ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 01 de junio de 2014

La frase del día domingo 1 de junio

"El hombre es fiel creyendo a Dios, que promete; Dios es fiel dando lo que promete al hombre" San Agustín

 


El papa Francisco

Francisco en el Reg. Coeli: Jesús resucitado está cerca de los cristianos perseguidos
El Santo Padre en el domingo de la Ascensión recuerda que Jesús nos obtiene el perdón del Padre mostrándoles sus heridas

Francisco: 'Renovación Carismática, una corriente de gracia en la Iglesia
Un Estadio Olímpico repleto ovacionó al papa Francisco. 'Renovación es una gran fuerza al servicio del evangelio en la alegría del Espíritu Santo'

"Vamos a llevar a los jóvenes de España un mensaje de esperanza y alegría"
Entrevista con Pablo Emilio Rull Bravo, responsable del Ministerio Nacional de Jóvenes de la Renovación Carismática en España

Espiritualidad

Beato Juan Bautista Scalabrini
«Mártir de la verdad, padre de los migrantes y apóstol del catecismo. Fue obispo de Piacenza, fundador de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), y cofundador de las Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón»


El papa Francisco


Francisco en el Reg. Coeli: Jesús resucitado está cerca de los cristianos perseguidos
El Santo Padre en el domingo de la Ascensión recuerda que Jesús nos obtiene el perdón del Padre mostrándoles sus heridas

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 01 de junio de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buen día!

Hoy en Italia y en otros países se celebra la Ascensión del Jesús al cielo, que se registró cuarenta días después de pascua. Los Actos de los Apóstoles cuentan este episodio, la separación final del Señor Jesús de sus discípulos y de este mundo. El evangelio de Mateo en cambio indica el mandato que Jesús le da a los discípulos: la invitación a ir, partir para anunciar a todos los pueblos el mensaje de salvación. 'Salir', o mejor 'partir' se vuelve la palabra clave de la fiesta de hoy: Jesús parte hacia el Padre y les manda a los discípulos que partan hacia el mundo.

Jesús parte, asciende al cielo, o sea vuelve hacia el Padre, quien le había enviado al mundo. Hizo su trabajo y retornó al Padre. Pero no se trata de una separación, porque él se queda siempre con nosotros, de una nueva manera. Con su ascensión el Señor resucitado atrae la mirada de los apóstoles --y también nuestra mirada-- a las alturas del cielo para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre. Él mismo dijo que se habría ido para prepararnos un lugar en el cielo.

Entretanto, Jesús se queda presente y operante en las situaciones de la historia humana con la potencia y los dones de su Espíritu; está al lado de cada uno de nosotros: mismo si no lo vemos con los ojos, él está, nos acompaña y guía, nos toma de la mano y nos levanta cuando caemos.

Jesús resucitado está cerca de los cristianos perseguidos y discriminados, cercano a cada hombre y mujer que sufre, está cercano de todos nosotros. Incluso está hoy aquí con nosotros en esta plaza. El Señor está con nosotros. ¿Ustedes creen esto?

Lo decimos juntos, todos, 'El Señor está con nosotros'. Otra vez: 'El Señor está con nosotros'.

Cuando Jesús va al cielo, le lleva al Padre un regalo. ¿Han pensado a esto? ¿Cuál es el regalo que Jesús le lleva al Padre?

Sus heridas, este es el regalo que le lleva al Padre. Su cuerpo es hermoso, sin hematomas, sin las llagas de la flagelación, todo hermoso. Pero ha conservado las heridas. Y cuando va a lo del Padre le dice: 'Padre, este es el precio del perdón que Tú nos das'.

¡Y cuando el Padre mira las heridas de Jesús, nos perdona siempre! ¡No porque nosotros somos buenos, sino porque él ha pagado por nosotros!

Viendo las heridas de Jesús el Padre se vuelve más misericordioso, más grande y esto es el gran trabajo que Jesús hace en el Cielo. Y Jesús está también presente mediante la Iglesia que él ha enviado a prolongar su misión. La última palabra de Jesús a los discípulos fue el mandato de partir: “Id por lo tanto y haced discípulos a todos los pueblos”.

¡Es una mandato preciso, no es facultativo! La comunidad cristiana es una comunidad 'en salida', 'que parte'. Más aún la Iglesia nació en 'salida'. Aunque ustedes me dirán: ¿Y las comunidades de clausura? Sí, también éstas, porque están siempre en salida con la oración, con el corazón abierto al mundo, a los horizontes de Dios. ¿Y los ancianos y enfermos? También ellos, con su oración y la unión a las heridas de Jesús.

A sus discípulos misioneros Jesús les dice: 'Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final del mundo”. ¡Nosotros solos, sin Jesús, no podemos hacer nada! En la obra apostólica nuestras fuerzas no son suficientes, nuestros recursos, nuestras estructuras, mismo si son necesarias, no bastan.

Sin la presencia del Señor y la fuerza de su Espíritu, nuestro trabajo, mismo estando bien organizado, resulta ineficaz.

Y así vamos a decirle a la gente quién es Jesús. Pero no quiero que se olviden cuál es el regalo que Jesús le llevó al Padre: ¿Cuál es el regalo? Las heridas, así, porque con estas heridas le hace ver al Padre el precio de su perdón.

Y junto con Jesús nos acompaña María, nuestra Madre. Ella está ya en la casa del Padre, es Reina del Cielo y así la invocamos en este tiempo, y Ella como Jesús, está con nosotros, camina con nosotros. Es la Madre de nuestra esperanza”.

“Regina Coeli...”

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Francisco: 'Renovación Carismática, una corriente de gracia en la Iglesia
Un Estadio Olímpico repleto ovacionó al papa Francisco. 'Renovación es una gran fuerza al servicio del evangelio en la alegría del Espíritu Santo'

Por H. Sergio Mora, Rocío Lancho García

ROMA, 01 de junio de 2014 (Zenit.org) - En una tarde primaveral, el papa Francisco llegó al Estadio Olímpico de Roma, repleto y lleno de entusiasmo. Allí más de 50 mil personas llegadas desde 52 países le recibieron cantando aplaudiendo y agitando pañuelos, al son de “Hosanna en el Cielo...”

Es la primera vez en la historia que un Pontífice ha visitado este lugar y lo ha hecho para encontrarse con los miembros del movimiento Renovación Carismática Católica, que realiza su 37ª Asamblea Nacional. Este ha sido el momento más importante del congreso que realizan hoy domingo 1 y este lunes 2 de junio, y que lleva por lema "¡Convertíos! ¡Creed! ¡Recibid el Espíritu Santo!"

Un encuentro que concluyó con un llamamiento del Santo Padre: Hermanos y hermanas -dijo el papa Francisco antes de dar la bendición apostólica- acuérdense: adoren a Dios nuestro Señor, es este el fundamento, busquen la santidad en la nueva vida del Espíritu Santo. Eviten la excesiva organización, salgan a evangelizar por las calles, acuérdense que la Iglesia nació en salida esa mañana de Pentecostés. Acérquense a los pobres y toquen en ellos la carne herida de Jesús. Por favor no enjaulen al Espíritu Santo”. 

Apenas el Santo Padre entró en el principal estadio deportivo de Roma, Salvatore Martínez, presidente de la RCC en Italia, propuso cambiar los '¡Viva Francisco!', -que al Papa no le gustan- por ¡viva Jesús el Señor! Canto que el Papa se animó también a entonar.

"Aquí no están ni los seguidores de la Lazio, ni de la Roma, ni  del San Lorenzo, aquí somos todos seguidores de Jesús. Y nuestro entrenador es usted",  añadió Martínez.

El presidente italiano de RCC recordó que “el año pasado cuando le anuncié que íbamos al Estadio Olímpico, usted me dijo 'yo voy' y ha cumplido su palabra”. Por otro lado ha señalado que "nacimos con Pablo VI, crecimos con Juan Pablo II y ahora nos encontramos con usted aquí”.

Finalmente agradeció al Papa su presencia y comenzó un momento de intercesión, el Santo Padre por el pueblo y el pueblo por el Santo Padre. Recogidos en profunda oración, hubo unos instantes de oración en lenguas, don característico de este movimiento.

Le siguieron la lectura de los Hechos de los Apóstoles, sobre Pentecostés y los dones del Espíritu Santo.

A continuación dieron su testimonio, un sacerdote joven, un joven, una familia y una chica ciega. Tras cada intervención, el Santo Padre dirigía unas palabras breves: como a los jóvenes que les invitó a ser generosos: "No guarden la juventud solamente para ustedes, como en una caja fuerte, sería triste", dijo.

Después del testimonio de la madre de familia el Papa recordó: “Las familias son la Iglesia doméstica en donde Jesús crece en el amor de los cónyuges, en el amor de los hijos, por eso el enemigo ataca tanto a la familia, el demonio no la quiere e intenta destruirla”.

Y si bien “son pecadores como todos, quieren ir hacia adelante en la fe y en su fecundidad, y en la fe de los hijos. Que el Señor bendiga a la familia y la vuelva fuerte en esta crisis en la que el diablo la quiere destruir”.

Fue también emocionante el testimonio de la joven que dijo: “Soy ciega pero mi luz es Jesús”. Y añadió: "Rece por nosotros para que podamos dar testimonio a pesar de nuestra enfermedad”.

El Santo Padre después de abrazarla dijo: “Los hermanos y hermanas que sufren, que tienen enfermedades o que sufren limitaciones, son ungidas por el sufrimiento de Jesús y lo imitan en un momento difícil de su cruz". Y concluyó:"Gracias hermanos y hermanas por aceptar ser ungidos por el sufrimiento. Gracias por la esperanza de la que ustedes dan testimonio”.

Y añadió el Papa: “Le decía a Salvatore que falta alguien, quizás lo más importante, los abuelos. Ellos son la seguridad de nuestra fe, los ancianos. Fíjense cuando María y José llevaron a María el templo, dice el Evangelio que fueron conducidos por el Espíritu Santo. Los jóvenes tienen que cumplir la ley, los ancianos como el buen vino tienen esa libertad del Espíritu Santo. Es así”.

Tras unos instantes de silencio, delante de los 50 mil presentes el Papa recitó una oración: “Señor mira a tu pueblo que espera el Espíritu Santo, mira a los jóvenes, a las familias, a los niños a los enfermos, a los sacerdotes, a los consagrados, a nosotros los obispos, mira a todos. Concédenos la santa ebriedad del Espíritu, la que hace hablar todos los idiomas, de la caridad, siempre cerca de los hermanos y hermanas que tienen necesidad de nosotros. Enséñanos a no luchar entre nosotros para tener un poco más de poder, a amar más a la Iglesia que es nuestro partido, enséñanos a tener el corazón abierto para recibir el Espíritu. Envía tu espíritu sobre nosotros. Amén”.

Y les agradeció por la calurosa acogida. Recordó cuando celebraba en Buenos Aires, con Renovación Carismática, le gustaba tanto el canto 'Vive Jesús el Señor' después de la consagración. ¡Gracias me he sentido en mi casa!, dijo.

“Ustedes, Renovación Carismática -prosiguió el Santo Padre- han recibido un gran don del Señor, han nacido del Espíritu Santo como una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia".

“Cuando pienso en ustedes carismáticos me viene la imagen de la Iglesia en un modo particular. Pienso en una gran orquesta en donde cada instrumento es diverso del otro, pero todos son necesarios. Precisó que “ninguno en Renovación puede pensar ser más importante o más grande que el otro, porque si alguno se siente más importante, entonces inicia la peste. Nadie puede decir yo soy el jefe, porque tienen un solo Señor, el Señor Jesús”.

Recordó cuando los escuchó por primera vez y pensó que confundían la fe con una escuela de samba. “Y al final entendí el bien que Renovación hacia a la Iglesia”. Y que esta historia termina en un modo particular: “Pocos meses antes de ir al cónclave fui nombrado como asistente del movimiento carismático en Argentina".

Recordó que “en los primeros tiempos se decía que los carismáticos llevaban siempre una Biblia y Nuevo Testamento: "¿Lo hacen todavía hoy? ¡No estoy tan seguro!" bromeó. Y los invitó: "Vuelvan siempre al primer amor, llévenlo siempre en el bolsillo y lean algo”.

Advirtió entretanto sobre “el peligro de la excesiva organización, se necesita, pero sin perder la gracia de dejar a Dios, ser Dios, y no hay mayor libertad que dejarse llevar por el Espíritu para que nos oriente y nos lleve dónde él desea. Él sabe lo que necesita cada ocasión”.

“Otro peligro -añadió el Pontífice- es volverse controladores de la gracia de Dios. Tantas veces los responsables, me gusta llamarlos servidores, se vuelven administradores de la gracia, decidiendo quién puede recibir la efusión en el Espíritu y quién no. Y si alguien lo hace, por favor no lo hagan más. Ustedes son dispensadores de la gracia de Dios y no controladores. No sean aduana al Espíritu Santo”.

"¿Qué se espera el Papa de ustedes?", dijo. "Primero la conversión y amor de Jesús que cambia la vida y hace de un cristiano testimonio de Dios. Espero que compartan en la Iglesia la difusión del Espíritu Santo”. También “que Jesús está vivo y ama a todos los hombres”. Y que den “testimonio delante de otras Iglesia que creen en Jesús como Salvador” manteniéndose unidos en el amor de Jesús y en esta unidad que debemos tener todos nosotros.

Recordó que “Renovación es por su naturaleza ecuménica. Acérquense a los pobres y necesitados para tocar en sus cuerpos a la carne herida de Jesús. Busquen la unidad de la Renovación, porque la unidad viene del Espíritu Santo. La división viene del demonio, escapen de las luchas internas, por favor”.

Agradeció también a quienes están organizando el gran jubileo del 2017, e indicó que “espero celebrarlo en la plaza de san Pedro”. 

Al concluir sus palabras, toda la asamblea ha rezado por el Santo Padre, quien de rodillas ha recibido esta intercesión por él. Todo el estadio en pie y con lo brazos extendidos hacia Francisco ha orado pidiendo su bendición.

Además, le han entregado como regalo una Virgen de las manos alzadas, hecha por detenidos en las cárceles que se están reinsertando.

Para finalizar, se ha bailado un flash mob. Guiados por un grupo de jóvenes desde el palco, todo el Estadio ha bailado ¡Jesús es el Señor, Aleluya!

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"Vamos a llevar a los jóvenes de España un mensaje de esperanza y alegría"
Entrevista con Pablo Emilio Rull Bravo, responsable del Ministerio Nacional de Jóvenes de la Renovación Carismática en España

Por Rocío Lancho García

ROMA, 01 de junio de 2014 (Zenit.org) - Desde España han llegado hasta el Estado Olímpico de Roma varios grupos de españoles para compartir con la Renovación Carismática Católica en Italia la 37ª Asamblea Nacional, que este año será recordada como la Asamblea a la que asistió el Santo Padre.

ZENIT ha tenido ocasión de hablar con Pablo Emilio Rull Bravo, responsable del Ministerio Nacional de Jóvenes de España. Pablo, con un grupo de 12 jóvenes, se encuentra en el Olímpico viviendo esta ocasión histórica para el movimiento. Venir aquí, "fue algo fortuito, el deseo de compartir este encuentro con el Papa y la Renovación en Italia. Y así diferentes personas de diferentes partes de España tuvimos este deseo viajar a Roma y uno de nosotros se encargó de organizar al grupo. Ahora estamos muy ilusionados", cuenta Pablo.

Asimismo, nos explica que desde esta mañana "hemos vivido un encuentro profético, un encuentro con un mensaje para el mundo entero y un mensaje que queremos transmitir a nuestra gente y nuestros jóvenes en España porque creemos que es una línea espiritual que guía nuestro corazón para saber por dónde caminar".

Por otro lado, muchos de ellos verán al Santo Padre por primera vez, por ello nos indica Pablo que "es muy emocionante ver al papa Francisco, que se nos ha metido en el corazón por su forma de transmitir la fe, por su forma de hablar a los jóvenes, por su forma de expresarse. Cercano a la Renovación como es, tenemos muchísima ilusión por poder estar cerca de él y con muchas ganas de escuchar sus palabras. Estamos seguros que serán palabras que podremos saborear el resto del año".

Además, ha añadido que el hecho de que el Papa participe hoy en un encuentro de la Renovación "para nosotros es un privilegio y una alegría. No nos sentimos 'más' porque venga a este encuentro, ya sabíamos que el tenía simpatía por esta corriente de gracia, más bien nos sentimos alentados a seguir en este lugar dentro de la Iglesia, a seguir viviendo la fe tal como la vivimos, sabiendo que no somos unos pocos sino que somos parte de la Iglesia, como cualquier otro movimiento".

Reflexionando sobre las frutos que este encuentro dará al movimiento señala que "un fruto puede ser que la Renovación siga siendo acogida, abrazada por otras realidades dentro de la Iglesia, se siga produciendo este camino de ser visto con buenos ojos y entender que el mensaje que nosotros queremos transmitir es el mismo mensaje que transmite toda la Iglesia pero simplemente con esta forma renovada de expresarlo, que pretendemos que llegue a los corazones tal y como ha llegado a los nuestros".

Para finalizar, el responsable del Ministerio de Jóvenes de la RCC en España, observa que ahora "los jóvenes de la Renovación en nuestro país, comparado con cuando yo era joven somos muchos, comparado con otros movimientos quizá somos pocos. Pero lo importante es que son jóvenes con muchas ganas, jóvenes del mundo, jóvenes normales que viven en sus ambientes, con su gente pero transmitiendo ese aroma especial, ese ser centinela, ser guía para otros jóvenes de la Iglesia y de fuera de la Iglesia, que aunque no saben qué les pasa ven en ellos algo especial.

Son jóvenes con las mismas fragilidades que los otros pero que entienden que el camino de la vida pasa por encontrarse con Cristo y porque ese momento no quede en un momento puntual". Y a estos jóvenes, afirma Pablo Emilio, después de este encuentro en Roma "vamos a llevarles un mensaje de esperanza, de alegría. Les haremos ver a todos los jóvenes que no somos pocos, somos muchos. La esperanza es Cristo y estamos llamados a seguir en la misma línea, el mismo camino y el mismo recorrido que estamos haciendo hasta ahora pero con fuerzas renovadas porque la victoria es de Cristo, la victoria es nuestra y estamos viviendo una aventura emocionante y vamos a seguir viviendo una aventura emocionante en los próximos años hacia las bodas de oro de la Renovación".

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Espiritualidad


Beato Juan Bautista Scalabrini
«Mártir de la verdad, padre de los migrantes y apóstol del catecismo. Fue obispo de Piacenza, fundador de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), y cofundador de las Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 01 de junio de 2014 (Zenit.org) - Isabel Orellana Vilches

Se definió a sí mismo diciendo que era: «uno que se pone de rodillas ante el mundo para implorar como una gracia el permiso de hacerle el bien». Perfecta descripción de este defensor de la «unidad en la verdad». Nació en Fino Mornasco, Como, Italia, el 8 de julio de 1839. Pertenecía a una familia de clase media. Era el tercero de ocho hermanos. El rezo comunitario del rosario, la devoción materna por Cristo crucificado y por María, entre otras, fueron lecciones inolvidables que aprendió en su hogar, aunque en sus hermanos calaron de forma desigual. Uno estuvo a punto de ser encarcelado por temas económicos, y otro tuvo que emigrar perdiendo la vida en la travesía. Los restantes destacaron en la política y en la universidad. Sus hermanas estuvieron cerca de él. Una alumbró a dos sacerdotes, y la benjamina respaldó generosamente sus proyectos y fue artífice de otros. Por su afán en compartir la fe con sus amigos, mientras estudiaba en el Instituto, se veía que estaba abocado a la consagración.

A los 18 años su padre le condujo al seminario. Fue ordenado en 1863 con un expediente impecable, impregnado de su grandeza humana y espiritual. Versado en ciencias modernas, políglota, inquieto e inteligente, cifró su afán evangelizador en el continente asiático. Contaba con la bendición materna que rogó hincándose de rodillas. Pero el prelado le disuadió diciéndole: «Tus Indias están en Italia». Comenzó siendo coadjutor de una modesta parroquia, misión breve porque el obispo pronto le encomendó otras. En 1867 se produjo una epidemia de cólera y por su heroica acción con los damnificados fue galardonado civilmente. Ese mismo año fue designado vicerrector del seminario; sería también su rector. Allí ejerció la docencia.

En esa época tomó contacto con el beato Luigi Guanella, que se ocupaba de los migrantes, y con dos científicos: Serafino Balestra, admirable por su labor con los sordomudos, y Antonio Stoppani que era, además, escritor. Los tres dejaron su huella en él. Y otro tanto sucedió con Jeremías Bonomelli, entonces arcipreste de Lovere, que sería nombrado obispo. Ambos se influenciaron entre sí compartiendo similares afanes. En 1870 fue nombrado párroco de San Bartolomé. Su quehacer apostólico y formativo era extraordinario. Fundó un jardín de infantes, promovió la obra de San Vicente destinada a niños enfermos y creó un oratorio para jóvenes. Se ocupó de los sordomudos a los que ayudó de manera decisiva aplicando el método fonético de su amigo Balestra. Y además, se implicó activamente en temas socio-laborales teniendo siempre como trasfondo el elemento espiritual. Allí escribió un catecismo para niños y dictó una serie de conferencias sobre el Concilio Vaticano I que no pasaron desapercibidas para Pío IX.

No tenía más que 36 años cuando ocupó la sede episcopal de Piacenza a la que fue elevado en 1876. Durante casi tres décadas actuó como un pastor infatigable, ejemplar. Tenía la agenda repleta con la administración de sacramentos, predicación, asistencia y educación al clero y a su grey. Visitó cinco veces las 365 parroquias de la diócesis a pie o a caballo, ya que aún no había llegado el progreso. Realizó tres sínodos, reformó los estudios eclesiásticos, consagró doscientas iglesias, etc. Y se preocupó por infundir en todos el amor por la comunión frecuente y la Adoración Perpetua. En 1895, junto al padre Giuseppe Marchetti, fundó la congregación de Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón.

Pero su acción más representativa la llevó a cabo con los emigrantes. Conocía perfectamente el drama del éxodo de los que partían de Italia con el ideal americano en sus corazones y la esperanza de una vida mejor. Muchos hallaron frustrados sueños y fe. Viendo el peligro que corrían de perderla, en 1887 instituyó la congregación de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), aprobada por León XIII, para darles asistencia religiosa y humana. A él se debe el traslado de santa Francisca Javier Cabrini a América en 1889 para socorrer a niños, huérfanos y enfermos italianos. El beato nunca abandonó a sus emigrantes. Visitó a los que se hallaban en América del Norte y del Sur en dos ocasiones.

Su consigna fue: «Hacerme todo a todos para ganarlos a todos para Cristo». Y ciertamente lo consiguió. Tuvo dilección por los pobres, especialmente los «vergonzosos» –personas que gozaron de gran posición venidos a menos por la crisis–, así como por los prisioneros. Fundó un instituto para sordomudos, organizó la asistencia a las obreras del arroz, impulsó la sociedad de mutuo socorro, asociaciones de obreros, cajas rurales y cooperativas. Con sus propios bienes rescató del hambre a millares de campesinos y obreros. Para ello vendió sus caballos, así como el cáliz y la cruz pectoral obsequios de Pío IX. Fue el creador del primer Congreso catequético nacional, y fundador de la primera revista italiana de catequesis. ¿Cuál era el secreto? Sus numerosas horas de adoración ante el Santísimo Sacramento. Decía que la oración «es la parte más viva, más fuerte, más poderosa del apostolado».

Era un apasionado de la cruz que solía apretar junto a su pecho suplicando: «Haz que me enamore de la cruz», y de María, de la que hablaba con vehemencia en las homilías que pronunciaba. Impulsor de las peregrinaciones a santuarios marianos, donó las joyas de su madre para coronar a la Virgen. A su paso fue dejando el sello de su amor por la Iglesia y el pontífice. Llevaba trazada en sus labios la bendición del perdón. Es memorable y profético el discurso que pronunció en el «Catholic Club» de Nueva York en 1901 sobre la emigración. El 1 de junio de 1905 falleció agotado por tantas fatigas. Antes exclamó: «¡Señor, estoy listo. Vamos!». Juan Pablo II lo beatificó el 9 de noviembre de 1997 denominándolo «mártir de la verdad», aunque ya era mundialmente conocido como el «padre de los Migrantes», y «apóstol del Catecismo», título otorgado por Pío IX. En 1961, alumbradas por su enseñanza, nacieron las Misioneras Seglares Escalabrinianas.

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