30.08.14

Biblia

“21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. 22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: ‘¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!’ 23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!’
24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. 25 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. 26 Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? 27 ‘Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.’”
 

COMENTARIO

Saber qué vida vale la pena

Las cosas claras, podemos decir.

A Jesús no le gustaban las medidas tintas ni el lenguaje, tan de moda ahora, políticamente correcto. Es más, conocedor de la misión que debía cumplir por habérsela encomendado su Padre, no deja de hacer lo que le corresponde hacer. Nadie, por tanto, va a limitar su cumplimiento.

Como tantas veces ocurre y así lo vemos en el Nuevo Testamento, Pedro es un “echao p’alante” o, dicho de otra forma, quien da el paso cuando otros miran para ver qué pasa.

Ahora resulta que Jesús les dice que lo va a pasar mal. ¡Él!, va a morir de una manera terrible!. Pero también les dice que va a resucitar.

A Pedro parece que le importa poco lo último: la resurrección, el hecho de volver a estar entre ellos. A Él lo único que le preocupa, lógicamente, es que al Maestro no le pase nada de lo que dice que le va a pasar.

Olvida aquel hombre que Quien les habla es Profeta y, más que eso, el Mesías. Sabe, pues, todo lo que va a pasar y no puede negar que pueda pasar porque conoce perfectamente que es la voluntad de Dios.

Pedro, sin embargo, se enfrenta a la voluntad de Dios como lo hace, como lo debe hacer (según vemos a lo largo de nuestra vida) Satanás. No quiere que eso pase pues es posible que sepa lo que eso supone para el Mal: será vencido para siempre jamás.

Y Jesús, que conoce a Pedro, sabe que, así como otras veces ha sido el Espíritu Santo quien le ha comunicado aquello que debe decir (como cuando lo reconoce como el Hijo de Dios vivo, por ejemplo) ahora ha sido el Príncipe de este mundo quien le ha hecho proferir aquel comportamiento totalmente alejado de la voluntad de Dios. Y entonces, justamente, entonces, hace referencia a lo que supone ser su discípulo. Y no es, precisamente, de lo más agradable… mundanamente hablando.

Quien quiera seguirlo ha de hacerlo con su propia cruz, la cruz con la que cada cual cargamos y que, a veces, tanto nos pesa. Pues con ella debemos seguir a Jesús pues hay que perder la vida por Cristo y, entonces, la ganaremos para siempre, siempre, siempre.

Eso, lógicamente, es muy difícil de llevar a cabo pero debemos saber que las cosas de este mundo suelen servir para que se pierda, para la vida eterna, quien sigue al mundo siendo lo mejor no seguir tales desmanes sino al Hijo que vino del Padre para traernos el Espíritu Santo.

Y es más. Jesús avisa acerca de qué es lo que sucederá: vendrá, volverá venir para juzgar a vivos y a muertos. Y eso, se diga lo que se diga es una buena forma de decirnos que debemos estar siempre más atentos a las mociones del Espíritu Santo que a las que nos presente el mundo; menos a lo que nos proponga Satanás y más a lo dicho por Jesucristo por ser Dios mismo.

Se pagará a cada uno “según su conducta”. Parece claro…

PRECES

Por todos aquellos que prefieran seguir al mundo que a Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no creen en la vida eterna y actúan como tal.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a tener siempre presente nuestro Juicio particular y a actuar en consecuencia.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.