23.08.14

 

Son ya casi tres años los que Mons. Rafael Zornoza lleva como obispo de Cádiz y Ceuta. Antes había sido obispo auxiliar de Getafe, diócesis joven que tuvo la dicha de contar como primer obispo con un santo varón y magnífico pastor, D. Francisco José Pérez y Fernández-Golfin, de quien está abierta la causa para su beatificación. Este dato ya habla por sí solo, porque como dice el refrán “quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija“. Don Rafael fue mano derecha de don Francisco y co-responsable de unos de los seminarios, el getafense, más vivos y fecundos de toda España. Ruego se me permita presumir de ello, ya que toda mi infancia y gran parte de mi adolescencia la viví en la capital del sur de Madrid.

El caso es que en los últimos días la prensa gaditana ha sido un constante ir y venir de informaciones y artículos críticos con Mons. Zornoza. La escusa ha sido el cese del responsable de Cáritas diocesana. Como ejemplo de lo que se está cociendo en ese amado rincón de la geografía española, voy a reproducir y comentar buena parte de uno de los artículos publicados. El título “Zornoza versus Bergoglio” ya indica por dónde van a ir las cosas. Se trata de oponer al obispo malo con el Papa bueno.

Tras glosar una serie de gestos que, al parecer, servirían para establecer un paralelismo entre don Rafael y el papa Francisco, dice el autor:

Sin embargo, el paralelismo trazado entre ambos es quizás una de las pocas similitudes que se pueden encontrar entre Jorge Mario Bergoglio y Rafael Zornoza Boy.

Bien, vaya por delante que los obispos no son ni pueden ser fotocopias de los papas. Apañados estaríamos si cada vez que cambiamos de Papa, el episcopado en pleno tuviera que cambiar de chip para amoldarse a las características personales, que suelen ser accidentales, del sucesor de San Pedro. Entre los obispos del mundo los hay amables, serios, adustos, dicharacheros, taciturnos, sonrientes, besa-abuelas y besa-niños, tímidos, firmes, conversadores, teólogos, canonistas, pastoralistas, del Aleti de Madrid, del Real Madrid, del Barcelona, del Boca Juniors, del River Plate, de los Dallas Maverichs y de los San Antonio Spurs.

El enésimo conflicto con Cáritas -con dimisiones, sospechas en torno al destino de los fondos, escándalo y divisiones en el seno del Obispado- no es más que la confirmación de que la línea entre sumo pontífice y prelado no puede ser más dispar.

Tiene guasa que con la cantidad de cambios que ha traído el papa Francisco al ámbito de las cuentas vaticanas, se diga eso de la diócesis de Cádiz. Mucha guasa.

El Papa, más preocupado por la descentralización de la Iglesia, Zornoza más bien empeñado en lo contrario: en controlar todas las áreas de la Diócesis en decisiones que ya comienzan a ser cuestionadas por sus subordinados.

Quienes conocen bien la trayectoria del Santo Padre durante su pontificado en Buenos Aires, saben perfectamente que una cosa es que él oiga a todos y otra muy distinta que deje en manos de otros decisiones importantes. Que un obispo quiera controlar todas las áreas de su diócesis no es que sea lo más normal del mundo. Es que es su deber como pastor de la diócesis.

En su gestión, pareció tener claro lo que quería en primera instancia: apostar por reformar la Iglesia gaditana de arriba a abajo. Lo hizo buscando un perfil claro y también distinto al que parece buscar Francisco: conservador en el fondo, atrayente en las formas. Lo que muchos en la Diócesis ya han tildado de «neoconservador». Para encarnar el cambio, también buscó sacerdotes que comulgaran con esta línea. Y para ello no dudó en recurrir a clérigos de un perfil cercano a su concepción de lo que debe ser el sacerdocio hoy y de su entera confianza. Secretario personal, formadores y directores espirituales, párrocos e incluso ama de llaves viajaron con él para ocupar cargos diversos fuertes en Cádiz.

¿Me puede decir alguien qué tiene de raro que un obispo quiera reformar la diócesis que tiene a su cargo y para ello busque sacerdotes que comulguen con sus ideas? ¿acaso va a reformar algo si sus colaboradores más cercanos son de un parecer opuesto?

«El acto ya se tomó como un desprecio a los sacerdotes de Cádiz, como si no fueran válidos para esos cargos», explica un cura de la Diócesis. Sin embargo, también apostó por clérigos de aquí pero las fisuras no tardaron en aparecer. De unos cambios vinieron otros, y luego otros; motivados por ceses y dimisiones.

¿Acaso el nombramiento del G-8, ahora G-9, fue un desprecio al resto del colegio cardenalicio? ¿Quizás el Papa puede elegir a los cardenales de su confianza para tratar con ellos alto tan fundamental como la reforma de la Curia, y el obispo de Cádiz no puede elegir a los curas que quiera para reformar su diócesis?

Critican al obispo gaditano por hacer lo mismito que el Papa hace en Roma.

En estos escasos tres años ya acumula tres vicarios generales de la Diócesis, tres responsables al frente del Secretariado de Juventud (su gran prioridad), dos delegados de Cáritas y dos directores generales de esta institución, dos ecónomos, dos vicarios generales de Ceuta, dos delegados de Pastoral Universitaria (desligando del cargo a los misioneros identes, muy unidos a la universidad), dos secretarios canciller o la desaparición de la Vicaría de Pastoral, fusionada a la General. No consiguió que le aguantara ni un año el Delegado del Año de la Fe en un baile de cambios del que solo se han salvado tres delegaciones.

Bendito es aquel obispo que no se siente prisionero de su nombramientos si se da cuenta de que la persona elegida no era la idónea. Cuántas son las diócesis que tienen que soportar durante años el error en la elección de vicarios y delegados episcopales. Prefiero mil veces un pastor que se equivoca mucho y rectifica más, a uno que se equivoca poco pero no rectifica jamás. Por otra parte, es normal que al llegar a una diócesis nueva el pastor no conozca bien a todo el mundo. Si dentro de 5 años siguiera este ir y venir de nombramientos, se podrá decir que don Rafael no es un fenómeno en esa tarea pastoral, pero es de suponer que poco a poco se irá asentando todo.

Ha decidido también asegurarse el control de un organismo autónomo como el Cabildo Catedral. Para ello, nombró «pro tempore muneris» (durante el tiempo en que ejerzan los cargos que ahora sustentan) a seis sacerdotes que le han garantizado presencia e influencia en la institución.

O sea, el obispo quiere estar rodeado de curas de su confianza en su cátedra. Nuevamente, eso no es criticable. Es mero sentido común, siempre que no se quebrante el derecho canónico respecto a los cabildos.

En su esfuerzo por separarse de la gestión anterior, más espiritual y ‘blanda’, se lanzó a la arena política, entendida ésta como el arte de lanzar redes de control en todas las áreas posibles. De este interés no se escapó el Seminario de San Bartolomé. Zornoza llegó con la intención de darle un impulso para fomentar las vocaciones. De ahí su control férreo hasta el punto de nombrar a su secretario particular y un sacerdote argentino de confianza como directores espirituales del Seminario.

¡Ojo al dato! El obispo de Cádiz quiere tener pleno control sobre…. el seminario de Cádiz. ¡Ea! ¡Toma ya! ¿Y qué ha hecho para ello? Exactamente lo mismo que hizo quien fue su obispo en Getafe. Pues bien, desde ya digo que como el resultado sea el mismo que se consiguió en la diócesis madrileña, en Cádiz no van a saber qué hacer dentro de unos años con tantos y tan buenos curas jóvenes.

Es en esa institución donde incluso llegó a tachar de «populista» el mensaje del nuevo Papa. Y es ahí donde más bajas ha habido. Hoy son 11 los seminaristas de San Bartolomé, después de tres decidieran marcharse a otros seminarios españoles achacando «falta de seriedad» y otros fueran invitados a marcharse «porque no se ajustaban al perfil que buscaba el obispo», según explican fuentes cercanas a San Bartolomé.

Decir que el seminario como institución ha tachado de populista al Papa es una acusación demasiado grave como para soltarla sin pruebas. Respecto a la partida de seminaristas, no es algo que no ocurra en otras diócesis. Convendría saber a qué diócesis se han ido los tres que no han querido quedarse.

Contrariedades que Zornoza ha cubierto con el aumento de la cuota de protagonismo del Camino Neocatecumenal…

Como quiera que cada vez que sale el Camino se monta parda, ni comento ni pienso dejar que se comente esa circunstancia en la zona de comentarios de este post.

En lo caritativo, las hemerotecas también dejan sorpresas. De pasar a pedir el diezmo para los necesitados, ahora se ha visto envuelto en un escándalo relativo a querer realizar una auditoría con supuestos sobrecostes. Un control que, por cierto, realiza con el que ya es su hombre fuerte y alter ego en el Obispado, el ecónomo Antonio Diufaín, empeñado en sacar al Obispado de los números rojos con métodos también criticados por el exdirector de Cáritas.

¡Fíjense ustedes qué grave delito! ¡Contar con un ecónomo empeñado en sacar a la diócesis de los números rojos! ¿Quizás sería mejor contar con uno que la llevara a la ruina? Lo de las auditorías es algo tan habitual en todas partes -Cáritas incluida- que no merece la pena ni abordarlo.

Lejano queda ya el 22 de octubre de 2011 y ese gesto con camiseta del Cádiz incluido. Mucho parece haber llovido en la gestión del que es considerado el mayor exponente de los «golfinianos» (un grupo de curas madrileños espiritualista y conservador, apadrinados por el obispo Francisco José Pérez y Fernández-Golfín). Un obispo que hoy gobierna una Iglesia gaditana dividida entre detractores y defensores de su labor como pastor.

Tiene razón. Mons. Zornoza es el mayor exponente de los “golfinianos”. Pero es que Mons. Fernández-Golfín fue un obispo santo. Un obispo que sacó al sur de Madrid de una postración espiritual y eclesial profunda. Hablamos de una diócesis que en su nacimiento estaba plagadita de “curas rojos", muy secularizados, con todo lo que eso implica. Si el autor de ese artículo piensa que calificar a su obispo de golfiniano es una deshonra para él, que sepa que lo único que ha conseguido es que la gloria del Señor brille más claramente en ese pastor. Algo así como si se le llamara obispo riverista. De obispos y sacerdotes santos nacen obispos y sacerdotes santos. Bendito sea Dios por ello.

Luis Fernando Pérez Bustamante