24.06.14

Enfermos así necesitan a veces una ayudita para poder terminar

A las 11:19 AM, por Jorge
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Venía un servidor de atender a un enfermo. Un hombre muy anciano cuya vida se viene apagando desde hace días. Su situación ahora mismo es dura. Situación de espera a que el corazón se canse de latir. Puede pasar en un momento o aguantar aún días o semanas. Cosas difíciles de comprender, pero los caminos de Dios sabemos que son inescrutables.

Al llegar a la parroquia me preguntan por el enfermo, y al responder que sigue igual y que puede mantenerse en ese estado días o semanas, una persona, creyente, practicante, de esas de misa dominical de toda la vida, me dice lo siguiente: “hay veces en que enfermos así necesitan una ayudita para poder terminar".

¿Se imaginan la cara que se me quedó? Sobre todo porque te das cuenta de cómo esa mentalidad de total desprecio por la vida ha ido entrando en nuestra sociedad bajo capa de misericordia para el enfermo. Nadie va admitir en principio el asesinato directo de una persona, pero… sí te dicen que sufre, que siente angustia, que es por su bien, que es para que descanse, pues eso, si te apelan a la misericordina al final lo que es un asesinato puro y duro acaba convirtiéndose en una obra de misericordia.

Me impacta comprobar lo rastreros que nos hemos vuelto, cómo está imperando el cinismo en nuestro mundo, con qué desfachatez justificamos la muerte de un ser humano disfrazándola de generosidad y altruismo. No se me olvidará aquella mujer que nos contaba cómo su hija había tenido que abortar por un supuesto problema del niño. Lo terrible es que nos hablaba de la generosidad de su hija, que prefirió renunciar a ese hijo antes que traer al mundo un ser que viviría sufriendo toda su vida. Pues aquí más de lo mismo: para que el pobre anciano descanse y descanse toda la familia se le ayuda un poquito a morir y qué buenos somos y que compasivos con el abuelo, pero de una patada al otro mundo.

Una persona en supuesto estado terminal, y digo supuesto porque todos conocemos a enfermos desahuciados que han seguido viviendo años, lo que necesita es cariño, cercanía, oración, el amor de los suyos y los auxilios de la fe que le administra la Iglesia. Quién sabe el sentido de esa enfermedad, de su lento acabar, de tantos días aparentemente estériles.

Pero eso de la “ayudita” me ha dejado trastornado. El caso es que esta persona que me lo dijo, al ver mi reacción se dio cuanta inmediatamente de la barbaridad que estaba defendiendo. Pero lo preocupante es cómo esa mentalidad que se vende como misericordia y que consiste en quitarse de en medio a los seres humanos cuya vida consideramos nosotros que no merece la pena, se nos cuela por todas los rendijas.

Pues ya podemos tener cuidado. Cualquier día nos pasa como al del chiste de la suegra: que se clavó una espina del rosal y no hubo más remedio que rematarla.