4.06.14

 

Desde que España es España, Cataluña ha sido parte nuestra. Da igual en qué fecha se sitúe el nacimiento de la nación española. La región catalana formaba parte del territorio español. Y antes de la reunificación bajo los reyes católicos, Cataluña pertenecía a la corona de Aragón. Es decir, nunca fue una entidad territorial totalmente independiente, aunque sí ha tenido cierto grado de autonomía en diversas fases de la historia. De hecho, actualmente cuenta con un grado de autonomía que no tiene parangón en el resto de países europeos.

Desde la llegada de la democracia a España, el nacionalismo catalán y vasco no ha hecho sino crecer y radicalizarse. Cuanto más se le ha dado -por necedad de los diversos gobiernos nacionales- más han pedido. Y ahora piden el derecho a decidir si se independizan o no, que es lo mismo que reclamar a que una parte de España le sea robada a los españoles sin que todos ellos puedan opinar.

Porque, señores míos, la democracia no consiste en que una minoría decide si impone su voluntad a una mayoría, sino exactamente lo contrario. Decir que Cataluña tiene derecho a decidir es negar a España ese mismo derecho. Porque España no sería España sin Cataluña, el País Vasco, Navarra, etc. Podría llamarse igual, pero sería otra cosa.

Por tanto, lo que el arzobispo anglicano Desmond Tutu pide es que los españoles estemos dispuestos a que se nos robe una parte de nuestra nación sin que movamos un solo dedo para impedirlo. Por mucho que se llame Desmond, por mucho que se apellide Tutu, por mucho que sea arzobispo anglicano y por mucho que tenga un prestigio internacional debido a su lucha contra el apartheid, lo que ha hecho ese hombre es una ofensa a los españoles que no debemos tolerar. El que tuviera razón en su defensa de la dignidad de los negros en Sudáfrica no implica que la tenga en su defensa del robo a España de partes de su territorio.

Distinto sería si ese señor, o cualquier otro, planteara que el pueblo español, todo él, decidiera admitir que algunas de sus regiones o comunidades autónomas pudieran independizarse. En mi opinión eso sería un grave error, porque una nación no es solo lo que le toca ser en un momento concreto de su historia. No tenemos derecho a tirar por el cubo de la basura lo que hemos heredado de nuestros ancestros. Pero no es menos cierto que han habido naciones que han dejado de existir por diversas vicisitudes históricas. No es imposible que esta generación apóstata de españoles acaba con la patria que hemos recibido de nuestros padres, abuelos y tatarabuelos.

Sea como sea, lo que tenga que ocurrir lo decidiremos todos. No tienen que venir de afuera a decirnos el qué, cómo y cuándo seguimos siendo España.

Luis Fernando Pérez Bustamante