ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de agosto de 2014

LA FRASE DEL SÁBADO 16 DE AGOSTO

No puedes obligarte a ti mismo a sentir algo que no sientes, pero sí puedes obligarte a hacer el bien, a pesar de lo que sientes. (Pearl S. Buck)

 


Primera Plana

Tercer día del Papa en Corea: miles en la misa de beatificación
El papa Francisco beatificó a Paul Yun Ji-Chung y sus 123 compañeros mártires, los primeros cristianos coreanos

Misa de beatificación: 'Tuvieron que elegir entre el mundo o ser católicos'
El papa Francisco indicó en la homilí­a que los mártires nos llevan a poner a Cristo antes de todo y a no bajar a compromisos

El Papa abrazó a los discapacitados y rezó en el cementerio de los abortos
Día 3 del viaje apostólico: En Centro "House of Hope", en en Kkottongna la coreografía musical de niños. De camino a su siguiente encuentro, el Pontífice rezó en el cementerio para niños abortados

Francisco: 'El voto de pobreza hipócrita daña a los fieles y a la Iglesia
En el tercer día del viaje a Corea, el Santo Padre ha encontrado a las Comunidades Religiosas del país asiático

Texto completo del discurso del Papa a 5 mil religiosos y religiosas
El papa Francisco invita a los consagrados a ser signo tangible de la presencia del Reino de Dios

El Papa: "La Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos"
Día 3 del viaje apostólico. Francisco agradece a los líderes del apostolado laico en Corea su labor con los pobres y necesitados y anima a multiplicar esfuerzos en el ámbito de la promoción humana

Discurso completo del Santo Padre a los líderes del apostolado laical
El ejemplo de los primeros cristianos coreanos demuestra que la fecundidad de la fe se expresa en la práctica de la solidaridad

Santa Sede

El cardenal Filoni celebra la misa de la Asunción con los desplazados en Irak
El purpurado, enviado del Papa, entregará una suma de dinero en nombre del Pontífice también a los yazidíes, la otra minoría actualmente perseguida

Mirada al mundo

Colombia: las víctimas del conflicto entran en el diálogo de paz
En La Habana expone la primera delegación de afectados por la violencia de la guerrilla, paramilitares y militares corruptos

Rome Reports

Papa beatifica a 124 mártires de Corea (Vídeo)
Fue uno de los momentos más esperados del viaje del Papa a Corea del Sur

Francisco baja del papamóvil para saludar a los familiares de las víctimas del ferry Sewol (Vídeo)
Minutos antes de comenzar la ceremonia de beatificación de los 124 mártires coreanos, Francisco paseó en papamóvil por las calles de Seúl

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beata Petra de San José
«Apóstol josefino del siglo XIX. Fundadora de la Congregación de Hermanas Madres de Desamparados y San José de la Montaña, llevó su carisma de amor misericordioso a todos, especialmente a los ancianos, niños y enfermos»


Primera Plana


Tercer día del Papa en Corea: miles en la misa de beatificación
El papa Francisco beatificó a Paul Yun Ji-Chung y sus 123 compañeros mártires, los primeros cristianos coreanos

Por H. Sergio Mora

ROMA, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco este sábado 16 de agosto ha iniciado el tercer día de su viaje apostólico a Corea, visitando a pocos kilómetros de Seúl el Santuario de los Mártires de Seo So Mun, el lugar del martirio de los 103 católicos coreanos canonizados por Juan Pablo II en 1984. A su llegada al santuario dos jóvenes le ayudaron a poner una corona de flores y el Santo Padre realizó una oración en silencio. 

A continuación el Santo Padre llegó a la Puerta de Gwanghwamun en Seoul, lugar de la santa misa de beatificaciónde Paul Yun Ji-Chung y de 123 compañeros mártires en el papamóvil abierto con un discreto dosel y vestido de blanco. Allí pasó, en medio a una enorme multitud de personas que le saludaban con gran entusiasmo. No faltaron algunas oportunidades en las que la camioneta se detuvo y el Papa besó y bendijo a algún niño.

La ancha avenida contenía una multitud de unas 800 mil personas, cuando se esperaban unas 20 mil. El papa Francisco endosó para la misa paramentos rojos, el palio y la mitra crema y dorada. Los obispos que concelebraban vestían también de rojo. El altar delante de la puerta de Gwanghwamun contaba con dos pantallas gigantes a sus lados.

Antes del inicio de la misa le fue pedido al Santo Padre en latín y en coreano que inscribiera como beatos a Paul Yun Ji-Chung y de 123 compañeros mártires, a lo que el Pontífice dio su aceptación leyendo en latín, y despertando una ovación por parte de los presentes mientras tocaban el himno y se leía profunda satisfacción en el rostro del Pontífice.

El papa Juan Pablo II había canonizado a los mártires de segunda y tercera generación que conocieron los misioneros franceses, en cambio ahora Francisco ha beatificado a los de la primera generación, los cuales no habían sido estudiados ni había entonces documentación para beatificarlos.

Paul Yun Ji-Chung y de 123 compañeros mártires son los mártires de la primera generación de la Iglesia en Corea, los fundadores, que son padres o abuelos de los mártires de las generaciones ya canonizadas.

En el éremo en el que estos buscadores de la verdad vivían seguían aPaul Yun Ji-Chung comojefe y maestro. En el lugar de este éremo hay un santuario, meta de peregrinaje, en donde están las tumbas de ellos cinco de ellos, y que que fue visitado por el papa Francisco antes de la misa.

A continuación fue la celebración de la santa misa, en latín y con lecturas y cantos en coreano. La homilía del Pontífice fue en italiano y traducida cada parte fue en coreano a medida que la iba leyendo. 

Leer el texto de la homilía del Santo Padre

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Misa de beatificación: 'Tuvieron que elegir entre el mundo o ser católicos'
El papa Francisco indicó en la homilí­a que los mártires nos llevan a poner a Cristo antes de todo y a no bajar a compromisos

Por Redacción

SEúL, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco en la misa de beatificación de de Paul Yun Ji-Chung y de 123 compañeros mártires celebrada en Seúl este sábado 16 de agosto, en la Puerta de Gwanghwamun, dirigió su homilía a los cientos de miles de personas presentes. A continuación el texto de la homilía. 

«¿Quién nos separará del amor de Cristo?». Con estas palabras, san Pablo nos habla de la gloria de nuestra fe en Jesús: no sólo resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo, sino que nos ha unido a él y nos ha hecho partícipes de su vida eterna. Cristo ha vencido y su victoria es la nuestra.

Hoy celebramos esta victoria en Pablo Yun Ji-chung y sus 123 compañeros. Sus nombres quedan unidos ahora a los de los santos mártires Andrés Kim Teagon, Pablo Chong Hasang y compañeros, a los que he venerado hace unos momentos. Vivieron y murieron por Cristo, y ahora reinan con él en la alegría y en la gloria. Con san Pablo, nos dicen que, en la muerte y resurrección de su Hijo, Dios nos ha concedido la victoria más grande de todas. En efecto, «ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor».

La victoria de los mártires, su testimonio del poder del amor de Dios, sigue dando frutos hoy en Corea, en la Iglesia que sigue creciendo gracias a su sacrificio. La celebración del beato Pablo y compañeros nos ofrece la oportunidad de volver a los primeros momentos, a la infancia –por decirlo así– de la Iglesia en Corea. Los invita a ustedes, católicos de Corea, a recordar las grandezas que Dios ha hecho en esta tierra, y a custodiar como un tesoro el legado de fe y caridad confiado a ustedes por sus antepasados.

En la misteriosa providencia de Dios, la fe cristiana no llegó a las costas de Corea a través de los misioneros; sino que entró por el corazón y la mente de los propios coreanos. En efecto, fue suscitada por la curiosidad intelectual, por la búsqueda de la verdad religiosa. Tras un encuentro inicial con el Evangelio, los primeros cristianos coreanos abrieron su mente a Jesús. Querían saber más acerca de este Cristo que sufrió, murió y resucitó de entre los muertos. El conocimiento de Jesús pronto dio lugar a un encuentro con el Señor mismo, a los primeros bautismos, al deseo de una vida sacramental y eclesial plena y al comienzo de un compromiso misionero. También dio como fruto comunidades que se inspiraban en la Iglesia primitiva, en la que los creyentes eran verdaderamente un solo corazón y una sola mente, sin dejarse llevar por las diferencias sociales tradicionales, y teniendo todo en común.

Esta historia nos habla de la importancia, la dignidad y la belleza de la vocación de los laicos. Saludo a los numerosos fieles laicos aquí presentes, y en particular a las familias cristianas, que día a día, con su ejemplo, educan a los jóvenes en la fe y en el amor reconciliador de Cristo. También saludo de manera especial a los numerosos sacerdotes que hoy están con nosotros; con su generoso ministerio transmiten el rico patrimonio de fe cultivado por las pasadas generaciones de católicos coreanos.

El Evangelio de hoy contiene un mensaje importante para todos nosotros. Jesús pide al Padre que nos consagre en la verdad y nos proteja del mundo.

Es significativo, ante todo, que Jesús pida al Padre que nos consagre y proteja, pero no que nos aparte del mundo. Sabemos que él envía a sus discípulos para que sean fermento de santidad y verdad en el mundo: la sal de la tierra, la luz del mundo. En esto, los mártires nos muestran el camino.

Poco después de que las primeras semillas de la fe fueran plantadas en esta tierra, los mártires y la comunidad cristiana tuvieron que elegir entre seguir a Jesús o al mundo. Habían escuchado la advertencia del Señor de que el mundo los odiaría por su causa; sabían el precio de ser discípulos. Para muchos, esto significó persecución y, más tarde, la fuga a las montañas, donde formaron aldeas católicas. Estaban dispuestos a grandes sacrificios y a despojarse de todo lo que pudiera apartarles de Cristo –pertenencias y tierras, prestigio y honor–, porque sabían que sólo Cristo era su verdadero tesoro.

En nuestros días, muchas veces vemos cómo el mundo cuestiona nuestra fe, y de múltiples maneras se nos pide entrar en componendas con la fe, diluir las exigencias radicales del Evangelio y acomodarnos al espíritu de nuestro tiempo. Sin embargo, los mártires nos invitan a poner a Cristo por encima de todo y a ver todo lo demás en relación con él y con su Reino eterno. Nos hacen preguntarnos si hay algo por lo que estaríamos dispuestos a morir.

Además, el ejemplo de los mártires nos enseña también la importancia de la caridad en la vida de fe. La autenticidad de su testimonio de Cristo, expresada en la aceptación de la igual dignidad de todos los bautizados, fue lo que les llevó a una forma de vida fraterna que cuestionaba las rígidas estructuras sociales de su época. Fue su negativa a separar el doble mandamiento del amor a Dios y amor al prójimo lo que les llevó a una solicitud tan fuerte por las necesidades de los hermanos. Su ejemplo tiene mucho que decirnos a nosotros, que vivimos en sociedades en las que, junto a inmensas riquezas, prospera silenciosamente la más denigrante pobreza; donde rara vez se escucha el grito de los pobres; y donde Cristo nos sigue llamando, pidiéndonos que le amemos y sirvamos tendiendo la mano a nuestros hermanos necesitados.

Si seguimos el ejemplo de los mártires y creemos en la palabra del Señor, entonces comprenderemos la libertad sublime y la alegría con la que afrontaron su muerte. Veremos, además, cómo la celebración de hoy incluye también a los innumerables mártires anónimos, en este país y en todo el mundo, que, especialmente en el siglo pasado, han dado su vida por Cristo o han sufrido lacerantes persecuciones por su nombre.

Hoy es un día de gran regocijo para todos los coreanos. El legado del beato Pablo Yun Ji- chung y compañeros –su rectitud en la búsqueda de la verdad, su fidelidad a los más altos principios de la religión que abrazaron, así como su testimonio de caridad y solidaridad para con todos– es parte de la rica historia del pueblo coreano. La herencia de los mártires puede inspirar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a trabajar en armonía por una sociedad más justa, libre y reconciliada, contribuyendo así a la paz y a la defensa de los valores auténticamente humanos en este país y en el mundo entero.

Que la intercesión de los mártires coreanos, en unión con la de Nuestra Señora, Madre de la Iglesia, nos alcance la gracia de la perseverancia en la fe y en toda obra buena, en la santidad y la pureza de corazón, y en el celo apostólico de dar testimonio de Jesús en este querido país, en toda Asia, y hasta los confines de la tierra. Amén».

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El Papa abrazó a los discapacitados y rezó en el cementerio de los abortos
Día 3 del viaje apostólico: En Centro "House of Hope", en en Kkottongna la coreografía musical de niños. De camino a su siguiente encuentro, el Pontífice rezó en el cementerio para niños abortados

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco ha visitado en su tercer día en Corea, un complejo de instituciones de rehabilitación, sanitarias, religiosas y espirituales fundado por el padre Padre John Oh Woong Jin.

A la llegada en el helicóptero, el Santo Padre ha sido acogido por el fundador de la Comunidad, el padre John Oh, por el obispo de Cheongju, monseñor Gabriel Chang Bong-hun, y por algunas autoridades locales, en presencia de miles de fieles. De este modo, realizó un breve recorrido en un coche descubierto y saludó a los presentes, deteniéndose especialmente a besar y bendecir a los bebés y niños más pequeños que le acercaban.

En el Centro de Recuperación le esperaban unos 150 pacientes adultos y unos 50 niños discapacitados venidos de otro centro cercano, además de los 70 trabajadores sanitarios y educadores del Centro. Al entrar el Papa, se podía escuchar en español a un coro cantando "Vive Jesús el Señor" y mientras Francisco seguía con los saludos, se seguían escuchando canciones en la lengua nativa del papa argentino.

Después del saludo de bienvenida del obispo de Cheongju, los niños han representado una pequeña coreografía musical y han entregado al Santo Padre algunos trabajos artesanales. El papa Francisco entre sonriente y emocionado, ha visto el animado baile de los pequeños. A continuación, ha comenzado a saludar a los discapacitados. Charlando con las religiosas que les atienden, los educadores y personal sanitario, Francisco se ha detenido con los enfermos y les ha hecho llegar su cariño y comprensión. Por su parte el Santo Padre ha llevado como regalo un mosaico que representa la "Natividad".

En un encuentro cargado de emociones, el Papa ha pasado casi una hora en el centro "House of Hope". De este modo, ha compartido un tiempo con las personas discapacitadas, así como con los educadores y personal sanitario. Bebés en cunas, niños, jóvenes, adultos y ancianos en sillas de ruedas, todo ellos con alguna discapacidad, han podido ver de cerca al Santo Padre y recibir, sin prisa, su caricia, su bendición y su abrazo; en uno de los encuentro más emotivos del viaje del Papa a Corea.

Finalmente, el Santo Padre ha dejado la "House of Hope" y se ha dirigido en coche al Training Centre "School of Love" para el encuentro con las Comunidades Religiosas en Corea. En el camino, ha hecho una breve parada para rezar ante el "Jardín de los bebés abortados" e presencia de un representanción de los activistas pro-vida y de un misionero coreano sin brazos ni piernas, el hermano Lee Gu-won.

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Francisco: 'El voto de pobreza hipócrita daña a los fieles y a la Iglesia
En el tercer día del viaje a Corea, el Santo Padre ha encontrado a las Comunidades Religiosas del país asiático

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - "Hagan todo lo que puedan para demostrar que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y para el mundo". Esta ha sido la exhortación del santo padre Francisco en el encuentro con las comunidades religiosas en Corea, durante el tercer día de su viaje apostólico. El encuentro ha tenido lugar este sábado por la tarde en el Auditorium de la "School of Love" (Escuela de amor) de Kkottongnae, donde normalmente se realizan cursos de espiritualidad.

Han estado presentes unos 5 mil religiosos y religiosas que desarrollan su servicio pastoral en este país. Como ha explicado el Santo Padre no había tiempo para rezar vísperas como estaba previsto en el programa, en cambio han rezado todos junto un Ave María.

Después de los saludos de los dos presidentes de las asociaciones -masculina y femenina- de Superiores Mayores en Corea, el Santo Padre ha realizado su discurso en el que les ha animado a ser signo tangible de la presencia de Reino de Dios y les ha hablado de la pobreza, de la castidad, de la obediencia y la vida comunitaria.

El superior mayor de los hombres dirigiéndose al Obispo de Roma, indicó que "si bien debemos buscar el bien para el mundo y para Iglesia con los distintos carismas, con el don del Espíritu, a veces preferimos el propio yo a la comunidad y nos dejamos llevar por el consumismo, más que de la templanza y del compartir".

Por su parte, la superiora mayor femenina ha observado que la "Iglesia coreana ha crecido nutriéndose de la sangre y de la espiritualidad de los mártires. A pesar de eso, la sociedad de hoy sufre en estos tiempos de globalización por el dominio del capitalismo y del poder político".

A continuación el Santo Padre se ha dirigido a los presentes indicándoles que deben "ser para los demás un signo tangible de la presencia del Reino de Dios, un anticipo del júbilo eterno del cielo". Francisco ha advertido que "sólo si nuestro testimonio es alegre, atraeremos a los hombres y mujeres a Cristo. Y esta alegría es un don que se nutre de una vida de oración, de la meditación de la Palabra de Dios, de la celebración de los sacramentos y de la vida en comunidad." Y cuando estas faltan --ha asegurado-- surgirán debilidades y dificultades que oscurecerán la alegría que sentíamos tan dentro al comienzo de nuestro camino.

El Obispo de Roma ha indicado que sea cual sea el carisma de cada uno de ellos, "siempre están llamados a ser 'expertos' en la misericordia divina, precisamente a través de la vida comunitaria".

Asimismo, el Papa ha subrayado que "su castidad, pobreza y obediencia serán un testimonio gozoso del amor de Dios en la medida en que permanezcan firmes sobre la roca de su misericordia". Y ha añadido que la "necesidad fundamental de ser perdonados y sanados es en sí misma una forma de pobreza que nunca debemos olvidar, no obstante los progresos que hagamos en la virtud". A este punto, el Papa ha advertido que "la hipocresía de los hombres y mujeres consagrados que profesan el voto de pobreza y, sin embargo, viven como ricos, daña el alma de los fieles y perjudica a la Iglesia".

Finalmente, el Papa les ha pedido que, con gran humildad, "hagan todo lo que puedan para demostrar que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y para el mundo". Así, les ha pedido que no lo guarden para ellos mismos sino que lo compartan.  Además, les ha exhortado a dejar que su alegría siga manifestándose en sus desvelos por atraer y cultivar las vocaciones, reconociendo que todos ellos tienen parte en la formación de los consagrados y consagradas del mañana.

Leer el discurso completo aquí

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Texto completo del discurso del Papa a 5 mil religiosos y religiosas
El papa Francisco invita a los consagrados a ser signo tangible de la presencia del Reino de Dios

Por Redacción

SEúL, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Saludo a todos con afecto en el Señor. Es bello estar hoy con ustedes y compartir este

momento de comunión. La gran variedad de carismas y actividades apostólicas que ustedes representan enriquece maravillosamente la vida de la Iglesia en Corea y más allá de forma maravillosa. En este marco de la celebración de las Vísperas, en la que debíamos haber cantado las alabanzas de la bondad y de la misericordia infinita de Dios, agradezco a ustedes, y a todos sus hermanos y hermanas, sus desvelos por construir el Reino de Dios en este querido país. Doy las gracias al Padre Hwang Seok-mo y a Sor Escolástica Lee Kwang-ok, Presidentes de las conferencias de Superiores Mayores masculinos y femeninos de los Institutos religiosos y las Sociedades de Vida Apostólica, por sus amables palabras de bienvenida.

Las palabras del Salmo –«Se consumen mi corazón y mi carne, pero Dios es la roca de mi corazón y mi lote perpetuo» (Sal 73,26)– nos invitan a reflexionar sobre nuestra vida. El salmista manifiesta gozosa confianza en Dios. Todos sabemos que, aunque la alegría no se expresa de la misma manera en todos los momentos de la vida, especialmente en los de gran dificultad, «siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado» (Evangelii gaudium, 6). La firme certeza de ser amados por Dios está en el centro de su vocación: ser para los demás un signo tangible de la presencia del Reino de Dios, un anticipo del júbilo eterno del cielo. Sólo si nuestro testimonio es alegre, atraeremos a los hombres y mujeres a Cristo. Y esta alegría es un don que se nutre de una vida de oración, de la meditación de la Palabra de Dios, de la celebración de los sacramentos y de la vida en comunidad, que es muy importante. Cuando éstas faltan, surgirán debilidades y dificultades que oscurecerán la alegría que sentíamos tan dentro al comienzo de nuestro camino.

Para ustedes, hombres y mujeres consagrados a Dios, esta alegría hunde sus raíces en el misterio de la misericordia del Padre revelado en el sacrificio de Cristo en la cruz. Sea que el carisma de su Instituto esté orientado más a la contemplación o más bien a la vida activa, siempre están llamados a ser «expertos» en la misericordia divina, precisamente a través de la vida comunitaria. Sé por experiencia que la vida en comunidad no siempre es fácil, pero es un campo de entrenamiento providencial para el corazón. Es poco realista no esperar conflictos: surgirán malentendidos y habrá que afrontarlos. Pero, a pesar de estas dificultades, es en la vida comunitaria donde estamos llamados a crecer en la misericordia, la paciencia y la caridad perfecta.

La experiencia de la misericordia de Dios, alimentada por la oración y la comunidad, debe dar forma a todo lo que ustedes son, a todo lo que hacen. Su castidad, pobreza y obediencia serán un testimonio gozoso del amor de Dios en la medida en que permanezcan firmes sobre la roca de su misericordia. Esa es la roca. Éste es ciertamente el caso de la obediencia religiosa. Una obediencia madura y generosa requiere unirse con la oración a Cristo, que, tomando forma de siervo, aprendió la obediencia por sus padecimientos (cf. Perfectae caritatis, 14). No hay atajos: Dios desea nuestro corazón por completo, y esto significa que debemos «desprendernos» y «salir de nosotros mismos» cada vez más.

Una experiencia viva de la diligente misericordia del Señor sostiene también el deseo de llegar a esa perfección de la caridad que nace de la pureza de corazón. La castidad expresa la entrega exclusiva al amor de Dios, que es la «roca de mi corazón». Todos sabemos lo exigente que es esto, y el compromiso personal que comporta. Las tentaciones en este campo requieren humilde confianza en Dios, vigilancia y perseverancia y apertura del corazón al hermano sabio o a la hermana sabia que el Señor pone en nuestro camino.

Mediante el consejo evangélico de la pobreza, ustedes podrán reconocer la misericordia de Dios, no sólo como una fuente de fortaleza, sino también como un tesoro. Parece contradictorio per ser pobre significa encontrar un tesoro. Incluso cuando estamos cansados, podemos ofrecer nuestros corazones agobiados por el pecado y la debilidad; en los momentos en que nos sentimos más indefensos, podemos alcanzar a Cristo, que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8,9). Esta necesidad fundamental de ser perdonados y sanados es en sí misma una forma de pobreza que nunca debemos olvidar, no obstante los progresos que hagamos en la virtud. También debe manifestarse concretamente en el estilo de vida, personal y comunitario. Pienso, en particular, en la necesidad de evitar todo aquello que pueda distraerles y causar desconcierto y escándalo a los demás. En la vida consagrada, la pobreza es a la vez un «muro» y una «madre». Un «muro» porque protege la vida consagrada, y una «madre» porque la ayuda a crecer y la guía por el justo camino. La hipocresía de los hombres y mujeres consagrados que profesan el voto de pobreza y, sin embargo, viven como ricos, daña el alma de los fieles y perjudica a la Iglesia. Piensen también en lo peligrosa que es la tentación de adoptar una mentalidad puramente funcional, mundana, que induce a poner nuestra esperanza únicamente en los medios humanos y destruye el testimonio de la pobreza, que Nuestro Señor Jesucristo vivió y nos enseñó. Y doy las gracias a este punto, al padre presidente, a la hermana presidenta de los religiosos porque han hablado justamente sobre el peligro que la globalización y el consumismo dan a la vida de la pobreza religiosa. Gracias

Queridos hermanos y hermanas, con gran humildad, hagan todo lo que puedan para demostrar que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y para el mundo. No lo guarden para ustedes mismos; compártanlo, llevando a Cristo a todos los rincones de este querido país. Dejen que su alegría siga manifestándose en sus desvelos por atraer y cultivar las vocaciones, reconociendo que todos ustedes tienen parte en la formación de los consagrados y consagradas del mañana. Tanto si se dedican a la contemplación o a la vida apostólica, sean celosos en su amor a la Iglesia en Corea y en su deseo de contribuir, mediante el propio carisma, a su misión de anunciar el Evangelio y edificar al Pueblo de Dios en unidad, santidad y amor.

Encomiendo a todos ustedes, de manera especial a los ancianos y enfermos de sus comunidades, también un saludo especial para ellos, y les confío a los cuidados amorosos de María, Madre de la Iglesia, y les imparto de corazón mi bendición.

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El Papa: "La Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos"
Día 3 del viaje apostólico. Francisco agradece a los líderes del apostolado laico en Corea su labor con los pobres y necesitados y anima a multiplicar esfuerzos en el ámbito de la promoción humana

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco, en su intensa jornada de este sábado del viaje a Corea, se ha reunido también con los líderes del apostolado laico en el Centro de Espiritualidad de Kkottongnae, tras visitar el Centro de discapacitados y reunirse con los religiosos y religiosas.

En reconocimiento de la importancia fundamental del rol desempeñado por los laicos en la Iglesia en Corea, en 1968 se instituyó el Consejo Católico para el Apostolado de los Laicos que tiene sedes en todo el país y que tiene como misión central el diálogo con los no creyentes.

En la capilla del Centro, el Papa se ha encontrado con unos 150 laicos particularmente activos en el apostolado.

El presidente de la Asociación de Laicos ha sido el encargado de dirigir unas palabras al inicio del encuentro. Así, ha afirmado que desde el primer momento en el que supieron de la visita del Papa "todos nosotros, con el corazón palpitante, como niños, hemos comenzado a contar los días que nos separaban de este momento". Durante su breve discurso, el presidente ha observado que "hemos visto lo libre que es usted al buscar la 'voluntad de Dios', y como esta libertad esta abriendo las puertas de la Iglesia, empujándola con amor a buscar a todas las personas en las periferias. También nosotros queremos vivir como usted, Santo Padre". Por eso, ha indicado, "queremos salir a buscar a las noventa y nueve ovejas perdidas, rompiendo las cadenas de nuestro egoísmo".

Por su parte, Francisco les ha hablado del precioso legado recibido por los mártires coreanos beatificados esta mañana que "sigue vivo en sus obras actuales de fe, de caridad y de servicio". Y así, ha señalado que "la Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos sobre la verdad salvífica del Evangelio, su poder para purificar y trasformar el corazón, y su fecundidad para edificar la familia humana en unidad, justicia y paz".

De modo particular, el Santo Padre ha reconocido "la labor de las numerosas asociaciones que se ocupan directamente de la atención a los pobres y necesitados". Además, ha manifestado su profundo agradecimiento "a cuantos, con su trabajo y su testimonio, llevan la presencia consoladora del Señor a los que viven en las periferias de nuestra sociedad". Al respecto, ha explicado que "esta tarea no se puede limitar a la asistencia caritativa, sino que debe extenderse también a la consecución del crecimiento humano. Asistir a los pobres es bueno y necesario, pero no basta". Por esta razón, el Pontífice ha animado a multiplicar esfuerzos en el ámbito de la promoción humana.

Por otro lado, ha reconocido la valiosa contribución de las mujeres católicas coreanas a la vida y la misión de la Iglesia en este país "como madres de familia, como catequistas y maestras y de tantas otras formas".

Francisco tampoco ha podido dejar de destacar la importancia del testimonio dado por las familias cristianas. A propósito, ha recordado que en una época de crisis de la vida familiar, "nuestras comunidades cristianas están llamadas a ayudar a los esposos cristianos y a las familias a cumplir su misión en la vida de la Iglesia y de la sociedad".

Finalmente, el Santo Padre ha invitado a los líderes del apostolado laico en Corea a promover "en sus comunidades una formación cada vez más completa de los fieles laicos, mediante la catequesis continua y la dirección espiritual". Y les ha pedido que todo lo que hagan sea "en completa armonía de mente y corazón con sus pastores, intentando poner sus intuiciones, talentos y carismas al servicio del crecimiento de la Iglesia en unidad y en espíritu misionero".

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Discurso completo del Santo Padre a los líderes del apostolado laical
El ejemplo de los primeros cristianos coreanos demuestra que la fecundidad de la fe se expresa en la práctica de la solidaridad

Por Redacción

SEúL, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas:
Me alegro de tener la oportunidad de encontrarme con ustedes, que representan las diversas manifestaciones del floreciente apostolado de los laicos en Corea. Floreciente porque siempre ha sido floreciente. Son flores que permanecen. Agradezco al Presidente del Consejo del Apostolado Seglar Católico, el señor Paul Kwon Kil-joog, sus amables palabras de bienvenida en nombre de todos.

La Iglesia en Corea, como todos sabemos, ha heredado la fe de generaciones de laicos que perseveraron en el amor a Jesucristo y en la comunión con la Iglesia, a pesar de la escasez de sacerdotes y de la amenaza de graves persecuciones. El beato Pablo Yun Ji-chung y los mártires que hoy han sido beatificados constituyen un capítulo extraordinario de esta historia. Dieron testimonio de la fe no sólo con los tormentos y la muerte, sino también con su vida de afectuosa solidaridad de unos con otros en las comunidades cristianas, que se distinguían por una caridad ejemplar.

Este precioso legado sigue vivo en sus obras actuales de fe, de caridad y de servicio. Hoy, como siempre, la Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos sobre la verdad salvífica del Evangelio, su poder para purificar y trasformar el corazón humano, y su fecundidad para edificar la familia humana en unidad, justicia y paz. Sabemos que no hay más que una misión en la Iglesia de Dios, y que todo cristiano bautizado tiene un puesto vital en ella. Sus dones como hombres y mujeres laicos son múltiples y sus apostolados variados, y todo lo que hacen contribuye a la promoción de la misión de la Iglesia, asegurando que el orden temporal esté informado y perfeccionado por el Espíritu de Cristo y ordenado a la venida de su Reino.

De modo particular, me gustaría reconocer la labor de las numerosas asociaciones que se ocupan directamente de la atención a los pobres y necesitados. Como demuestra el ejemplo de los primeros cristianos coreanos, la fecundidad de la fe se expresa en la práctica de la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas, independientemente de su cultura o condición social, ya que en Cristo «no hay judío ni griego» (Ga 3,28). Quiero manifestar mi profundo agradecimiento a cuantos, con su trabajo y su testimonio, llevan la presencia consoladora del Señor a los que viven en las periferias de nuestra sociedad. Esta tarea no se puede limitar a la asistencia caritativa, sino que debe extenderse también a la consecución del crecimiento humano, no solo la asistencia, también el desarrollo de la persona. Asistir a los pobres es bueno y necesario, pero no basta. Los animo a multiplicar sus esfuerzos en el ámbito de la promoción humana, de modo que todo hombre y mujer llegue a conocer la alegría que viene de la dignidad de ganar el pan de cada día y de sostener a su propia familia.  Y esta dignidad, en este momento está amenzada de ser eliminada por esta cultura del dinero, que deja sin trabajo a tantas personas. Y nosotros podemos decir, 'padre, nosotros les damos de comer'. Pero no es suficiente. Él y ella, que están sin trabajo, deben sentir en su corazón la dignidad de llevar el pan a casa, de ganarse el pan. Y os confío este trabajo a vosotros.

También quiero reconocer la valiosa contribución de las mujeres católicas coreanas a la vida y la misión de la Iglesia en este país como madres de familia, como catequistas y maestras y de tantas otras formas. Asimismo, no puedo dejar de destacar la importancia del testimonio dado por las familias cristianas. En una época de crisis de la vida familiar, lo sabemos todos, nuestras comunidades cristianas están llamadas a ayudar a los esposos cristianos y a las familias a cumplir su misión en la vida de la Iglesia y de la sociedad. La familia sigue siendo la célula básica de la sociedad y la primera escuela en la que los niños aprenden los valores humanos, espirituales y morales que los hacen capaces de ser faros de bondad, de integridad y de justicia en nuestras comunidades.

Queridos hermanos, cualquiera que sea su colaboración con la misión de la Iglesia, les pido que sigan promoviendo en sus comunidades una formación cada vez más completa de los fieles laicos, mediante la catequesis continua y la dirección espiritual. Les pido que todo lo hagan en completa armonía de mente y corazón con sus pastores, intentando poner sus intuiciones, talentos y carismas al servicio del crecimiento de la Iglesia en unidad y en espíritu misionero. Su colaboración es esencial, puesto que el futuro de la Iglesia en Corea, como en toda Asia, dependerá en gran medida del desarrollo de una visión eclesiológica basada en una espiritualidad de comunión, de participación y de poner en común los dones (cf. Ecclesia in Asia, 45).

Una vez más les expreso mi gratitud por todo lo que hacen para la edificación de la Iglesia en Corea en santidad y celo. Que encuentren constante inspiración y fuerza para su apostolado en el Sacrificio eucarístico, que comunica y alimenta “el amor a Dios y a los hombres, alma de todo apostolado” (Lumen gentium, 33). Para ustedes, sus familias y cuantos participan en las obras corporales y espirituales de sus parroquias, de las asociaciones y de los movimientos, imploro la alegría y la paz del Señor Jesucristo y la solícita protección de María, nuestra Madre. Os pido por favor que recéis por mí. Y ahora todos junto, rezamos a la Virgen y después os doy la bendición.

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Santa Sede


El cardenal Filoni celebra la misa de la Asunción con los desplazados en Irak
El purpurado, enviado del Papa, entregará una suma de dinero en nombre del Pontífice también a los yazidíes, la otra minoría actualmente perseguida

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - Continúa el viaje del cardenal Fernando Filoni en Irak. El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, enviado personal del Papa Francisco, celebró este viernes la Misa en la Solemnidad de la Asunción entre los cristianos desplazados en el campamento de refugiados de Duhok, al norte de la llanura de Nínive.

Según informó Radio Vaticana, en la zona hay unos 60 mil refugiados. En los próximos días también está prevista una visita a Lalish, donde fue destruido por los yihadistas el templo principal de los yazidíes, la otra minoría religiosa perseguida en Irak en este momento, y quienes va a entregar una suma de dinero en nombre del Papa.

El cardenal se reunió este jueves en Erbil, con el presidente regional kurdo Masoud Barzani, entregándole la carta que el Santo Padre le ha dirigido para informarle de la presencia de su enviado con el fin de expresar su agradecimiento por la acogida de refugiados en la región kurda, tanto en el norte como en el sur de la llanura de Nínive, y agradecer al Gobierno kurdo para la asistencia a los refugiados.

Por su parte, el cardenal Filoni agradeció calurosamente, apreció y estimuló todo esfuerzo recordando que la Iglesia no habla no para los cristianos sino también por los derechos de todas las demás minorías. Defendió el derecho de los cristianos que quieren vivir en esta tierra, y regresar a sus aldeas. El purpurado también ha señalado que algunos países tienen una grave responsabilidad moral sobre la situación actual.

Hablando sobre lo que ya ha podido ver y escuchar entre los refugiados, ha expresado su preocupación de que en el corazón de los refugiados no está el deseo de empezar en este país después de haber perdido todo y este es tal vez el aspecto más delicado de su historia. Después de expresar su agradecimiento por lo que está haciendo generosamente para cubrir las primeras necesidades urgentes de la población, también habló sobre lo que es un segundo nivel de intervención, es decir mejorar sus alojamientos.

Según las estimaciones, los refugiados cristianos en diversas partes del país son más de 100 mil, de los aproximadamente 1 millón de personas desplazadas. Actualmente en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil, hay 23 campos de refugiados donde se recibieron a no menos de 20 mil personas, mientras que otras familias se alojan en casas particulares u otros refugios. El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, subrayó la generosidad de tantas personas, ya se en el sector del voluntariado como los que están abriendo las puertas de sus hogares a los refugiados.

En la tarde del jueves, el cardenal, acompañado por el Patriarca Sako, del nuncio apostólico Giorgio Lingua, el arzobispo local Bashar Warda, y por otros prelados, visitó un campo de refugiados cerca de la Iglesia Católica Siria, donde conoció a varias personas, habló con ellos, recogido sus confidencias y preocupaciones, visitó a los enfermos y las personas con discapacidades y escuchó historias conmovedoras de cómo estas personas han sido expulsadas de sus hogares. Aquí también se reunió con una comunidad de una minoría tribal no cristiana, los kaki, agradecidos por haber sido recibidos por la Iglesia Católica como una pequeña minoría que no tiene otra alternativa donde puedes encontrar refugio.

Más tarde visitó el campamento de la parroquia caldea de Mar Elías, donde numerosos niños, que eran entretenidos por los jóvenes voluntarios, cantaron y oraron juntos. A ellos les ha llevado el abrazo y el afecto del Papa. Finalmente, en la iglesia de la comunidad sirio-ortodoxa, estando presente el arzobispo ortodoxo de Mosul, rezó con ellos, llevó una palabra de aliento y gratitud, y visitó la comunidad que se ha refugiado en las instalaciones de la propia iglesia.

La tarde terminó con una nueva visita a un campo de refugiados cerca de la casa del arzobispo caldeo de Erbil cuya casa está completamente rodeada por algunos miles de refugiados que duermen en el suelo, al aire libre, no sólo por la falta estructuras, sino también para el calor abrasador del verano iraquí en estos días (se han llegado a los 45 grados). A todos, el cardenal Filoni dio aliento y llevó la bendición del Santo Padre con la seguridad también de los responsables de las Iglesias locales de ir al encuentro a sus necesidades más urgentes.

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Mirada al mundo


Colombia: las víctimas del conflicto entran en el diálogo de paz
En La Habana expone la primera delegación de afectados por la violencia de la guerrilla, paramilitares y militares corruptos

Por H. Sergio Mora

ROMA, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Universidad Nacional, instituciones delegadas por la mesa de negociación en Cuba, dieron a conocer el nombre de las 12 víctimas de la guerrilla de las Farc y del Estado que participarán en los diálogos de paz.

Lo indica la página web de los obispos de Colombia, indicando que antes de viajar a Cuba, Fabrizio Hochschild, coordinador del sistema de Naciones Unidas en Colombia, entregó la lista de las primeras 12 de 60 víctimas que asistirán a La Habana.

Las víctimas de las FARC enfrentarán de frente a los guerrilleros en los diálogos de paz que se realizan en La Habana. Cada uno tiene 15 minutos para contar su historia y decir ante los delegados lo que espera en materia de verdad, justicia y reparación. Tras finalizar la sesión, darán una conferencia de prensa.

La delegación entretanto es variada y trae a víctimas no sólo de las FARC, sino también de paramilitares, militares corruptos y 'falsos positivos'. En el encuentro se encuentran representantes de la ONUy de laUniversidad Nacional de Colombia, organismos encargados de seleccionar a las víctimas que participan y que en total seráncinco.

Las víctimas que componen esta delegación son: Ángela María Giraldo, Alfonso Mora León, Constanza Turbay, Débora Barros, Jaime Peña, Janeth Bautista, Jorge Vásquez, José Antequera, Leiner Palacio, Luz Marina Bernal Parra, María Eugenia Cruz y Nelly González.

Según Fabrizio Hochschild, la selección de las víctimas se basó en la representación que tienen frente al universo de delitos sufridos y de victimarios y provienen de diversos lugares del país.

Por parte de la Iglesia acompañarán a la delegación de víctimas Mons. Luis Agusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja y presidente de la CEC y el padre Darío Echeverri González, secretario de la Comisión de Conciliación Nacional.

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Rome Reports


Papa beatifica a 124 mártires de Corea (Vídeo)
Fue uno de los momentos más esperados del viaje del Papa a Corea del Sur

Por Redacción

ROMA, 16 de agosto de 2014 (Rome Reports) - La Iglesia cuenta con 124 nuevos beatos y esta es la alegría de los peregrinos coreanos después de que el Papa pronunció la fórmula de beatificación.

Más de un millón de personas llenaron las calles de Seúl para asistir a la Misa de beatificación de Pablo Yun Ji-Chung y sus 123 compañeros mártires que fueron víctimas de la persecución religiosa de los siglos XVIII y XIX.

Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Francisco baja del papamóvil para saludar a los familiares de las víctimas del ferry Sewol (Vídeo)
Minutos antes de comenzar la ceremonia de beatificación de los 124 mártires coreanos, Francisco paseó en papamóvil por las calles de Seúl

Por Redacción

ROMA, 16 de agosto de 2014 (Rome Reports) - Se bajó para saludar a los familiares de las vícitmas del ferry Sewol que piden justicia y transparencia en la investigación de la tragedia. Llevaban varios días acampados en la avenida donde tuvo lugar la beatificación.

Para ver el vídeo hacer click aquí.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beata Petra de San José
«Apóstol josefino del siglo XIX. Fundadora de la Congregación de Hermanas Madres de Desamparados y San José de la Montaña, llevó su carisma de amor misericordioso a todos, especialmente a los ancianos, niños y enfermos»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 16 de agosto de 2014 (Zenit.org) - Ana Josefa Pérez Florido nació en el magnífico Valle de Abdalajís, Málaga, España, el 7 de diciembre de 1845. Fue la última de cinco hermanos. Perdió a su madre siendo niña y se cobijó en María adoptándola como tal: «Me postré delante de la Virgen suplicándole que no dejara de ser mi Madre, que yo procuraría santificarme ayudada por su gracia». Aunque heredó la fe de sus padres, crecía sin que nada hiciera pensar que su vida iba a dar un giro hacia la consagración. De hecho, se prometió con José Mir, un muchacho del pueblo. Rompió con él para seguir a Cristo: «la gracia me solicitaba», explicó con posterioridad. Su padre no compartía su idea de ingresar en un convento, por lo que ese anhelo solo pudo hacerlo realidad cuando falleció. Otros habrían desistido de su empeño dejando que se enfriara el celo apostólico inicial, o juzgando que tal vez su camino era distinto. Pero ella persistió en el intento con fe, prodigando el bien a su alrededor. En ese compás de espera, hasta que la voluntad de Dios se manifestó permitiéndole seguir adelante con su vocación, oraba y atendía a las personas más débiles del pueblo, en particular a los enfermos y ancianos que vivían una situación de abandono. Pensando en ellos, en 1873 abrió la conocida «Casa de los pobres» en la calle Alameda, cuya sede fue trasladada después frente a la parroquia de san Lorenzo. Compartían su ideal Frasquita, Isabel, Josefita, y Rafaela; todas fueron conocidas entre el vecindario como «Hermanitas de los Pobres».

En 1878, después de morir su padre, fiel al sentimiento que latía en su corazón: «Señor, Vos sobre todas las cosas», y bien orientada por su confesor, ingresó en la Congregación de las Mercedarias de la Caridad. Siguieron sus pasos Frasquita, Isabel y Rafaela, artífices junto a ella de las obras de caridad en Abdalajís y en Álora. Josefita, con la ayuda de otras personas, continuó durante años al frente de la casa abierta en el Valle de Abdalajís. Poco duró la estancia de las cuatro mujeres en el convento, porque a los pocos meses comprendieron que no era su camino. Fueron instantes difíciles ya que si bien querían seguir a Cristo, ignoraban la vía que debían tomar.

Ana Josefa abrió su corazón al obispo de Málaga, D. Manuel Gómez Salazar, quien le marcó su sendero: ser fundadora. Y junto a las tres compañeras erigió la Congregación de Hermanas Madres de Desamparados y San José de la Montaña con el carisma «Amor misericordioso». Su experiencia personal de orfandad que le había hecho volver sus ojos a María tomándola como Madre, revivió con particular fuerza en esos momentos. No tenía duda de que, en medio de la consagración y teniendo su vida centrada en Cristo, las religiosas podrían llevar la ternura maternal a todas las personas que carecían de hogar y de cariño, ya fuesen niños, jóvenes o ancianos.

En 1881 profesó los votos temporales en la iglesia de San Juan Bautista, de Vélez-Málaga y tomó el nombre religioso de Petra de San José. En 1892 en la iglesia de la casa de Ronda emitió los definitivos. Selló este instante con la siguiente determinación: «Señor, disponed de mí, a toda vuestra voluntad, a toda vuestra libertad…, y como Dueño absoluto y legítimo de todo mi ser. Haced que todo lo que haga sea acepto a vuestros purísimos ojos; de otro modo no quiero vivir». Por fortuna, sus numerosas cualidades le sirvieron para sobrellevar todos los contratiempos que surgieron. Era una mujer de recia personalidad, carácter equilibrado, y admirable capacidad para afrontar el día a día en medio del rigor, siempre con esperanza, alegría y sencillez, sabiéndose en manos de Dios.

Las dificultades de distinto signo, calumnias y persecuciones incluidas, no hicieron más que acrecentar sus virtudes. Quienes la vituperaron no hallaron en ella más respuesta que la caridad y el perdón. De algún modo previno a sus hijas de lo que podía recaer sobre la comunidad. Así, un día, celebrando entrañablemente la festividad de la epifanía en la que cada una ofrecía al Niño lo que brotaba de su interior, la fundadora les advirtió: «Hijas, si esto que hemos ofrecido ha sido de verdad, Nuestro Señor lo ha recibido y hay que prepararse para grandes trabajos. Pronto veremos los efectos de esta oblación. Pongamos el hombro para una cruz muy grande, y de seguro que estará cerca, porque Nuestro Señor no acostumbra a dilatar esta clase de gracias, cuando se las pedimos de todo corazón. Digo gracias porque no dejan de ser los trabajos favores extraordinarios que reserva el Señor para los suyos. Más tarde, en días de tribulación, recordábamos el ofrecimiento del día de Reyes, que una ofrecía su honra por amor a Jesucristo; la otra, quedarse desnuda y vivir pobre como Él; otra, desear ser perseguida».

Ana Josefa fue un gran apóstol, orante y contemplativa. Supo tocar las fibras más sensibles de los que sufrían cualquiera que fuese la razón de su dolor. Su devoción a san José, en cuyo honor había tomado su nombre, le ha conferido el título de «apóstol josefino del siglo XIX». Dio a sus hijas como modelo para su santificación el de la Sagrada Familia. Aludiendo a Cristo, confesaba humildemente: «¡Ojalá que yo pudiese aprender las lecciones que siempre me ha dado! Pero soy tan miserable que parece que vamos a porfía: Él, con tanta misericordia a regalarme, y yo, con tanta frialdad e indiferencia en su santo servicio. Él me perdone y reciba mis deseos y buena voluntad, que ésta siempre la he tenido». Al final de su generosa vida en pro de los necesitados, y después de haber fundado 10 casas, le sorprendió una grave enfermedad que le produjo gran sufrimiento, uniéndose a los muchos que ya había padecido. Entregó su alma a Dios en Barcelona, a los 60 años, el 16 de agosto de 1906. A fuerza de amar llegaba a la cima soñada de la que habló a sus religiosas: «Hijas es el amor quien debe prestarnos alas para subir más arriba». Juan Pablo II la beatificó el 16 de octubre de 1994.

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