10.07.14

Miren lo que nos acaban de regalar

A las 9:55 AM, por Jorge
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No nos falta razón a los curas cuando nos quejamos de que a las parroquias nos llegan demasiados trastos. Cualquier compañero sabe de imágenes y cuadros infumables que alguien llevó a la parroquia convencido de que “todo vale”. Como tampoco extraña abrir las puertas del templo y encontrar cuatro bolsones de ropa, dos sillas a medio uso, un televisor obsoleto y un conjunto de sartenes con más uso y más grasa que el palo de un churrero que alguien generosamente donó en favor de los pobres, que ya se sabe que se muestran encantados de poder llevarse a casa la sartén con la que la señora María ha frito empanadillas en los últimos veinticinco años y si encima lleva la grasa incorporada, pues mejor.

La verdad es que a veces sí que te llevas sorpresas y de las buenas. Lo que pasa es que nosotros contamos los absurdos, que son mayoría clara, vamos a reconocerlo, y nos callamos esos regalos que también llegan, que sorprenden, emocionan y dejan sin palabras. Me van a permitir que les cuente el último regalo de esos tan especiales que nos ha llegado a la parroquia.

De cuando en cuando nos acercamos a llevar la comunión a un matrimonio de ancianos. Encantadores, de buena conversación, la verdad es que cada vez que me acerco a su casa pasamos un rato muy agradable. Hace días decidieron enseñarme algunas imágenes que tenían en casa. Entre ellas, un preciso Cristo, una talla de unos sesenta – setenta centímetros, con muy buena pinta. ¿Le gusta, padre? Una preciosidad… ¿Le interesaría para la parroquia? Claro… No hay más que hablar, es suyo. Y si podemos, nos hacemos cargo de su restauración.

Pues en la parroquia está y andamos ahora con las primeras gestiones para su restauración. Ya nos hemos puesto en contacto con un taller madrileño con experiencia más que probada y a ver qué nos dicen.

No es el primer regalo de este tipo que nos llega. La talla de la Virgen que tenemos en la capilla de diario, de muy buena factura por cierto, fue donación de una familia que no deseaba para la imagen un anticuario o un museo, sino que tuviese culto. Igual pasó con el precioso cuadro de la Virgen con el niño que se encuentra en la capilla de la adoración perpetua. También es lo que me han pedido para este Cristo: que tenga culto.

Por supuesto que lo va a tener. En cuanto esté restaurado se colocará en la capilla de diario donde hoy tenemos un crucifijo que no está mal, pero que no deja de ser una cosita de escayola. Mendo cambio.

Y algo casi como post data. Cuando se habla de bienes de la Iglesia, rápido hay gente que nos tacha de expropiadores, timadores y no sé cuántas cosas más y que “exige” que se vendan los bienes y se dé el importe a los pobres.

Pues miren, en esta parroquia de un servidor tenemos una talla de la Virgen, un cuadro y ahora un Cristo, de un cierto mérito. No lo vamos a vender por varias razones:

La primera, porque se han donado PARA QUE TENGAN CULTO, no para que acaben en casa de un señoritingo adornando un salón.

La segunda, porque hace más por la caridad cristiana y por los pobres el culto a esas imágenes que las laicas soflamas reivindicativas de lo social.

La tercera, porque los mismos que han donado esas imágenes, también dan para los pobres, cosa que a la inversa no pasa nunca.

La cuarta, porque mucha gente a la que se ayuda prefiere no comer que hacerlo a costa de que una imagen salga de la iglesia para posarse en un mega chalet de papel couché.

La quinta, porque hasta ahora, para atender a cien familias en el economato, y a quinientos usuarios en el programa de paro, no nos ha hecho falta.