día, resucitó. Es el momento culminante del Evangelio. Sin la resurrección, la fe cristiana carece de sentido. Vivimos en una civilización edificada sobre las ideas de resurrección y trascendencia. El pesimismo y el neofatalismo no deberían paralizar nuestras ansias de cambio.
  10. Batalla cultural. Jesús no se amoldó al establishment romano. Cuestionó la base misma del Sistema pagano: la deidad del César. La religión de los esclavos acabó echando raíces en todos los rincones del Imperio. Los emperadores y patricios no pudieron vivir de espaldas a este fenómeno. Después de combatirlo violentamente, se acabaron convirtiendo. El cristianismo fue legalizado por el Edicto de Milán en el año 313. Constantino fue el primer emperador convertido a la fe. Todo es posible para quienes trabajan a largo plazo y sueñan con horizontes lejanos.

No hay renacimiento sin pasión. Somos brasa bajo las cenizas.

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Haz lo que creas, pero haz algo. Actúa.


Rubén Calvo, secretario general del Partido Familia y Vida. Candidato al Parlameto europeo por Impulso Social.

 

Publicado originalmente en La casa en el árbol