18.08.14

No mires atrás y sí hacia la meta

A las 12:06 PM, por Luis Fernando
Categorías : Espiritualidad cristiana

 

Son varias las ocasiones en las que la Escritura nos indica que en nuestra vida espiritual no conviene mirar hacia lo que dejamos atrás, sobre todo si ese pasado está lleno de pecado. Cuando la mujer de Lot desobedeció la orden de no mirar hacia atrás, quedó convertida en estatua de sal. Cuando un hombre quiso seguir a Cristo y le pidió permiso para despedirse de los suyos, el Señor le respondió con contundencia: “Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrás, es apto para el Reino de Dios” (Lc 9,62). Dios no exigiría radicalidad sino la concediera por su gracia, así que si nos pide que no miremos atrás, es porque nos concede mirar solo hacia adelante.

Puede que muchos se preocupen de las consecuencias de sus pecados pasados. Más de uno dirá “si yo hubiera actuado así…¡qué bien me habría ido!". Como si la gracia de Dios quedara sin efecto y no pudiera hacer que te vaya bien una vez te acojas a ella. Es cosa buena y necesaria sentir pesar por nuestras ofensas a Dios y a los hermanos. Es imprescindible pedir perdón por ellos y repararlos, en la medida que se nos conceda. Pero, si verdaderamente estás en Cristo, no te atan, no te impiden alcanzar aquello que Dios ha preparado para tu vida.

Cito del diario de un hombre santo, el P. José Rivera, en proceso de beatificación:

“Perdonar quiere decir, realmente, reiterar el ofrecimiento del don íntegro de la amistad, anteriormente rechazada. Decir que hemos perdido la vida, es medir a Dios con medida humana. En el hombre rara vez una ruptura se puede soldar sin dejar señal, y pensamos lo mismo de Dios; pero ellos es absolutamente injusto. Mi vida -y la vida de todas las personas que trato- puede alcanzar la gracia a que estaba destinada. Puede ser levantada mucho más allá de las altísimas cismas soñadas en mi adolescencia. Nada se ha perdido. Como un niño que fuera perdiendo sus juguetes, pero su padre los fuera recogiendo. Perdidos los creía, pero en realidad estaban mejor guardados. Las gracias anteriores desatendidas, incluso con todas las rentas -lo que reperesenta caudales de vida superlativamente torrenciales- están guardadas para mí en los armarios del Padre, y en suma tan seguras, como si las tuviera yo presentes".

He ahí la maravilla de la obra de Dios en tu vida, que no deja que tus pecados pasados lastren tu futuro de forma que no puedas ser lo que Él te ha llamado y concedido ser. No es que tus pecados no tengan importancia. No es que no debas hacer penitencia por ellos. Pero el pecado no tiene la última palabra. Como dice el P. Rivera, por tu pecado has desaprovechado mucho de lo que se te ha concedido hacer, pero no está perdido. Dios lo tiene guardado para que lo hagas cuando por su gracia estés dispuesto.

Así lo enseña San Pablo:

No es que la haya alcanzado ya, es decir, que haya logrado la perfección, sino que la sigo por si le doy alcance, por cuanto yo mismo fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no creo haberla aún alcanzado; pero dando al olvido lo que ya queda atrás, me lanzo en persecución de lo que tengo delante; corro hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.
(Fil 3, 13-14)

Has de saber que la confianza activa -no estática- en que Dios te hará más santo es en sí misma camino hacia la santidad. Y no hay otra cosa más importante en tu vida que ser más santo, porque eso es lo que Dios quiere de ti para su gloria. No mires atrás. Mira hacia la meta, que es Cristo brillando en ti. Que el Señor, por la intercesión de su Madre y de San José, te conceda hacerlo.

Luis Fernando Pérez Bustamante