19.07.14

GRATIS DATE

Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

Espero, por otra parte, que las personas “afectadas” por mi labor no me guarden gran rencor por lo que sea capaz de hacer…

Los Evangelios son verdaderos e históricos

Los Evangelios

El título de la última publicación de la Fundación Gratis Date que da título al presente capítulo dedicado, precisamente, a lo puesto en el aire por la citada Fundación va, directamente, al asunto y no deja duda alguna acerca de qué es lo que, quien se acerque a este libro, va a leer. Dice lo que dice y eso es más que necesario. Y, en este tema, crucial para la fe católica, es esencial el empeño de su autor.

Como el P. Iraburu dice en un, a modo, de “avisos” que explican muy bien el sentido de este libro (y de otros) publicados por la Fundación Gratis Date

En el diario digital www.infocatolica.com mi blog Reforma o apostasía ha reunido ya un gran número de artículos, más de 250. Algunos lectores han sugerido en sus comentarios que fueran publicados en forma de libro; pero esto sólo es posible si se hace en varios textos, cada uno de los cuales reúna una serie homogénea de artículos. En la Fundación GRATIS DATE hemos publicado ya cinco: –Reforma o apostasía, –Mala doctrina, –Gracia y libertad, –Católicos y política y –La Cruz gloriosa.

Es por eso que

Añadimos ahora este cuaderno, Los Evangelios son verdaderos e históricos, que contiene la serie de artículos que titulé en mi blog Notas bíblicas, publicados entre el 30-IX y el 25-XI de 2013. Conservan las imágenes que acompañan los textos en la web. El número entre paréntesis que aparece al inicio de cada capítulo (238), por ejemplo, indica el número del artículo en el blog.

Y así lo hace sirviéndonos, para aquellos que, bien no pudieron seguir en su día la lectura, digamos, “ordinaria” (del día a día) de los artículos en el blog del P. Iraburu o bien quieren tener un material tan importante en sus manos, un trabajo tan pormenorizado y, sobre todo, ilustrativo de lo que, al respecto de los Santos Evangelios, pasa.

El contenido de esta nueva publicación es éste:

1. Cómo está el patio (238); 2. Protestantismo liberal (239); 3. El modernismo -1. La encíclica ‘Providentissimus’ (243); 4. El modernismo -2. La ‘Pascendi’ y el modernismo actual; 5. Dios, autor de la Escritura, inspira a los hagiógrafos (246); 6. Verdad e historicidad de los Evangelios. 1 (247); 7. Verdad e historicidad de los Evangelios. y 2 (248); APÉNDICE Los milagros de Jesús según Walter Kasper

Poco a poco va desgranando lo que se refiere no ya a la historicidad de los Evangelios sino, por eso mismo, a su propia existencia pues de no ser históricos nada se tendría que decir acerca de la verdad de los mismos.

Empieza bien la cosa con el contenido del primer capítulo. “Cómo está el patio” expresa, no sólo cómo está sino, precisamente, la verdadera situación del tema en cuestión. Así, por ejemplo, nos dice que

“El Evangelio es Palabra de Dios; por tanto, la inspiración divina impide que los hagiógrafos falseen la historicidad de los dichos y hechos que refieren”

Esto lo dice al respecto de lo que el Concilio Vaticano II dice al respecto de la autenticidad de los Santos Evangelios y que no es otra cosa (p. 4) que

“’La revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas. Las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio’ (Dei Verbum 2)”.

Y pone tres ejemplos de las razones por las cuales hay muchos que se han desviado bastante de la verdad que defiende el autor de este libro: El doctor Felipe Fernández Ramos, Olegario González de Cardedal, José Antonio Pagola.

Cada uno de ellos mira para otro lado cuando se trata de referir temas relacionados con la autenticidad de los Evangelios y, por tanto, con la verdad de los mismos. Simplemente demuestran que no lo tienen nada claro o, mejor, que tiene demasiado claro que, según ellos, tales textos no son en exceso auténticos sino que reflejan, por ejemplo, cierta situación espiritual de los discípulos de Cristo y siembran, de paso, mucha cizaña que causa estragos en el corazón de los fieles que no se dan cuenta de la rueda de molino que se están tragando.

Pero, en realidad, ¿qué es lo que, en materia teórica, puede afectar a la autenticidad de los Evangelios?

El P. Iraburu es consciente de que a lo largo de la historia se ha podido cuestionar, precisamente, que los Libros Sagrados sean verdaderos o que hayan podido ser elaboraciones, más o menos alambicadas o preparadas, de algunos discípulos de Cristo. Y el tema no es poco importante sino absolutamente crucial para la fe de los católicos.

Así, por ejemplo, el protestantismo liberal y el modernismo (que son, a tenor de lo escrito por el autor del libro, “primos hermanos”, p. 19) han colaborado a distorsionar la verdad acerca de la autenticidad de los Santos Evangelios. Y, aunque era de esperar que por parte del primero de ellos eso llegara pasar, no es poco preocupante que el “modernismo católico” sea, precisamente, modernista y, por desgracia, católico.

Esto último es especialmente grave pues, como suele decirse, “no hay peor cuña que la de la misma madera” o, por decirlo de otra forma, una cosa es que un protestante liberal diga lo que le parezca acerca de los Evangelios y otra muy distinta, es que sea un católico quien cuestione temas tan importantes. Y no sólo cuestione sino que acabe imponiendo tal forma de pensar en el mismísimo seno de la Esposa de Cristo.

Es bien cierto que ha habido reacciones por parte del Magisterio de la Iglesia católica. Faltaría más.

Por ejemplo, tanto la encíclica de León XIII ”Providentissimus” o la “Pascendi, de Pío X han procurado oponerse a los postulados que se han manifestado en contra de la autenticidad de los Santos Evangelios.

Al respecto del primer documento dice el P. Iraburu que el Santo Padre (p. 23) que

“Impugna las exégesis de los protestantes liberales y de los que por esos años, en el campo católico, comenzaban a ser llamados modernistas, aunque no usa el término”.

Al respecto del segundo documento (p. 25) que

“Expone la más completa sistematización del modernismo que hasta hoy se ha logrado, analizando sobre todos sus raíces filosóficas”.

Pero no podemos olvidar, porque va en la misma línea de defender lo defendible, que el mismo Santo Padre Pío X dio su aprobación a un decreto del Santo Oficio de título “Lamentabili” (¡qué gran título para una situación como la que era y es!) del cual nos dice el P. Iraburu (p.28) que

“El decreto Lamentabili (1907, Dz 3401-3467), ante el auge del modernismo, no combatido al detalle por la Providentissimus en el plano filosófico, se vio precedido en el año 1903, cuando dos teólogos presentaron al Cardenal Richard, arzobispo de París, un elenco de treinta y tres proposiciones erróneas, extraídas de los escritos de Loisy. En ese mismo años sus obras fueron incluidas en el Indice.
La finalidad del decreto es la misma que la del Syllabus de Pío IX (1864): defender al pueblo cristiano de los innumerables errores que iban invadiendo Facultades teológicas, Seminarios, parroquias, librerías religiosas. El Lamentabili contiene sesenta y cinco proposiciones, de las cuales cincuenta proceden de textos de Loisy y el resto de Tyrrel y Le Roy”.

Sin embargo, hay algo que es más grave de lo que parece y que deja muchas sombras sobre los escritos de las personas que han procurado tergiversar la verdad acerca de la autenticidad de los Evangelios. El caso es que es Dios quien ha inspirado, a sus autores humanos, los tales textos sagrados. Siendo, pues, el Creador, quien es “autor de la Escritura” (capítulo 5 de este libro) bien podemos concluir qué es lo que tienen por bueno aquellos autores que tienen por buena la tesis según la cual los mismos no son auténticos. Algo muy lamentable, por supuesto, y que debería haber movido a pensar a quienes, en años antiguos, han escrito sobre esto y a los que, hoy mismo (ejemplos alguno hemos puesto aquí de los muchos que contiene este libro) siguen erre que erre con la no autenticidad de los Evangelios.

Los Evangelios son, pues verdaderos y auténticos. Y deberíamos fijarnos en lo que significan tales adjetivos calificativos porque, en efecto, califican, denotan características, de los textos que tenemos por buenos y benéficos para nuestra vida espiritual y material.

Por tanto, como son verdaderos, su contenido es base de una fe y de una doctrina que consideramos santa pues ha sido inspirada por Dios: como son auténticos no podemos tener por “creado” o “inventado” lo que en ellos se nos dice de parte de Dios acerca, más que nada, de la vida y milagros (nunca mejor dicho) del Hijo del Creador que vino al mundo para salvarnos y no para que unos cuantos espabilados escribiesen, creando, lo que había dicho y hecho.

Todo, pues, es verdad y todo, por tanto, es auténtico.

No puedo resistir hacer referencia al Apéndice que lleva este nuevo libro del P. Iraburu. Y es que el sacerdote navarro se refiere a un creyente católico que sigue vivito y coleando en materia espiritual: el cardenal Walter Kasper. En concreto este libro refiere acerca de lo que el citado cardenal ha dicho sobre los milagros que, de Jesús, se recogen en los Libros Sagrados. Concluye esto (pp. 64-67)

1.– La mayor parte de los milagros referidos en los Evangelios no son históricos.
2.– Los milagros no son acciones que superan el orden natural.
3.– Dios jamás actúa en su omnipotencia alterando el orden de la creación.
4.– El hombre no tiene una posibilidad real de conocer algo como ‘milagroso’.
5.– Los milagros no tienen propiamente un valor apologético, es decir, no son motivos razonables de credibilidad, sino que presuponen la fe.

Como diría aquel, ¡ojo al dato! No es poco lo que dice el cardenal que, ha, como dice el P. Iraburu (p. 67) “Ha recibido una veintena de doctorados honoris causa” y alguno debería haber recibido “horriris causa” según lo aquí apenas traído.

En realidad, cualquier pequeño en la fe (como el que esto escribe) se pregunta, con toda sencillez, si es posible sostener lo que sostiene el cardenal Kasper y seguir considerándose católico. Sin duda no lo es y, a salvo de que nos equivoquemos y sin querer juzgar al mismo, no es poco cierto que estamos más que seguros que ha confundido a muchos desavisados sobre la importancia que supone creer en la autenticidad, precisamente, de los actos extraordinarios llamados popularmente milagros. Terrible es el daño causado o que puede seguir causando.

Por cierto, que el P. Iraburu trae a su libro muchos autores protestantes o católicos que despotrican acerca de la autenticidad de los Evangelios. Sin embargo, aquí no los hemos traído y los dejamos para la lectura de quien esté interesado en el tema. Y, la verdad, por la cuenta que nos trae, ningún católico que se precie de serlo, debería dejar de leer este libro. Más que nada para que nos cojan desprevenidos ciertos “hermanos” en la fe que se muestran, tantas veces, como ajenos a su propia creencia.

Vale, pues, mucho la pena leer este libro-recopilatorio de artículos del P. Iraburu. Es, seguramente, un instrumento espiritual que nos procura un mayor conocimiento acerca de los Santos Evangelios y de su autenticidad sin la cual nada de lo creemos sería verdad y nada, pues, de lo creen sus tergiversadores, los incardina en el seno de la Iglesia católica.

Así de simple.

Eleuterio Fernández Guzmán