El Papa nos ha pedido dialogar con todo el mundo

P. Gil Tamayo: «Nos encontramos en un panorama enormemente complejo y preocupante, en un cambio de época»

 

Las facultades de Teología, Derecho Canónico y Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) han organizado la primera edición de 'Diálogos de Yuste', que ha tenido lugar este lunes en el Real Monasterio de San Jerónimo de Yuste (Cáceres). Entre los participantes ha figurado el P. José María Gil Tamayo, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, quien ha asegurado que la Iglesia en España «está siendo observada por otros países en un momento de cambio»

30/06/14 8:49 PM


(Luis Santamaría/InfoCatólica) Resumen de la presentación y las ponencias:

Ángel Galindo – Presentación

La presentación de los Diálogos de Yuste estuvo a cargo del rector magnífico de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), Ángel Galindo, que dio la bienvenida a los asistentes y agradeció a los decanos de las tres facultades eclesiásticas (Teología, Filosofía y Derecho Canónico) la organización de la jornada académica, además de reconocer la presencia del obispo de Plasencia, mons. Amadeo Rodríguez, y su apoyo al monasterio de Yuste, que cuenta ahora con una nueva comunidad religiosa, los Paulinos, cuyo prior asistió a los Diálogos.

El rector enmarcó los Diálogos de Yuste en las diversas actividades formativas de la UPSA en verano, de acuerdo con las señas de identidad del centro, sobre todo con la formación de los profesores de Enseñanza Religiosa Escolar a través de los cursos para la obtención de la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA).

Junto a esto, destacó el tema del diálogo entre la Iglesia y la sociedad en la España actual. «En el acontecimiento de la Encarnación Dios se abajó y se puso a la altura del hombre, y éste ha sido el mayor acto de diálogo en la historia». No hay que centrarse en las relaciones Iglesia-Estado, y por eso «es hora de que la Iglesia dialogue con toda la sociedad, más allá de la relación con el Estado». Y añadió: «no podremos construir un futuro si no superamos los complejos liberales». En este diálogo hay dos niveles: las personas y las estructuras, y ambas necesitan conversión.

Amadeo Rodríguez – Palabras de bienvenida

Como prelado del lugar, también el obispo de Plasencia tuvo unas palabras de bienvenida y presentó tanto el monasterio de Yuste, habitado durante siglos por los monjes Jerónimos, como la comarca cacereña de La Vera, un enclave natural muy especial. Lugar que fue el escenario de un acontecimiento que cambió su historia, ya que fue escogido por Carlos V «para prepararse a bien morir después de una vida azarosa, llena de aciertos y de errores, como uno de los hombres más importantes de su tiempo».

Enrique Barrasa – Presentación

A continuación tomó la palabra Enrique Barrasa Sánchez, director general de la Fundación Academia Europea de Yuste, una institución pionera en Extremadura en la preparación de cursos de verano. Además de presentar las actividades de la Fundación que dirige, destacó el papel de la Iglesia católica en la sociedad española.

Primer diálogo: contexto cultural

Fco. Javier Herrero

El primer diálogo versó sobre el contexto cultural, y se inició con la intervención de Francisco Javier Herrero Hernández, sacerdote diocesano de Salamanca y decano de la Facultad de Filosofía de la UPSA.

Herrero recordó cómo murió en Yuste, con el emperador español, el sueño de una Europa unida bajo un mismo gobierno, ya que no se podía gobernar a súbditos de diversa confesión religiosa. «La historia no se puede repetir, pero tampoco desaparece, y nuestra identidad como personas y como pueblo depende de un ejercicio sano, respetuoso y comedido de memoria histórica», señaló.

La relación entre Iglesia y sociedad es anterior y más amplia que la que se puede dar con el Estado, explicó, enmarcando su discurso en la racionalidad, en las raíces del pensamiento, las ideas pre-políticas. En primer lugar, enunció los tres presupuestos básicos de su ponencia, y después pasó a desarrollarlos.

«El primer presupuesto consiste en que la relación entre sociedad e Iglesia sólo puede ser comprendida a partir de la relación entre Dios y la realidad. El carácter de una época se reconoce en la índole de dicha relación». Por eso, afirmó, «es central la cuestión de Dios, el mejor modo para plantear la situación eclesial actual. ¿Es posible seguir siendo creyentes con toda probidad intelectual?».

«La fe está puesta en peligro, y la mayor amenaza para la religión en España radica en la vulnerabilidad de la misma fe, en el hecho trágico del poder de la incredulidad en el corazón del creyente», dijo. Además, «comprobamos una nueva situación cultural en la que la fe corre el peligro de ex-culturación, en la que incluso se llega a la cristianofobia, hostilidad, resentimiento y odio contra la fe».

Se pone en tela de juicio la existencia de la fe, el concepto de Dios, que «se ha vuelto un extraño en nuestra casa europea, en una apuesta clara por una democracia sin Dios o al margen de Dios». Tenemos que volver a lo que ha dicho Benedicto XVI: «no actuar conforme a la razón no está de acuerdo con la naturaleza de Dios».

La metamorfosis de lo religioso supone una vuelta del politeísmo, algo que impide reconocer el rostro más originario de la religión y del mismo Dios. «El riesgo es que, ante este tipo de religiosidad difusa, politeísta, sin dioses… es reaccionar profanizándose, mundanizándose en exceso, recogiendo los ecos del viejo ateísmo cristiano, haciendo del cristianismo un humanismo».

Segundo presupuesto presentado por el decano de Filosofía de la UPSA: somos hijos de la modernidad, pero a la vez estamos engendrando un nuevo tiempo, aún por determinar. «Hay un malestar en la cultura actual, porque ya no se espera nada ni siquiera de la inmanencia… No sólo ha fracasado el ideal de cristiandad, sino que asistimos como testigos privilegiados a otro colapso: el de la modernidad occidental». El pronóstico de la secularización de las sociedades se ve como fallido, y se admite la pervivencia de las religiones en una situación post-secular. «Se reactiva la creencia religiosa en su pluralidad», tal como ha constatado Habermas.

«La laicidad está en crisis, aunque no se discute el principio su principio innegable y enriquecedor, explicó, «pero esto no implica aceptar sin más la separación entre religión y política, ni la privatización de la fe. Ni lo religioso se puede reducir a lo intimista y a lo subjetivo, ni lo público se puede identificar con lo estatal».

Tercer presupuesto: convergencia fundamental entre las razones de la fe y la racionalidad secular. «El diálogo sólo será posible si ambas instancias comienzan reconociendo ese suelo común, con una argumentación comprensible para todos».

Además, en la España actual «estamos en un momento de tránsito, y las religiones no dan problemas, porque la fe se presenta como una opción entre otras. La Iglesia sabe que tiene límites y se autolimita, por la legítima autonomía de las realidades temporales. La religión debe ser convocada en el marco de una plural libertad religiosa».

«En una España cada vez más compleja, la religión está llamada a desempeñar un papel cada vez más decisivo, por su esencia civilizadora y de resolución de conflictos. Por eso llamó a una laicidad abierta, que proteja el ejercicio plural de la libertad religiosa».

Antonio Ventura

El segundo en intervenir en el diálogo sobre el contexto cultural fue Antonio Ventura Díaz, profesor de la Universidad de Extremadura y ex-vicepresidente de la Junta de Extremadura. Recordó el trabajo compartido en una parroquia de Vallecas con mons. Alberto Iniesta, por aquel entonces obispo auxiliar de Madrid.

En un momento crítico para la Unión Europea «es necesario reflexionar sobre su origen como un proyecto de paz para el continente, buscando una Europa unida y próspera, que hoy es una realidad aunque con incertidumbres». Los padres del proyecto europeo se basaron en el humanismo cristiano y en unos valores trascendentes, y fueron ellos «los que establecieron las bases de la construcción europea. Todos ellos apoyaron su proyecto en el destino de Europa, que hunde sus raíces en el cristianismo».

Hoy, «el debate sigue abierto, acompañado de la crisis económica y europea», en un momento en el que el proyecto de paz y solidaridad se tambalea. «Venimos de dos sangrientas guerras mundiales que dejaron millones de muertos», recordó. «El cristianismo ha sido el elemento objetivo unificador de los pueblos europeos, y algunos países del Este le deben su conversión al cristianismo la razón de su incorporación a Europa», y aludió también a la coronación de Carlomagno como hecho fundacional. Después «los monjes benedictinos se encargaron de difundir el concepto de ‘europeidad cristiana’ en la Edad Media». Así, el ponente repasó todas las aportaciones de la Iglesia a la cultura europea.

Ventura reconoció que «si eliminamos lo cristiano de la base ideológica de nuestra sociedad, estamos eliminando la misma base, porque la raíz cristiana ha sido y sigue siendo el motor espiritual de empresas y valores de Europa», y esto se ha trasladado al continente americano, permeando la geografía, la literatura, el arte, la música, etc.

«La Iglesia, si está viva, debe tener capacidad de sorprender; si no, estará enferma. Debe salir al encuentro de la gente para proclamar el mensaje, aunque esto nos traiga problemas. Como dice el Papa Francisco, la Iglesia abraza al mundo pero lo deja libre», dijo el profesor. «Dios será siempre el gran tema de la cultura», afirmó.

Diálogo 2: Acción evangelizadora

José María Gil Tamayo

Comenzó el segundo de los Diálogos de Yuste con la intervención del secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el sacerdote José María Gil Tamayo, que inició sus palabras con una referencia a la intervención del cardenal Jorge Mario Bergoglio en las congregaciones generales antes del cónclave en el que resultó elegido como nuevo Papa. «Ahí está la síntesis de su magisterio más nuclear, tal como sale después en la exhortación Evangelii gaudium», explicó.

«¿Qué decía el cardenal Bergoglio en aquel momento? Él habla de la dulce y confortadora alegría de evangelizar. Evangelizar supone celo apostólico, que la Iglesia salga de sí misma y vaya a las periferias», resumió. «La Iglesia autorreferencial pretende tener a Jesucristo dentro de sí y no le deja salir. Entonces da lugar a la mundanidad espiritual, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia», explicaba Bergoglio. En aquellos apuntes el entonces arzobispo de Buenos Aires señalaba cómo tendría que ser el Papa siguiente.

«El Papa ha sacado su exhortación apostólica en un tiempo especialmente complejo». Además, «la Iglesia española está siendo observada por otros países en un momento de cambio», y destacó la situación política, social y económica de Europa, donde crecen las voces que ponen en cuestión el sistema político actual, «poniendo en duda los valores de la Transición, consolidados desde aquel momento en nuestro país».

«Nos encontramos en un panorama enormemente complejo y preocupante, en un cambio de época, y nuestro país está en el punto de mira». Junto a esto, nos encontramos «ante importantes cambios eclesiales». El pontificado de Benedicto XVI «se agigantará con el paso del tiempo, y descubriremos progresivamente su grandeza». La Iglesia católica se encuentra ahora con sus propias luchas, con su cansancio, con su epicentro en Europa… «pero el nuevo pontífice nos refleja la Iglesia que viene de América Latina. Es el primer Papa que ha sido ordenado sacerdote después del Concilio Vaticano II, con el perfil de un pastor enraizado en una trayectoria eclesial profundamente evangelizadora, de colegialidad episcopal, con un nuevo estilo».

«Con este pontífice, en una Iglesia cansada y con dificultades, en un mundo globalizado y de homogeneización cultural… ¿qué tiene que decir la Iglesia en España? Tiene que ser una Iglesia en salida, que sale a buscar a los hombres y mujeres de hoy, a las periferias existenciales», explicó Gil Tamayo. Refiriéndose a la reciente audiencia papal a la dirección de la CEE, afirmó que «el Papa nos ha pedido la semana pasada que les digamos a los obispos españoles que tenemos que dialogar con todo el mundo».

La acción evangelizadora en España ha de tener unos acentos, que el secretario general de la CEE resumió: la formación en clave de iniciación cristiana, el cuidado de la catequesis, la defensa de la asignatura de Religión, el trabajo de la pastoral familiar, la religiosidad popular, la presencia pública de la Iglesia «en una relación muy activa con la sociedad, después de la desamortización del laicado en la Iglesia, que ha supuesto la desactivación de su apostolicidad, de su trabajo en el mundo según la Doctrina Social de la Iglesia».

La transformación de la sociedad «tiene que venir desde la espiritualidad, desde la primacía de Dios y del encuentro con Cristo, para ser así los católicos transformadores eficaces de la sociedad».

Rafael Díaz-Salazar

El segundo en intervenir fue Rafael Díaz-Salazar, profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, con una mirada sociológica sobre la realidad de la Iglesia católica en España. «La Iglesia es una de las comunidades más relevantes en la sociedad civil», fue su primera afirmación. «En primer lugar, por el número de miembros que tienen una conexión explícita con la Iglesia. Yo calculo que entre 10 y 11 millones de personas constituyen la base o la membresía de la Iglesia. No hay ninguna institución en este país con tanta gente».

La segunda razón es «la capacidad que tiene la Iglesia de estar en tantos ámbitos de la vida nacional», y la tercera es «la valía y calidad de su pluralismo interno, eso sí, pésimamente gestionado, como si no tuviera una orquesta sinfónica, sino unos pocos instrumentos que dan conciertos de cámara, que son los eclesiásticos. Esto produce distorsiones en las generaciones jóvenes que no conocieron el proceso de modernización católica. Esta sociedad está a la espera de la sinfonía católica».

La España católica eclesial correspondería al 25 por ciento de los españoles, mientras que hay otro núcleo de «católicos no practicantes» con el 50 por ciento de la población. Lo más significativo en su crecimiento es el sector de los que no se identifican con el cristianismo, con la cuarta parte de los españoles. El 42 % de los jóvenes están en el ámbito de la increencia. «Si estas generaciones se consolidan, iremos a un escenario en el que no habrá fe pero seguirá habiendo procesiones», afirmó.

«Los obispos están en la zona más baja de confianza institucional de este país. El 76 % de los españoles adultos desaprueban la forma de ser y de estar de los obispos en nuestro país», explicó. Los curas de las parroquias están en el nivel medio-bajo, y su labor es vista con satisfacción por la mitad de la población. La acción social y Cáritas ocupa los niveles más altos.

En el ámbito socioeconómico, Díaz-Salazar destacó «la solidaridad de la Iglesia con las víctimas de la Iglesia. No es un dato, sino una realidad». También habló de «la irrelevancia de la Iglesia, salvo excepciones notables, en todo un ciclo de protesta social y de movilización ciudadana que ha llamado la atención de todo el mundo y también del Papa». Parece que la Iglesia se sabe mover como ONG, pero no como movimiento social. «También se detecta una no-activación, por parte de la Iglesia, de una tradición de crítica al reinado del dinero, de la primacía del bien común… La Iglesia tiene elementos importantes para ser crítica con el capitalismo. Ser críticos no es lo mismo que publicar documentos. Hay, por eso, una percepción social de que la Iglesia está a la vez con las víctimas y con los victimarios», afirmó.

En el campo de la cultura, el sociólogo se centró en la cuestión de que «España es uno de los países de Europa en el que menos diálogo ha habido de las culturas cívicas. Viven de espaldas». Así, falta en España una cultura de la laicidad. En cuanto a la red educativa de la Iglesia española, hay que plantearse de «en qué medida está en función de unos altos rendimientos académicos que dan prestigio, o si trabaja para difundir una ciudadanía con valores cristianos, alternativos a lo que se vive en la sociedad». Además, «es necesaria una industria cultural para la creación de cultura religiosa en este país, porque la religión no es patrimonio de ninguna institución religiosa, sino de la humanidad. Si no se produce cultura religiosa, el país se queda más débil».

En el ámbito político, el ponente se refirió a los Acuerdos Iglesia-Estado, que «son hoy más un problema que una solución, al no formar parte del pacto constitucional en su día», y la tensión política obliga a alianzas no queridas por parte de la Iglesia, en un juego de amigos-aliados y enemigos-desamortizadores. Por eso «hay que reabrir un nuevo ciclo de diálogo con las realidades sociales, para que la Iglesia no sólo esté con una sola fuerza política».

Díaz Salazar reconoció también el impacto positivo del papa Francisco en la sociedad española, incluso en los sectores más laicistas. «Este nuevo tiempo eclesial no ha llegado a la Iglesia española. Hay una asimetría. La Iglesia española no está todavía en la ‘onda franciscana’, que está en suspensión aquí», afirmó. También se preguntó: «¿qué modelo es posible para las relaciones entre la Iglesia y la sociedad?». Enunció tres modelos que serían aplicables y señaló que «desde el punto de vista sociológico, la Iglesia ha construido y deconstruido modelos de relación con la sociedad».

Diálogo 3: Relaciones Iglesia-Estado

Eugeni Gay

En el marco de los Diálogos de Yuste, organizados por la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), la tercera mesa redonda se dedicó a las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado español, en concreto mirando a los Acuerdos firmados en 1979. El primer ponente fue Eugeni Gay Montalvo, vicepresidente emérito del Tribunal Constitucional.

El jurista comenzó su intervención mirando hacia atrás en la historia, tanto a la figura de Carlos V en su retiro de Yuste como a las dos guerras mundiales del siglo XX, que provocaron la posterior Declaración Universal de Derechos del Hombre, que es el primer texto jurídico que habla de la palabra «dignidad». También aludió a los orígenes de la Unión Europea, con «la reconstrucción no por vía de las armas y del imperio, sino por la voluntad de los europeos de construir un espacio común de libertad».

Hablando sobre la Constitución Española actual, destacó el influjo ejercido por la Iglesia católica. En concreto, se refirió a la importancia de las encíclicas de Juan XXIII Pacem in terris y Mater et magistra. El primer documento «fue una llamada a la responsabilidad de los políticos y de los hombres de buena voluntad a ser obreros de la construcción de la paz y de un nuevo mundo».

Posteriormente, en el Concilio Vaticano II «se respiró libertad, y participó la Iglesia entera, con aportaciones extraordinarias no sólo de la jerarquía. Los documentos Gaudium et spes y Dignitatis humanae fueron dos ejemplos». Por eso, dijo «Europa tiene la cabeza griega, el cuerpo romano y el alma cristiana. Sin cabeza no funciona un cuerpo. Pero… ¿quién infunde la vida, sino el alma? Esa alma existe, y está en Europa».

De esta manera, el artículo 16 de la Constitución Española recoge el derecho a la libertad religiosa, con un acento que no puede pasar desapercibido: «tendrán en cuenta las convicciones religiosas de los españoles, y mantendrán las relaciones de cooperación con la Iglesia católica». Se trata de «un derecho que obliga a los poderes del Estado».

Y es en este marco de la Transición en el que se enmarcan los Acuerdos del Estado español con la Santa Sede de 1979, siendo ambos sujetos de Derecho internacional. «En ellos se establece que es imprescindible el diálogo y la concordia», afirmó Eugeni Gay. Repasó los Acuerdos y después resumió las sentencias del Tribunal Constitucional que posteriormente los han aplicado. Y dijo que «la Iglesia también debe adaptarse a este nuevo reparto competencial, pudiendo desarrollar con libertad su actividad pastoral».

Óscar López

El segundo ponente fue Óscar López, secretario de Organización del PSOE, que consideró importante escuchar la opinión de su partido, que está pasando «un purgatorio particular, con un debate profundo también en relación con esta cuestión». También señaló que está acostumbrado a hablar en foros «llenos de socialistas con un laicismo militante, con un intenso debate sobre las relaciones Iglesia-Estado, un debate que no estaba tan fuerte antes».

Aclaró que «lo que de verdad defiende el Partido Socialista es la libertad religiosa y la laicidad del Estado, aunque hay corrientes cristianas organizadas, y zonas alejadas del entendimiento con la Iglesia dentro del PSOE». Se refirió, en concreto, al debate sobre la utilidad y conveniencia de los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede, incluso sobre su constitucionalidad. Señaló las objeciones comunes de los socialistas al estatus de la Iglesia católica en España, en torno a asuntos que no entienden dentro de un Estado democrático.

Resumió lo establecido por el PSOE en su Conferencia Política celebrada el pasado mes de noviembre. «Los socialistas demandamos una nueva ley», ya que «el grado de madurez democrática lo hace posible sin necesidad de tratados internacionales bilaterales», de ahí que se haya querido denunciar los Acuerdos, para proponer una nueva «ley de libertad de pensamiento, de conciencia y religión».

Óscar López definió al Estado español como laico, y explicó su concepto de laicidad: «el Estado puede asumir tres actitudes ante el hecho religioso: favorable, desfavorable y neutral. En el primer caso estamos ante un Estado confesional, en el segundo ante un Estado laicista, y en el tercer caso nos hallamos ante un Estado laico». Lo que en la Constitución se diseña es un punto de partida, dijo, y no de llegada. «Ese ideal constitucional no siempre está diáfana y unívocamente contorneado», ya que hay que tener en cuenta el contexto social, algo que ha cambiado desde su promulgación.

El secretario de Organización del PSOE consideró que «la Iglesia católica entiende la cooperación como algo obligado por parte del Estado, basándose en la confesionalidad sociológica», y afirmó que al final la Constitución se supedita a los Acuerdos con la Santa Sede. Así, puso varios ejemplos de sus convicciones, como que los jueces deberían plantear la cuestión de la inconstitucionalidad de los Acuerdos cada vez que se plantea un caso, o que sólo es posible denunciarlos o sustituirlos.

Además, en cuanto a la enseñanza de la Religión católica, «los problemas sólo pueden resolverse denunciando el Acuerdo y sometiéndolo a una revisión pública, para garantizar los derechos de los ciudadanos». Así, la enseñanza de la Religión debería limitarse al ámbito de las confesiones religiosas en todos sus aspectos.

«Es verdad que en el PSOE, después de este debate, hay una propuesta de reforma constitucional que afecta al mantenimiento del modelo nacional en muchos aspectos, y le gustaría preservar el consenso que está detrás de la Constitución y de la Transición», afirmó. «No se trata de ir contra ninguna Iglesia o religión, sino garantizar la libertad religiosa de todos», concluyó.