El Papa se trasladó a las 8,00 de la Explanada de las Mezquitas al Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones. La pared de 15 metros de altura es, por razones históricas y religiosas, un lugar de culto para los judíos; es tradicional dejar pequeños trozos de papel escritos con votos y oraciones entre sus bloques de piedra. El rabino encargado del Muro recibió a Francisco y lo acompañó hasta él. Allí el Papa permaneció algunos instantes solo en silencio rezando, y como hicieron también sus predecesores, dejó entre sus grietas un papel en el que había escrito un Padre Nuestro y dijo: ”Lo he escrito a mano en español porque es la lengua en la que lo aprendí de mi madre”