2.05.14

Un mártir que sufrió la revolución mexicana antes que la española


Cuatro mártires de la guerra civil española nacieron un 2 de mayo: un capuchino y un dominico leoneses, un claretiano navarro y un operario diocesano castellonense.

Segundo Pérez Arias (padre Ildefonso de Armellada), de 62 años y natural de Armellada (León), fue asesinado el 14 de agosto de 1936 en Jove (Asturias). Es uno de los seis beatificados (en 2013) entre el centenar de personas ejecutadas en aquella matanza en Gijón (ver artículo del 19 de febrero).

Atanasio Vidaurreta Labra, alumno de teología claretiano de 25 años, oriundo de Adiós (Navarra), fue asesinado el 18 de agosto de 1936 en Barbastro y beatificado en 1992: con Jaime Falgarona fueron los últimos en morir, por estar enfermos (ver artículo del 6 de enero).

Un operario que ya había sido expulsado de México en 1924

Isidoro Bover Oliver, de 46 años y natural de Vinaroz (Castellón), era sacerdote del Instituto de Sacerdotes Operarios Diocesanos, fue asesinado en Castellón el 2 de octubre de 1936 y beatificado en 1995. Entró en la Hermandad de Sacerdotes Operarios en 1910 y se ordenó 1912. Seguidamente fue destinado a México, al seminario de Cuernavaca, trasladado luego a Tacubaya. Expulsado de México, como los demás operarios, en octubre de 1924, fue prefecto en el seminario de Tortosa hasta 1934 y luego director espiritual, escribiendo en las revistas de la Hermandad y dirigiendo El Correo Josefino. Con la revolución de 1936 marchó a su pueblo (Vinaroz) el 22 de julio, donde fue arrestado y llevado a la cárcel de Castellón. Junto con Francisco (de Nuestra Señora de Lourdes) Carceller Galindo, fue fusilado en el cementerio el 2 de octubre.

Felix Alonso Muñiz, de 40 años y natural de Oseja de Sajambre (León), era sacerdote dominico, fue asesinado en Paracuellos de Jarama (Madrid) el 24 de noviembre de 1936 y beatificado en 2007 (ver artículo del aniversario).

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.