20.08.14

Queremos tener más misas

A las 8:34 AM, por P. Diego Cano
Categorías : Diario de un misionero en Tanzania

Ushetu, Tanzania, 13 de agosto de 2014.

Espero que todos estén muy bien, desde aquí rezo para que así sea.

P. Damiano, Dikmar y Marco

P. Damiano, Dikmar, y seminarista Marco 

Como siempre, son muchas las cosas para contarles, y además tendré que pasar por temas muy variados, para no dejar asuntos en el tintero. Lo primero es contarles algo sobre la salud del P. Johntin, ya que muchos me preguntan, quieren saber cómo va su recuperación. Es verdad que dejé de contarles, y como ya son cuatro meses los que han pasado desde el accidente, es mucho tiempo, y no quiero que se preocupen de más.

El P. Johntin sigue en Egipto, junto a los sacerdotes de nuestra Congregación. Allí pudo hacerse los controles necesarios, y los médicos vieron que luego de dos meses y medio de su primera operación, los huesos no soldaban, así que decidieron operarlo de nuevo, para sacarle los fijadores, y poner una prótesis de platino dentro de la pierna, fijando los huesos. Si más adelante se sueldan bien, se podrá retirar la prótesis, en caso contrario quedará definitiva. Hoy el P. Johntin me escribió contando que por primera vez después de cuatro meses ha podido pisar con ambos pies. Me lo contaba con gran alegría. Eso es algo muy bueno, porque quiere decir que si su rehabilitación va bien, lo podremos tener pronto entre nosotros. Lo sigo encomendando a sus oraciones.

 IMG_1761

Otra novedad para contarles es que estoy muy acompañado, ya que enviaron en julio a un seminarista de nuestro seminario de Italia, Marco Pasqualotto, para que se quede conmigo este tiempo, y se queda hasta principios de septiembre. Ciertamente que mi vida cambió totalmente desde la llegada de Marco, porque ya tengo con quien hablar. Nos divertimos bastante, porque yo hablo en español, a veces mezclo palabras en italiano; y él habla en español… muy bien, y a veces con algunas expresiones en italiano. Podríamos decir que la comunicación es en Itañol. También se imaginarán que la vida cambió tantísimo en cuanto a la comida… Marco es súper trabajador… y come como lima nueva. Me admiro de verlo comer con tan buen apetito… ¿será que ya dejé el seminario hace mucho tiempo?

El 6 de agosto a la mañana, llegó el P. Damiano, uno de los sacerdotes que se ordenó en julio pasado en Italia, y que viene por un mes también. Habla muy bien el español. El mismo día se sumó a la comunidad un voluntario de Holanda, Dikmar, que viene por la misma cantidad de tiempo que el P. Damiano, un mes. Habla también español, y lo entiende muy bien. Creo que con eso, la idea es que esta comunidad de Argentina, Italia y Holanda se comunique con la lengua franca del español. Bien, ellos están haciendo varios trabajos en la casa, algo que realmente necesitaba mucho. Una gran ayuda, además de ser una excelente compañía.

 Marco

Marco arreglando una moto

Hemos podido visitar juntos varias aldeas, pero como contar de cada una de esas visitas sería muy extenso, sólo les cuento de la visita de hoy porque hay varios detalles muy interesantes. Salimos junto con el P. Damiano y dos monaguillos, dejando en la casa a Marco y Dikmar con algunos trabajos. La aldea para visitar hoy era Kona Nne, que significa “cuatro esquinas”. Es la aldea más alejada del centro, yendo hacia el oeste. En total recorrimos casi 40 km de camino, que nos tomó una hora y media. El día de hoy estaba fresco, nublado, un regalo de la providencia. Yo no conocía el camino, sino hasta una de las aldeas anteriores, Ihata, fue así que al llegar allí tuvimos que comenzar a preguntar. Entramos en un camino muy malo para transitar, pero bellísimo en cuanto al paisaje, porque como está en uno de los extremos, no está tan poblado, y todavía se conservan muchos bosques, muy hermosos en este tiempo, que parece otoño, por la sequía.

Al llegar a la pequeña aldea, y pasar por la única calle flanqueada por casas, despertábamos la admiración de grandes y chicos, que no suelen ver con frecuencia un vehículo allí, y mucho menos dos sacerdotes blancos. Nos reíamos con el P. Damiano, porque nos hacía dar la impresión del efecto que causaría la l

IMG_1804

Debo contarles que por ser esta parte de la parroquia una de las más lejanas, y por lo tanto de difícil acceso y poco visitada… es que las comunidades en muchos casos no están muy fuertes, algunas de ellas con la capilla en muy mal estado, y muchas veces con líderes y catequistas un poco “dejados”, como se dice. Sin embargo tuvimos una gratísima sorpresa al llegar a la capilla de Kona Nne.

Nos esperaba una pequeña comunidad, pero con deseos de crecer y salir adelante. Una capilla muy pequeña, de barro y techo de paja, pero muy prolija y cuidada. El techo en excelente condiciones, todo revocado con barro, puerta nueva y bancos, pequeñitos, pero todos nuevos. Unas sillas hechas muy caseras, pero muy al caso para ser las sillas para los sacerdotes en la misa. Piso de tierra, muy bien barrido. Manteles limpios en el altar, todos signos de una comunidad pequeña, humilde, pero con muy buenas intenciones. Me llamó la atención y me agradó mucho una cruz de madera que estaba frente a la capilla, me pareció muy significativa de lo que es una verdadera misión… Allí estaba nuestra cruz, pequeña, gastada por el sol y el tiempo, la mas alejada de nuestra parroquia.

Frente a la iglesia, dirigiendo la mirada hacia el oeste, se veían colinas de vegetación virgen, sin cultivos y sin casas, hasta donde se perdía la vista. El catequista, Lukas, nos dice que ya hacia aquella parte no vive nadie, y que allí viven leones, elefantes, y ñus. Que para esa zona van los cazadores para buscar alguna presa y obtener carne. Luego nos llevó a su casa, que queda a diez metros de la capilla, para darnos un desayuno. Me impresionó la humildad de la casita, aunque ya he visto y entrado a muchas. Me pareció casi diminuta, dos ambientes, uno de tres por tres, y otro de tamaño similar, que era la habitación. La cocina, todo afuera, al aire libre. Un catequista joven, contento con su trabajo, casado, y padre de un bebé que bautizaríamos en la misa con el nombre de Stephano.

IMG_1813

En la aldea son unas siete familias católicas, así que en la misa habían unas doce personas adultas, y muchos niños. Hicimos tres bautismos de niños pequeños, y fue muy hermoso escuchar un canto de felicitación por el sacramento, en lengua sukuma. Toda la misa con gran normalidad y tranquila, sobre todo porque estábamos en un lugar tan sereno, y con pocos feligreses, que hacía que pudieran estar muy atentos. Al final de la misa era muy gracioso ver la alegría al saludarlos y presentarnos junto con el P. Damiano. Terminadas todas las actividades en la iglesia, fuimos a sentarnos junto a la casa del catequista, del lado de donde daba la sombra de la casa… el único lugar para refugiarse del sol, que ya había recobrado su fuerza acostumbrada del mediodía africano. Realmente disfrutábamos de la tranquilidad del lugar en compañía del líder de la aldea y el catequista.

Hoy venía pensando en el viaje de regreso en destacar un par de cosas de esta visita. Una de ellas es un pensamiento que muchas veces se me hace presente cuando celebro la misa en aldeas como estas. Cuando elevo la hostia consagrada, la veo tan blanca destacada en el fondo del techo de pajas… y me trae gratísimos pensamientos sobre lo que debe haber sido el pesebre de Belén, la Casa del Pan.

Por otro lado, cómo Dios cuida de ése pequeño rebaño, allá lejos, ellos saben que son parte de la Iglesia Católica de Roma, como ellos dicen. El Papa Francisco es su padre… ellos así lo sienten y lo dicen. Fue edificante ver la alegría de esos feligreses.

Finalmente, me queda en la memoria el pedido insistente que hicieron, en la misa, antes del almuerzo, luego de comer y antes de subirnos a la camioneta: “Padre, por favor, queremos tener más misas aquí en la aldea”. Hacía casi un año que no tenían la misa, la eucaristía entre ellos, la confesión. ¿Cuánto valoramos nosotros éste regalo cotidiano?

Al momento de escribir estas cosas, me queda una alegría muy grande e interior por lo que he vivido hoy, y un profundo agradecimiento a Dios por este don inmerecido de haber podido ser edificado por el ejemplo de la fe sencilla, pura y sincera de esta gente. Dios nos conceda poder cumplir con el deseo de ellos, que es el de casi todas las aldeas… poder visitarlos más seguido, poder celebrarles más misas, poder estar más tiempo con ellos.

¡Viva la misión! ¡Firmes en la brecha!

P. Diego.