12.08.14

Hoy cazamos un león

A las 3:15 PM, por P. Diego Cano
Categorías : Diario de un misionero en Tanzania

Ushetu, Tanzania, Jueves 24 de julio de 2014.

Hoy cazamos un león. Y les cuento como fue. Hoy tenía que ir a una aldea para ver a un enfermo que estaba muy mal desde hace tiempo, con cáncer. La aldea es Ulowa Namba Tano, o mas fácil, Kangeme. Queda a 40 minutos de viaje, por un camino que está en buen estado, dentro de todo. Luego de pasar a buscar al catequista del lugar fuimos hacia la casa del enfermo.

No describo la casa, porque las descripciones que he hecho anteriormente se deberían repetir… un patio, varias casas construidas con adobe o barro, algunas con techos de chapas y otras de paja. Entramos en una de las casas, y en la habitación, con paredes revocadas con barro, muy prolijamente, yacía el enfermo. Un hombre de unos 70 años, católico bautizado hace mucho, y alejado por mucho tiempo de la iglesia, dado que se había unido a su pareja pero sin recibir el sacramento del matrimonio.

Llegamos junto a dos catequistas más, así que en total tres catequistas, un seminarista, y el padre. Comenzamos a charlar un poco y me cuentan que la esposa no estaba bautizada, pero que ya había recibido catecismo, así que podíamos proceder al bautismo, y luego los demás sacramentos. Mientras yo confesaba al enfermo, le daba la unción y el viático, los catequistas aprovecharon a refrescar y reafirmar algunos conocimientos a la señora, con una catequesis en sukuma, porque en la casa se hablaba poco swahili.

Al terminar la celebración de la Unción de los Enfermos y la Comunión, nos juntamos todos para el bautismo. Ella tomó el nombre de Modesta. Y acto seguido el matrimonio… a pesar de la situación del enfermo, muy grave, se lo veía con mucha alegría y emoción, sobre todo en el momento de poner el anillo a su esposa, un momento muy emotivo para todos.

Me llamó la atención una escopeta muy grande y antigua, colgada en la pared de la cabecera del enfermo. También estaba colgado un arco grande, y vi una buena cantidad de flechas con punta de hierro, junto a la cama. Le pregunté si él cazaba animales, y me dijo que durante mucho tiempo fue cazador, y que había cazado animales grandes, como elefantes y leones. Yo me llené de curiosidad, me hubiera gustado conocer alguna de esas historias, pero el momento no era propicio para importunar al enfermo, que hablaba con dificultad en medio de muchos dolores. Me dijo que por aquí cerca, antes habían mucho elefantes y leones, pero con el tiempo, la extensión de la población y los cultivos, se fueron retirando a los lugares mas apartados.

Pero lo que me causó mucha admiración es que él se llama “Leonce”. Le pregunté si sabía qué significaba su nombre, y no sabía. Le dije: “Significa: simba (león)”. ¿Verdad? -me pregunta. “Claro que sí, le digo, ¡así que Dios hoy a cazado un León!” Y en medio de sus dolores que le arrancaban alguna queja, se reía diciendo: “Dios lo había pensado”. Por cierto, le digo, desde toda la eternidad.

Lamento no haber llevado la cámara de fotos, para poder compartir con ustedes, pero en verdad que nunca pensé encontrarme con ésta historia al ir a visitar un enfermo. Me quedo contento de poder compartirlo.

Nos admira ver los diversos planes de Dios sobre los hombres… algunos los atrapa desde muy chicos, y a otros los espera, como buen cazador, esperando el momento más oportuno… a veces, hasta el final, como los obreros llamados a la última hora de la tarde.

Claro, me imagino que al llegar a esta altura del relato se han sentido totalmente decepcionados en sus expectativas. Por cierto que lo hice a propósito, pero me viene bien para hacer una reflexión sobre “la aventura misionera”. La aventura misionera tal vez no pasa por donde nosotros nos imaginamos… los misioneros se aventuran por Cristo, pero sus aventuras no son la cacería de animales o viajes por lugares exóticos. Las armas del misionero son espirituales, los sacramentos, en especial la Eucaristía, la Misa, la palabra de Dios, el Santo Rosario, la penitencia y el sacrificio. Somos “profetas inermes”, sin armas materiales. Pero con armas poderosas para convertir las almas, con la gracia divina, y para enfrentar a todos los enemigos de Dios. Esta es “la fascinante aventura de vivir la vida según el Evangelio”, como decía San Juan Pablo II a los jóvenes. No pensemos en aventuras a la medida del mundo.

Un compañero sacerdote, con quien somos muy amigos, dado que compartimos todo nuestro seminario y recibimos la ordenación presbiteral juntos, me escribió las siguientes palabras de aliento, que encierran mucha “mística”: Querido Diego:Te mando una frase de Antoine de Saint Exupery del libroPiloto de guerra, que me gustó mucho, esta buenisíma. Dice así: “Cuando se da un asalto, necesariamente hay hombres a la cabeza. Pero es preciso, para que se dé el asalto, que los primeros mueran." Parece que esta frase resumiera la vida de un misionero, de un trigo de Cristo… Unidos en la Santa Misa, un abrazo, y siga firme en la brecha. P. Luis Olguín, IVE.

Dios los bendiga, y muchas gracias por sus oraciones para sigamos adelante en esta “aventura”, dispuestos al asalto por Dios y por las almas.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego, IVE

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