16.05.14

¿Se está produciendo un calentamiento global antropogénico catastrófico? –5

A las 1:18 AM, por Daniel Iglesias
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Comentario del libro: Steve Goreham, The Mad, Mad, Mad World of Climatism –Mankind and Climate Change Mania, New Lenox Books, New Lenox IL USA, 2012.

1. Rayos de sol, céfiros y combustible verde y frondoso

En el Capítulo 11, el más largo del libro, Goreham critica las políticas energéticas impulsadas por la ideología climatista.

Las fuentes “medievales” de energía renovable (sol, viento, leña, fuerza animal) fueron reemplazadas por hidrocarburos durante los últimos dos siglos porque estos últimos entregaban más potencia, eran más baratos y estaban disponibles cuando se los necesitaba. Ese reemplazo fue un factor crucial del desarrollo económico moderno. Las sociedades desarrolladas usan mucha energía per capita. Hoy muchos intelectuales de élite (Paul Ehrlich, Al Gore, el Club de Roma, etc.) propugnan una limitación del uso de energía. “¿Qué mejor forma de reducir el crecimiento energético que abrazar el climatismo? Si las emisiones de origen humano están destruyendo el clima de la Tierra, entonces el uso de carbón, petróleo y gas debe ser detenido. Además, la promoción de energía renovable ineficiente y costosa es un método excelente de retardar el uso global de energía” (p. 186), y por tanto retardar el desarrollo económico.

A pesar de más de 20 años de alboroto mediático y de la enorme ayuda financiera de los gobiernos, muchas predicciones sobre una masiva transición a la energía renovable han fallado estrepitosamente. De 1973 a 2009, la porción de los hidrocarburos en el suministro mundial de energía descendió apenas del 87% al 81% (un 6%); y casi todo su descenso se explica por el ascenso de la energía nuclear del 1% al 6% (un 5%). En 2009, las formas de energía solar, eólica y geotérmica (sumadas) representaron un 0,8% de la energía del mundo. Los biocombustibles y desechos representaron el 10,2%, pero la mayor parte de ese cantidad correspondió a leña, carbón vegetal y estiércol utilizados en países pobres. Sólo la décima parte de ese porcentaje (o sea, alrededor de un 1% de la energía mundial) correspondió a los biocombustibles “modernos”.

Las principales desventajas de la energía solar y la energía eólica son tres: son formas de energía diluida, intermitente y de alto costo. La densidad energética de la luz solar y el viento es baja. Una planta de generación de electricidad de 1.360 MW de potencia promedio entregada ocuparía 0,4 km2 para una planta de gas, 1,6 km2 para una planta de carbón, 4,2 km2 para una planta nuclear, 340 km2 para una planta eólica y 900 km2 para una planta solar. Por otra parte, debido a su carácter intermitente, la energía solar y la energía eólica no encajan bien en los actuales sistemas eléctricos de potencia. No pueden reemplazar a las centrales de “carga base” porque no son de bajo costo ni pueden operar las 24 horas; pero tampoco sirven en un rol de “seguimiento de carga” porque el pico de demanda es a menudo de noche, cuando no se cuenta con energía solar, y porque la energía eólica varía demasiado como para contar con ella para cubrir la demanda pico. “Hacia fines de 2010, Alemania había construido más de 20.000 turbinas eólicas y Dinamarca más de 5.000. Pero ninguna de ambas naciones ha sido capaz de cerrar ni una sola planta de energía basada en carbón” (p. 199). Además, el costo variable de la energía basada en carbón o gas natural es de 2-5 centavos de dólar por KW-hora, mucho menor que el costo de la energía eólica o solar. Por último, varios estudios de casos reales muestran que los sistemas de energía eólica no reducen significativamente las emisiones de CO2. Incluso desde el punto de vista climatista, la promoción a ultranza de la energía eólica es un gigantesco esfuerzo en vano (cf. p. 199).

Los gobiernos del mundo han abrazado con entusiasmo la promoción de los biocombustibles (etanol y biodiesel) para reducir las emisiones de CO2 de los sistemas de transporte, fijando metas muy ambiciosas para la sustitución del petróleo por biocombustibles y subsidiando fuertemente a estos últimos. Sin embargo, además de los grandes subsidios, los biocombustibles presentan otras desventajas importantes: A) Para producir la misma cantidad de energía que un litro de gasolina, se necesitan 4,5 litros de etanol. B) El biodiesel entrega más energía que el etanol, pero los cultivos de biodiesel tienen un bajo rendimiento por hectárea. Por lo tanto, la cantidad de tierra requerida para proveer cantidades significativas de etanol o biodiesel es enorme. La Unión Europea debería convertir un 70% de su tierra agrícola para proveer un 10% de sus necesidades energéticas. C) La producción de etanol requiere 40 veces más agua que la de gasolina; y la producción de biodiesel a partir de soja usa 268 veces más agua que la de gasolina. D) La demanda creciente de maíz y soja para biocombustibles causó la duplicación de los precios de esos productos en el período 2000-2010, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas pobres. E) Por último, la producción y el uso de biocombustibles contaminan el aire e incluso aumentan las emisiones de CO2. La hipótesis contraria se debió a un grave error de “contabilidad” que ya ha sido reconocido: los cultivos necesarios para producir biocombustibles sustituyen mucha vegetación que absorbería grandes cantidades de CO2. Cuando esta sustitución se toma en cuenta, los biocombustibles dejan de ser “neutrales respecto al carbono”. Incluso desde el punto de vista climatista, la promoción a ultranza de los biocombustibles es un gran error.

Los automóviles eléctricos tenían la mayor parte del mercado automotriz norteamericano a principios del siglo XX. En el siglo XXI el climatismo está impulsando un resurgimiento de los autos eléctricos; pero éstos todavía sufren las mismas desventajas importantes que causaron su desaparición hace un siglo: alcance corto, tiempo de carga largo, costo alto y poca vida útil de la batería. A pesar de la fanfarria de marketing y los incentivos gubernamentales, los autos eléctricos vendidos en los Estados Unidos en 2011 fueron unos 20.000, sobre un total de 13.000.000. “Incluso volúmenes de venta mayores no tendrán un efecto perceptible sobre las emisiones, dado que la mayor parte de la electricidad usada [por los autos eléctricos] es producida en plantas de energía que queman carbón o gas” (p. 214).

La sección titulada “Montañas de subsidios: la locura climática en Europa” (pp. 214-220) critica la falta de sentido económico del celo casi misionero con el que las naciones europeas promovieron la energía renovable en las últimas dos décadas.

La sección titulada “El mito del pico del petróleo” (pp. 220-222) recuerda muchas predicciones completamente fallidas sobre el próximo fin de las reservas de petróleo y muestra que éstas han crecido y siguen creciendo constantemente.

La sección titulada “La revolución del fracturamiento hidráulico [o fracking]” (pp. 222-226) afirma que el fracking está dando resultados espectaculares y tiene el potencial para entregar cantidades casi ilimitadas de gas y petróleo a precios asequibles. En los Estados Unidos, en los últimos 30 años, se han perforado más de 500.000 pozos usando la técnica del fracking y los casos de incidentes documentados de contaminación del agua son sólo dos, y sus causas son discutidas.

Goreham concluye el Capítulo 11 diciendo: “A todos nos gustaría creer que la energía renovable es la respuesta, pero no lo es. La revolución de la energía renovable propuesta por el climatismo es un espejismo. El mundo permanece abrumadoramente basado en combustibles de hidrocarburos. El enorme volumen de uso global de energía significa que los diluidos, intermitentes y costosos renovables serán incapaces de proveer una porción significativa del uso global de energía en las próximas décadas, si es que alguna vez lo serán. Pero la buena noticia es que la humanidad no se quedará sin fuentes energéticas de hidrocarburos en el corto plazo. Al contrario, la revolución del fracturamiento hidráulico promete siglos de suministro de gas natural y posiblemente petróleo, si el mundo puede sacudir las equivocadas garras de la locura climática.” (p. 226).

2. ¡Usted no puede hacer estas cosas!

En el Capítulo 12, el autor presenta unos cuantos ejemplos de comportamientos tontos inspirados por la ideología climatista. Mencionaré sólo tres de ellos.

Las cremaciones de cadáveres emiten muchas toneladas de CO2 por año. Una compañía australiana encontró una solución a este serio problema climático: un proceso de hidrólisis que disuelve un cuerpo en cuatro horas. La propaganda de la firma dice que la solución resultante puede ser usada para regar rosales (cf. p. 228).

Cada camello salvaje de Australia expulsa unos 45 kg de metano por año. Hay 1.200.000 camellos salvajes en Australia, lo cual constituye un problema climático casi tan serio como las emisiones de la cremación humana mundial. Una ley aprobada en Australia en 2011 aspira a la reducción de las emisiones de metano a través de la eliminación de las cabras, ciervos, cerdos y camellos salvajes. Se dispara a las pobres bestias desde helicópteros (cf. p. 231).

El Primer Ministro británico Tony Blair dijo en 2004 que todas las nuevas escuelas deberían ser modelos de desarrollo sostenible. Siguiendo la visión de Blair, una escuela de Londres construyó en 2010 un aula de “cero carbono”. Costó US$ 38.000 y no puede ser usada por los niños todo el año porque es enconadamente fría en invierno (cf. pp. 232-233). (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes

Nota: Las traducciones del inglés son mías.