4.05.14

Reig Pla: ¿qué querían que dijese?

A las 10:56 AM, por Jorge
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No. No es que nos estamos volviendo tontos. Al revés, somos demasiado listos, por eso la libertad de expresión, el respeto a las ideas ajenas, la tolerancia, el diálogo y todas esas cosas, son siempre para los mismos.

Caramba la que se le ha venido encima a monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares por decir cosas como que el divorcio es una plaga, que el adulterio es injusto ante el otro cónyuge, que las rupturas matrimoniales son injusticia ante los hijos, y ya de paso que el aborto es un holocausto silencioso.

Lo del divorcio como plaga es muy antiguo, no sé de qué nos extrañamos ahora. En la antigüedad era así, tanto que Tertuliano llega a formar que “las mujeres anhelan el divorcio, como si fuera la consecuencia natural del matrimonio”. En China, país para nada mayoritariamente católico, son las mismas autoridades las que están enviando cartas de “reconsideración” a las parejas que han iniciado los trámites para solicitar el divorcio. La doctrina de la Iglesia en este punto es clara, basta ver el catecismo de la iglesia católica en su número 2385, en que se refiere al efecto contagioso del divorcio que lo constituye en una auténtica plaga social. Si quieren más, ahí está el número 225 del compendio de doctrina social de la Iglesia que se refiere al divorcio como auténtica plaga social.

En cuanto al aborto el mismo papa Francisco dice de él que es un delito abominable.

Pues ya ven, sale un obispo, dice exactamente lo que dice la doctrina de la Iglesia y se lía. Qué les voy a contar los comentarios que sobre estas últimas declaraciones de monseñor Reig Pla se han dejado por toda la red. Desde diarios que se las dan de moderados como El Mundo hasta Religión Digital (en realidad son los mismos).

El escándalo es que un obispo ha tenido las santas narices de recordar la doctrina de la Iglesia en temas actualmente tan poco amables como divorcio, adulterio o aborto. ¿Qué querían? ¿Qué dijese que era partidario del aborto, que estuviera encantado con el número de divorcios, que le produjera especial satisfacción la ruptura de la familia, la falta de compromiso de las parejas? ¿O tal vez lo que se busca es evitar cualquier postura contraria a una forma de ver la vida completamente alejada de Cristo y de la Iglesia?

Seamos claros. En este país antes llamado España uno puede hablar prácticamente de todo y será respetado. Ojo, he dicho prácticamente. Respeto para los indignados, antisistema y grupúsculos de izquierda, pero palo y tentetieso a cualquier grupo de extrema derecha (y no me gustan ni unos ni otros). Respeto para gays, pero no para un obispo que recuerda la doctrina de la Iglesia. Porque claro, a un gay “practicante” le dices que su forma de vivir su sexualidad según la Iglesia es antinatural y pecado mortal y eso es homofobia. A un obispo le dices fascista, alejado de la realidad, troglodita y profeta de calamidades, y eso es libertad democrática de opinión. Anda ya.

Ser católico no es obligatorio, como no lo es ser miembro del club de ajedrecistas reunidos o de la asociación de amigos de la paella, evidentemente salvando todos los matices salvables, que ya me estoy viendo algunas reacciones. Pero uno no puede hacer paellas cambiando el arroz por chiles y frijoles. Y los obispos hablan para sus fieles y para quien desee escucharles.

A mí lo que me resultaría raro sería un obispo partidario del adulterio, de la defraudación fiscal, del falso testimonio, del aborto o del robo a mano armada. Pero está visto que aquí el raro soy yo.