5.05.14

 

Créame ustedes si les digo que no pensé que vería en mi vida un discurso como el que el cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigió hace unos días a la Presidencia de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas (LCWR por sus siglas en inglés).

Tras explicar a las religiosas que están equivocadas en su queja por la participación del delegado pontificio, Mons. Sartain, en la elección de conferenciantes para su encuentro anual, queja que va acompañada de una desobediencia absoluta a la hora de tener en cuenta dicha participación, el cardenal pone el siguiente ejemplo:

Me entristece enterarme de que ustedes han decidido conceder el Premio al Liderazgo Extraordinario durante la Asamblea de este año a una teóloga criticada por los Obispos de los Estados Unidos debido a la gravedad de los errores doctrinales en sus escritos. Es una decisión que será vista como una provocación abierta contra la Santa Sede y la Evaluación Doctrinal. No sólo eso, sino que aleja aún más a la LCWR de los Obispos.

Habría dado algo por ver las caras de las religiosas al oír al cardenal ser tan claro. Pero él mismo afirma que su contundencia tiene una razón de ser:

Me doy cuenta de que estoy hablando con bastante franqueza sobre este asunto, pero lo hago sabiendo que no hay ninguna otra forma de interpretar la decisión de otorgar este premio, ni dentro ni fuera de la Iglesia. Tengo entendido que Mons. Sartain fue informado de la selección de la homenajeada sólo después de que se tomó la decisión. Si hubiera estado involucrado en la conversación como establece el Mandato, estoy seguro de que habría añadido un elemento importante para la decisión, que luego podría luego haber sido diferente

Por si no les ha quedado claro, añade:

Esta decisión adoptada por la LCWR durante la aplicación de la Evaluación Doctrinal es ciertamente lamentable y demuestra claramente la necesidad de la estipulación en el Mandato de que los oradores y presentadores de los principales programas estén sujetos a la aprobación del Delegado. Por lo tanto, debo informarles de que esta disposición se considerará plenamente en vigor.

Lo que no acabo de entender es que luego diga que “también entiendo que los planes para la Asamblea de este año ya están en una fase muy avanzada y no veo la necesidad de interrumpirlos“. Estimado cardenal prefecto, no tendría nada de particular obligar incluso a esas religiosas rebeldes a cancelar la Asamblea. Porque ya verá usted como aprovechan la misma para hacerse las víctimas, criticarle por sus palabras e incluso pedir al Papa que las apoye. Si se van a quejar, que se quejen por algo más serio que una reprimenda pública.

Tras la reprimenda por la desobediencia sobre el funcionamiento de la Asamblea anual, el cardenal Müller entra en el asunto de la Evaluación Doctrinal que su dicasterio hizo de las religiosas. El prelado reconoce que la misma fue “durilla":

Sí, es un lenguaje duro y me imagino que resonó de forma áspera en los oídos de miles de religiosas fieles a la Iglesia. Lo siento mucho, porque lo último que querría la Congregación es poner en entredicho el elocuente e incluso el profético testimonio de tantas religiosas fieles. Sin embargo, las cuestiones planteadas en la Evaluación son tan esenciales y fundamentales que no hay otra forma de considerarlas más que como un movimiento que se aleja del centro eclesial de la fe en Cristo Jesús, el Señor.

Es decir, que Doctrina de la Fe fue contundente porque era necesario serlo. Y es por ello que el Prefecto se ratifica en el juicio doctrinal a la LCWR:

Durante los últimos años, la Congregación ha seguido con creciente preocupación la focalización de la atención dentro de la LCWR en torno al concepto de la Evolución Consciente. Desde que Barbara Marx Hubbard se dirigió a la Asamblea sobre este tema hace dos años, todos los números de su boletín de noticias ha discutido Evolución Consciente de alguna manera. Números enteros de la revista Occasional Papers se han dedicado a ella. Incluso hemos visto cómo algunos institutos religiosos modificaban sus declaraciones de intenciones fundamentales para incorporar conceptos y términos no desarrollados pertenecientes a la Evolución Consciente.

Una vez situado el toro en tablas, llega la estocada final:

Una vez más, pido disculpas si esto les parece excesivamente contundente, pero lo que tengo que decir es demasiado importante como para envolverlo en un lenguaje florido. Las tesis fundamentales de la Evolución Consciente se oponen a la revelación cristiana y, cuando se toman irreflexivamente, conducen casi necesariamente a errores fundamentales con respecto a la omnipotencia de Dios, la Encarnación de Cristo, la realidad del pecado original, la necesidad de la salvación y el carácter definitivo de la acción salvífica de Cristo en el misterio pascual.

Y luego el descabello:

Mi preocupación es si un enfoque tan intenso en nuevas ideas como la Evolución Consciente ha privado a las religiosas de la capacidad de sentire cum Ecclesia verdaderamente. Para expresarlo en forma de pregunta, ¿las numerosas religiosas que han escuchado conferencias sobre la Evolución Consciente o que han leído elaboraciones sobre la misma perciben siquiera las divergencias con respecto a la fe cristiana que se encuentran en ella?

Que el cardenal al que el Papa ha encomendado la tarea de ayudarle a velar por la fe de la Iglesia te diga si no eres capaz de percibir que una conferenciante se aparta radicalmente de la fe católica, es como si te estuviera preguntando: ¿pero tú de verdad eres católico?

Müller explica a continuación que eso de la Evolución Consciente es gnosticismo, no cristianismo ni catolicismo. Y advierte a las religiosas que el servicio a los pobres no va por un lado y la fidelidad al evangelio por otra:

No creo que esté exagerando si digo que las ideas futuristas presentadas por los defensores de la Evolución Consciente en realidad no son nuevas. La tradición gnóstica está llena de afirmaciones similares y hemos visto una y otra vez en la historia de la Iglesia los resultados trágicos de probar este fruto amargo. La Evolución Consciente no ofrece nada que pueda nutrir la vida religiosa como un testimonio particular y profético enraizado en Cristo, que revela el amor divino a un mundo herido. No presenta el tesoro que no tiene precio, por el que las nuevas generaciones de jóvenes dejarán todo para seguir a Cristo. ¡Pero el Evangelio sí! ¡Y el servicio desinteresado a los pobres y marginados en el nombre de Jesucristo también!

Consciente de que acaba de darles un rapapolvo histórico, el cardenal Müller muestra su aprecio por las religiosas en la Iglesia:

He planteado varios puntos en estos comentarios, así que voy a parar aquí. Tengo una deuda incalculable con las religiosas, que han formado parte de mi vida durante mucho tiempo. Ellas fueron las que me inculcaron el amor por el Señor y por la Iglesia y me animaron a seguir la vocación a la que el Señor me estaba llamando. Por tanto, las cosas que he dicho hoy nacen de un gran amor.

Pero al mismo tiempo, lanza una advertencia a la LCWR:

… la Santa Sede considera que la vitalidad carismática de la vida religiosa sólo puede florecer dentro de la fe eclesial de la Iglesia. La LCWR, como una entidad canónica dependiente de la Santa Sede, tiene una grave obligación de promover esa fe como el fundamento esencial de la vida religiosa. El estatus canónico y la visión eclesial van de la mano y, en esta fase de la aplicación de la Evaluación Doctrinal, estamos buscando una expresión más clara de esa visión eclesial y signos más sustanciales de colaboración.

Mucho me temo que el cardenal Müller ha predicado en el desierto de la soberbia y la rebeldía de esas religiosas estadounidenses, pero quién sabe si Dios se aprovecha de sus palabras -así lo rogamos- para lograr la conversión de quienes, hoy por hoy, están bastante alejadas de la fe de la Iglesia. Y si tal conversión no se produce, habrá que pasar de las palabras a los hechos.

Luis Fernando Pérez Bustamante