7.09.14

Biblia

“15 ‘Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que = todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. = 17 Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. 18 «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.19 «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.’”
 

COMENTARIO

En medio de todos los que oran

Pudiera dar la impresión de que lo que Jesús dice en este texto del evangelio de San Mateo no tiene mucho que ver. Es decir, que se tratase de cosas que deberían ir cada una por su lado. Sin embargo, como el Hijo de Dios no da puntada sin hilo, esto es, en efecto, una simple impresión a primera vista.

Jesús sabe que lo que tenga que pasar cuando se marche a Casa del Padre será muy importante. Por eso está formando a unos discípulos de forma más profunda, con más cercanía espiritual. Y por eso les dice aquello que sólo ellos deben saber.

El caso de lo que les dice en este momento será crucial para la vida espiritual de la Iglesia que va a fundar porque de no hacerlo así aquello que deberá ser el quicio sobre el que apoyar el edificio de la misma se podría venir pronto abajo

Jesús quiere revestir de autoridad a quienes dirijan su Iglesia. Por eso les instruye acerca de qué deben hacer cuando alguno de sus hermanos en la fe actúe de forma contraria a su fe pues no deben permitir que haya desviaciones de tal manera graves que se desvirtúe lo que constituye la misma.

Es bien cierto que no sabemos, siempre, qué es pecado y qué atenta con la fe que tenemos. Pero aún es más cierto que sí que hay hermanos nuestros que, por su especial formación, sí lo saben. Son ellos los que deben corregir nuestros pecados, nuestras desviaciones para que las mismas no vayan más lejos de lo conveniente. Y así lo harán si nos dejamos ser corregidos pues, como sabemos, la soberbia es muy peligrosa en materia humana.

Sentado esto en el corazón de sus apóstoles debían tener en cuenta que ellos no eran unos más entre los discípulos de Jesús sino que los había elegido para cumplir una misión importantísima: regir en su Reino acerca de la fe que les estaba transmitiendo. Por eso podían atar y desatar.

No quería decir eso que podían hacer lo que les diera la gana a capricho de sus inventivas o imaginaciones espirituales sino de acuerdo a la doctrina que el Maestro les estaba enseñando. Sobre eso era sobre lo que podían atar y desatar.

Pero hay más.

Jesús sabe que a través de la oración Dios Padre escucha a sus hijos y atiende sus peticiones. Por eso los instruye acerca de cómo orar: estar más de dos haciendo oración, dirigirse a Dios para ser escuchados, tener confianza en ser escuchados, etc.

Jesús es un Maestro que enseña con autoridad y sabiduría. No es como otros que enseñan lo que, luego, no hacen. Por eso si dice que hay que cumplir la voluntad del Padre, Él la cumple hasta el mismísimo extremo de dar la vida por sus amigos; si sostiene que hay que perdonar siempre, Él lo hace hasta con los que le van a matar; si, en fin, sostiene que hay que poner la otra mejilla cuando una de las dos es abofeteada, no es poco lo que, a tal respecto, hará en su Pasión.

Comprensión de lo que Dios quiere para nosotros y, luego, cumplir con lo que Dios quiere para nosotros. Eso enseña Cristo porque es, verdaderamente, la voluntad de Quien todo lo creó y mantiene.

PRECES

Por todos aquellos que no admiten corrección alguna en materia de fe católica.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren dirigirse a Dios en oración.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a aceptar aquello que se nos diga según nuestros pecados.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán