6.05.14

Un amigo de Lolo - La voluntad de Dios está en nosotros

A las 12:10 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La voluntad de Dios está en nosotros

“Heredamos el deseo del bien como el azul de los ojos yo el pelo castaño”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (203)

Es posible que muchas personas, que son creyentes y tienen de Dios la mejor de las opiniones, se pregunten dónde encuentran a Dios. Es bien cierto que no podemos, siempre, quitar de nuestro corazón la necesidad de signos que concreten lo que creemos.

Dios, sin embargo, que, recordemos, nos creó y nos mantiene, no necesita de signo alguno para demostrar que existe. En realidad, todo signo es tan innecesario como necesitar demostrarse que uno respira y vive.

En cuanto a que somos creación del Todopoderoso mucho se ha dicho y escrito sobre eso. No hace falta, pues, abundar en tan elemental verdad. El caso es, sin embargo, que eso supone algo más que saber que, en efecto, somos hijos de Dios (y, como diría San Juan en su Primera Epístola, ¡lo somos!, así, con admiración y todo)

Muchas veces decimos y sostenemos que Dios nos dona una serie de talentos. También decimos y apuntamos que debemos hacerlos rendir y, para eso, traemos a colación la parábola del sembrador que, de la siembra, obtuvo una cosecha unas veces mala, otras buena y otras, las menos de las veces, más que buena.

¿Que qué significa esto?

En primer lugar, que como hijos del Padre tenemos unas posibilidades grandes en nosotros mismos y que no debemos ir muy lejos para encontrar dónde se encuentra Dios.

Pero, en segundo lugar, no debemos olvidar que, como herederos que somos del Señor, debemos hacer lo posible para eso se note.

Nada, pues, de comportamientos políticamente correctos ni de concesiones al qué dirán (llamado, también, respeto humano) Al contrario ha de ser nuestra forma de ser y nuestro llevar el cristianismo allí donde nos encontremos. En realidad, otra cosa ni podemos ni debemos hacer.

Es bien cierto, a este respecto, que somos pecadores y que, por mucho que creamos que no lo somos, las más de las veces nos equivocamos haciendo mal uso de la unión que nos acerca a Dios. Pecamos… luego, existimos como hijos.

Sin embargo, en nosotros, como propios de los tan citados talentos, existe una tendencia que debería ser natural y que es aquella que ha deprocurar, para nuestro projimo y, ¡ojo!, también para nosotros, llevar a cabo, tener, un comportamiento donde un valor como el bien se adueñe de nuestro ser.

En efecto, solemos decir que hay circunstancias en las cuales pareciera que no pudiera manifestarse otra cosa que no sea el odio o el pensamiento nigérrimo en contra de quien consideramos enemigo. Pues entonces, en tal momento (ahí, precisamente, ahí) debemos recordar que Dios nos quiere con corazón puro, manso, limpio y jovial.

Algunos dirán, como sostiene un dicho, que ¡verdes las han segado!Eso demostrará, entonces, que no han comprendido lo que significa ser hijo de Dios y que, como diría (a contrario) el Santo de lo ordinario, no han leído, mucho, la vida de Jesucristo.

La bondad, pues, es un don intrínseco a nosotros mismos y pretender que sea una “rara avis” es lo mismo que sostener que Dios es Bueno pero que castiga porque es malo. ¡No! En caso de que nos castigue es que, seguramente, lo tenemos más que merecido y, seguramente, habrá tenido mucha paciencia con nosotros. Tanta como falta de bien derive de nuestros actos y omisiones.

Y es que Dios lo ve todo. Pero todo, todo.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán