9.05.14

Bocazas eclesiales

A las 12:35 PM, por Jorge
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Dice el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que bocazas es “persona que habla más de lo que aconseja la discreción”. Mala cosa tener alguien cercano de esa condición, porque eso resulta estar en un constante peligro.

Cualquiera de nosotros hemos tenido con algún jerarca de la Iglesia, un sacerdote, un compañero, algún personaje, momentos de diálogo en los que se han podido deslizar pequeñas observaciones o desahogos que deben quedar en el ámbito de lo privado y el respeto a la intimidad. Más aún si encima se diera el caso que pudiera ser causa de escándalo.

Lo que vengo observando es que hay gente con un afán de notoriedad tal, que está deseando la más mínima confidencia para salir en todos los medios y soltar en público lo que no debería pasar de charla a todas luces privada. Me sorprende la cantidad de bocazas eclesiales que están apareciendo últimamente.

A mí que el papa Francisco llame a su peluquero, felicite la Navidad al de los periódicos, salude a la hermana Gundisalva de las reverendas de la lágrima derecha de San José no me parece ni bien ni mal. Que Su Santidad telefonee a una señora agobiada por estar casada civilmente con un divorciado, pues más de lo mismo. Ahora bien, si el peluquero, sor Gundisalva o la señora María automáticamente llaman a los medios, dan una rueda de prensa y explican con pelos y señales si el papa dijo “aló” o bien “qué hay viejo”, es cosa de bocazas. Pero uno no va a pedir discreción al vendedor de prensa. Mal está, pero es eso: el kioskero.

Más delito tiene que el bocazas lo sea nada menos que un cardenal de la Santa Madre Iglesia. Leo esta mañana en la prensa que el cardenal Kasper, en una entrevista concedida a la revista Commonweal, afirma nada menos que el papa Francisco le confesó que cree que el 50 % de los matrimonios no son válidos.

Para empezar me parece una imprudencia de juicio del Santo Padre llegar a esa conclusión. Es completamente incongruente que para revisar la validez o no de un matrimonio se exijan a los tribunales eclesiásticos unos procesos definidos y muy claritos, y que a la vez uno pueda decidir que el 50 % de los matrimonios no son válidos. Que digo yo que por qué exactamente el 50, y no el 30, el 40, el 55,2 o el 76,7 %.

Pero bueno, llego a comprender el desahogo del papa Francisco en un clima de confianza quizá motivado por la impresión de que el matrimonio no se celebra con seriedad, que faltan cosas. Concedido. Pero lo que no puede hacer todo un señor cardenal, amos digo yo, es soltarlo en una revista así por las buenas, faltando a la confianza de Francisco y tratando, me barrunto, de echar un pulso a monseñor Müller en el tema de la comunión a los divorciados vueltos a casar. A un cardenal que es capaz de soltar eso y nada menos que en una entrevista, que queda escrito, lo menos que se le puede llamar es bocazas. Bocazas cardenalicio, pero bocazas.

Mucho me temo que el asunto sea otro. Que frente a la contundencia de monseñor Müller y otros cuantos purpurados sobre la imposibilidad de acudir a la comunión eucarística de los divorciados que conviven con otra pareja, contundencia avalada por una serie de documentos que quitan el hipo, haya decidido contrarrestar, ante la falta de argumentos, con la gracieta de que si el papa en confianza me dijo que si tantos matrimonios no son válidos.

Qué quieren que les diga. A mí lo del cardenal Kasper contando en una entrevista que aparece escrita en una revista que si el papa me dice, que si me confesó… me parece de bocazas. Cardenalicio, pero bocazas. Y si además lleva por delante otro propósito, que me lo barrunto, además de bocazas, rastrero.