El sacerdote Julián Ángel Mansilla, de Balazote (Albacete), tras una etapa de misionero durante quince años, primero en África (Safané, Burkina Faso), donde ha estado cinco años, y los diez siguientes en América (en Petén, Guatemala), ha vuelto a Albacete y está a la espera de que su Obispo, Mons. Ciriaco Benavente Mateos, le dé un nuevo destino pastoral dentro de nuestra diócesis.
Julián, ahora que acabas de
volver de Guatemala, ¿Con qué te quedas de lo que has vivido allí?
Bueno, la vida siempre es amplia, rica, variada y de toda la
experiencia se aprende. Todo es vida y todo es presencia de Dios.
Como Iglesia, destacaría la gran vitalidad que tienen allí: es
gente que realmente vive su fe y la exteriorizan mucho más que
nosotros. A nosotros nos cuesta más mostrarla y compartirla. Las
mujeres, yo creo que son el futuro de Guatemala. Los niños son
puros sobrevivientes, hay a montones y están alegres a pesar de
los pesares, aunque la mitad están desnutridos y no les hacen
mucho caso. Hay cosas que se te quedan muy adentro.
No sólo nosotros podemos ayudar
a otros. En Guatemala también se sienten misioneros.
Así es, dentro de esa conciencia de que pertenecemos todos a la
misma Iglesia Universal y más que Iglesia, al mismo mundo, a la
misma humanidad. Las colectas que son para compartirlas se hacen
allí igual que aquí: el Domund, la campaña de Cáritas, la de
Infancia Misionera… y se colabora en lo poquito que se puede.
Albacete ha tenido a muchos
misioneros en Guatemala y se ha ayudado a muchas parroquias.
Sí. Por allí han pasado más de media docena de misioneros
albaceteños. Ahora ya sólo queda Kike Sáez, en la Parroquia de
Santa Ana, en Petén. En la misión de Petén, durante treinta años
no se ha cortado la continuidad de misioneros albaceteños hacia
allá, y esa era una opción muy “misionera”, porque allí apenas
había clero local, en el Vicariato de Petén. En otras diócesis de
Guatemala sí que el clero local ha aumentado mucho, incluso las
hay donde es cien por cien nativo.
¿Qué te hizo ser misionero,
lanzarte a la misión?
Yo entiendo que el ministerio sacerdotal, si no tiene un
componente y una opción misionera clara desde el punto de partida,
creo que eso no es auténtico. Cualquier destino es misionero,
también dentro de Albacete, por supuesto, pero lo que te da salir
afuera es algo que no te lo puede dar nunca quedarte sólo dentro
de tu diócesis, por la razón de lo que uno recibe y se enriquece.
Es esa suerte de poder compartir afuera nuestra vida durante un
tiempo más o menos largo, y siempre estás entre las manos de la
institución de la Iglesia, que es un privilegio -hay que decirlo
así-, que prácticamente nadie más tiene. Nosotros, sí.
¿Qué podemos hacer para que
resurja en cada ambiente la dimensión misionera de nuestra fe?
Nuestra fe cristiana está ahí siempre, somos cristianos en todo
momento, estemos de vacaciones, sea en nuestra casa, en nuestro
pueblo, lejos… pensar en los otros, en los más débiles, en los más
necesitados, allí donde estemos, nos tiene que salir
espontáneamente, de manera natural. Lo que se pueda hacer por
ellos hay que hacerlo, siempre con una mirada abierta, compasiva,
integradora, conciliadora. Y nunca dejar pasar cualquier
afirmación o detalle cerquita de nosotros, -y no digamos si es en
la propia casa-, que sea despreciativo hacia nadie, pues atenta
contra nuestro ser cristiano.
Aunque estemos pasando por
dificultades, siempre podemos ayudar.
Sí, nunca podemos cerrar los ojos a los que nos rodean. Aunque
pensemos que esto me hace falta a mí, si mi hermano no tiene nada
y pasa hambre, y sólo hay un plato de comida, no me lo puedo comer
yo solo dejándole que se quede pasando hambre. No. Eso es de ser
muy mal hermano. Y el deseo de Jesucristo es mirarnos a todos como
hermanos. Su mensaje es abierto, integrador, compasivo, fraterno.
Entonces, comamos los dos, aunque quedemos con un poquito de
hambre, y mañana puede que el plato de comida sea más grande o
tengamos más platos. Y aunque cuesta, hay que hacerlo. Esa mirada
de fe, esa mirada cristiana hay que mantenerla siempre y sobre
todo, educar en esa mirada cristiana a los más pequeños, porque se
escucha a muchos chavales con frases ya muy aprendidas contra
extranjeros, o en contra de otros por cuestiones de ideología.
Julián, te deseamos un buen
destino aquí, en Albacete.
Gracias. Que sea lo que Dios quiera y ojalá que lo podamos
desempeñar lo mejor posible, por todos los feligreses, nuestros
cristianos, que se lo merecen.
(Diócesis de Albacete)