La última Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española renovaba la semana pasada, en el cargo de director del secretariado correspondiente a la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), al sacerdote Antonio Cartagena. Una labor que desempeña desde 1994 en la casa de los Obispos en Madrid, donde con anterioridad se ocupaba del Departamento de Pastoral Obrera.

Pero en esta ocasión, la confirmación en su cargo para la pastoral seglar ha coincidido con la celebración de un señalado aniversario. El 21 de junio de 1964, el Obispo D. Pablo Barrachina le ordenaba sacerdote de la diócesis de Orihuela-Alicante. Celebra entonces, en este verano de 2014, cincuenta años de sacerdocio.

Con tal motivo, Monseñor Antonio Cartagena acaba de protagonizar en tierras alicantinas un sencillo homenaje que le han querido tributar sus paisanos de Guardamar de Segura, donde sí es profeta. Junto a su hermana, la religiosa Angelina Cartagena, decenas de personas  se reunieron con él en la iglesia parroquial de San Jaime para celebrar el pasado 20 de junio una eucaristía conmemorativa.

En una entrañable ceremonia, muy sencilla, donde destacaron una espiga de trigo y un racimo de uva depositados en el altar, alusivos al Cuerpo y Sangre de Cristo, cinco décadas de entrega y servicio a la comunidad cristiana ocuparon la mente de todos los asistentes. “Son instantes de dar gracias a Dios y a la gente que me ha acompañado en todo este recorrido”, diría más tarde Antonio Cartagena. Los cánticos de la Coral Aromas de Guardamar ensalzaron esos emotivos momentos. Y a la puerta de la iglesia, tras finalizar la santa misa, los amigos y compañeros asistentes pudieron testimoniar también su compromiso cristiano donando alguna aportación a los proyectos de cooperación y desarrollo en el tercer mundo de organizaciones no gubernamentales. 

Una vida “densa”, apuntaba del sacerdote su hermana religiosa. A mediados de los años 60, primero como párroco en Elche, ayudando a los fieles a formarse. Ya en los setenta, como consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y en la iglesia de la Sagrada Familia. “Fueron años muy ricos en humanidad”, ha llegado ha declarar a la prensa local, donde también reconocía que “la Iglesia debe ser un acompañante en todo proceso de humanizacion”.

Una disposición que ha hecho suya en su vocación. Destacadamente en su trabajo con asociaciones de laicos y movimientos cristianos, en los últimos tiempos desde su función como director de la CEAS en la Conferencia Episcopal, procurando que la Iglesia acompañe a la sociedad, escuchándola y apoyándola. Es este un empeño pastoral que siempre aboca al futuro, del que sin duda el mismo Antonio Cartagena participará, “celebrando la eucaristía y sirviendo a la gente”, como él mismo confiesa.