PDF IC N991 080614¿Quién soy? Nombre: Susana López. (En la fotografía, la segunda por la izquierda, junto a otras religiosas de la Congregación de Esclavas de Cristo Rey)
Edad: 42 años.
Dedicación: Soy religiosa en la Congregación de Esclavas de Cristo Rey.

-¿Cómo cambia tu vida el conocimiento de Dios?

-En mi vida hay un antes y un después, cuando Dios pasa de ser “algo” a ser “alguien”. Todo cambia. Puedes tener más o menos unas vivencias religiosas, pero Dios era para mi una idea, y pasa a ser alguien personal, alguien presente y real, con el que puedes relacionarte, ahí cambia todo. El descubrimiento de esa presencia real viene acompañado de un deseo de seguirle a Él.

-¿Dónde te encuentras con Dios y tienes una experiencia más cercana de Él?

-Me invitaron a participar en unos Ejercicios Espirituales, nunca había tenido una experiencia de ese tipo, pero si me animé… nos dijeron que guardásemos silencio, hicimos oración con los textos de la Biblia… No tenía mucha experiencia, pero si que fue ese momento en el que descubrí un Dios personal con el que podía comunicarme. De aquí brotó todo lo demás y el deseo de poder ayudar a otros a que tengan esa misma experiencia de vida.

-¿Quién es Dios para ti?

-Dios es el que me hace libre, y me hace crecer. En mi relación con Dios lo que más destaco es el descubrimiento de la libertad, del amor incondicional y gratuito, y el llamamiento a vivir en plenitud.

-¿Cómo cambia tu vida después de los Ejercicios Espirituales?

-A raíz de participar en los Ejercicios me interrogo, experimento una alegría distinta y nace en mi un deseo muy grande de hacer oración. Cuando salía de trabajar buscaba momentos de silencio, iba a alguna Iglesia… encontré en el silencio esa presencia de Dios, que ya no podía dejar de buscar. Me planteo qué me está pasando, necesito discernir si verdaderamente lo que estoy experimentando es un deseo de entregar mi vida entera a Dios. A partir de ahí hay un proceso de año y medio de acompañamiento, en el que fui descubriendo más o menos cómo Dios iba ocupando un lugar mayor y el deseo de seguir a Dios, y estar con Él, y que la gente lo conozca.

-¿Por aquel entonces estabas trabajando?

-Si, me licencié en Derecho, y estaba trabajando cuando sentí esa experiencia fuerte de Dios, tenía la vida bastante encarrilada. Jamás pensé que terminaría optando por una entrega total. Para muchos fue sorprendente, no me movía en ambientes muy religiosos, ni yo misma lo esperaba. Fue darme cuenta de algo que me supera, algo muy grande, que no lo has buscado, fue complicado hasta que no tuve claro que iba en serio no comenté nada a nadie.

-¿Cuándo decides dar el paso y dejar trabajo, familia…?

-Todo fue muy curioso, coincidió con que en el trabajo me propusieron un ascenso, para el que tenía que hacer un curso de varios meses en Madrid. Yo estaba allí trabajando, pero me planteé que no podía hacer ese curso cuando estaba pensando en marcharme, sería poco honrado. Entonces ya hablé con mi jefe y le dije que no sabía si iba a seguir trabajando allí. Mis compañeros pensaron que me iba a trabajar a otra empresa… Cuando les comenté mis razones, la sorpresa fue tremenda. Me di cuenta que iba en serio, el trabajo me gustaba mucho, estaba muy agusto con todos, también en mi casa con mi familia. Me di cuenta de que todo eso lo podía dejar, y sintiendo una alegría muy grande. Dios es capaz de llenar mi vida.

-¿Cómo vives la fe?

-La fe es escuchar cómo Dios me llama a vivir en plenitud, a ser más libre y a poder dar vida a otros. La fe es recibir la vida que Dios me da, y poder compartirla con otros, no tanto a nivel racional, como a nivel de ideas. La fe si no es vida, no sirve para nada. Dios lo único que quiere de nosotros es que vivamos en plenitud y seamos libres. Me da mucha pena cuando hay gente que tiene miedo a Dios, y vive con tensión la fe, porque pienso que se están perdiendo esa vida que Él nos regala, y esa comunión con Él.

 (Iglesia en camino – Archidiócesis de Mérida-Badajoz)