30.05.14

¿Cristianos sin cruz?

A las 12:29 PM, por Cartas al director
Categorías : Cartas al Director

 

Los cristianos en general, y los católicos en particular, se han distinguido porque el seguimiento de Cristo les ha llevado a dar la vida por los demás de formas muy variadas. Unas veces literalmente dando testimonio con su martirio, otras ayudando a los necesitados. No por “buenismo humanista”, sin no por fe en Cristo Jesús, para que de una forma u otra su mensaje llegase a todas partes.

La educación ha sido una de las formas elegidas por multitud de órdenes religiosas (Maristas, Salesianos, Escolapios, Jesuitas…, etc) como una forma de evangelización, a la par que también se ayuda a los pobres a labrarse un futuro. Pero sin olvidar nunca que lo primordial es ser cristiano, y lo demás viene dado por añadidura. ¿O ya no es así?

Recientemente he escuchado al responsable de una orden religiosa en Sudán decir que ellos no evangelizan. Que educan técnicamente, y llevan los valores de su fundador a la gente “de forma implícita”. Que estos valores son universales y que los musulmanes los aceptan bien. Excepto los extremistas.

En otro colegio religioso (omitiré el nombre) algunos padres han protestado “porque se da clase de religión y se reza por la mañana”. Sí, como lo oyen.

En un tercero, centro dependiente directamente del obispado de mi ciudad, ya no se ve ni una cruz por ningún lado. Al preguntar un día la razón de ésto, la respuesta fue “no vayamos a espantar a los alumnos”. El centro es privado, si se me permite la maldad.

Entre gente de Iglesia, y supongo que de buena fe, hoy se tiende a desdeñar la cruz. “No conviene ser exagerados” dicen. “Eso podría echar a la gente afuera”…

Las vocaciones no cesan de caer, la asistencia a la misa dominical (de la diaria para que hablar) lo mismo y de forma alarmante la edad de los parroquianos sube y sube.

Y no solo es que la gente sea perezosa o acomodada, o sea débil. Es que además critican a quienes tratan de llevar una vida cristiana practicante de “ultracatólicos” e incluso de “talibanes”.

Ser Cristiano significa precisamente abrazar nuestras cruces. Grandes y pequeñas, diarias y extraordinarias. No con ánimo masoquista del sufrir por sufrir, sino porque el mismo Cristo lo hizo para nuestra salvación. Y por ello huir de la cruz, es huir de Cristo mismo.

El ejemplo de los mártires (hoy casi olvidados, porque parece que sus historias escandalizan en lugar de enseñar) fue uno de los principales ejemplos evangelizadores.

Todas las religiones piden que recemos a un dios, que realicemos unos ritos, que celebremos unas fiestas, que tengamos una moral, que ayudemos al necesitado…pero solamente una religión, la cristiana, nos pide que amemos al enemigo, que amemos nuestra cruz.

…Y mientras tanto ¿Cuál es la realidad hoy, frente a la de esa época dónde ser cristiano era jugarse la vida y por el contrario los miembros de la Iglesia no dejaban de crecer día a día?:

Católicos que no van a misa. Que no comulgan. Que no confiesan (o si lo hacen es “con Dios”, no “con el cura”).
Católicos que no guardan la castidad. Que no están abiertos a la vida. Que utilizan la anticoncepción, que justifican el aborto “en algunos casos” (cuando no siempre); y de igual manera defienden la eutanasia de los enfermos, “para que éstos no sufran”.
Católicos que se incineran. Que desobedecen el magisterio de la Iglesia,
Católicos que ya… ni rezan.

¿Llegaremos a ver “católicos” que ya ni se bautizan?.

Hoy me pregunto qué pensaría esta sociedad de los siete mártires macabeos, quienes delante de su madre, quien no cejaba de animarles, sufrieron toda clase de torturas y finalmente la muerte con tal de no desobedecer a Dios.

Eso sí, cuando hablo de la sociedad de hoy, me refiero a la nuestra, a la occidental. Que con nuestro estado de bienestar ha sacado a Dios afuera para que qnos quepan más cosas.

Porque mientras estamos en nuestro sofá, a pocas horas de avión de nuestras ciudades, gente como Asia Bibi en Pakistán, o Mariam Ishaq en Sudán nos siguen recordando que es la fe. Condenadas por cristianas, abrazan su cruz.

Pablo Santos