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Los misioneros de diferentes órdenes siguen presentes en los países afectados

Los Hermanos de Manuel García Viejo se reúnen esta semana para reabrir el hospital de Liberia

La enfermedad vírica, altamente contagiosa y con un índice de mortalidad que ronda el 70%, ya trajo a España al misionero Miguel Pajares, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, la misma a la que también pertenece el Hermano Manuel García Viejo. Pero lejos de marcharse del epicentro de la enfermedad, estos religiosos debaten estos días cómo reabrir el hospital y preparan al personal adecuado para volver. El javierano Luis Pérez, en entrevista con Religión Confidencial, reconocía desde Sierra Leona que tienen miedo, pero su vocación es más fuerte.

 

Cuentan todas las crónicas desde Liberia, Guinea y Sierra Leona, que la mayoría del personal sanitario local en los escasos y poco preparados centros donde se atiende a los enfermos de ébola, han acabado huyendo a sus casas después de ver un porcentaje elevado de sus compañeros fallecer tras ser contagiado. Solo quedan los comprometidos miembros de Médicos Sin Fronteras, que se relevan en turnos, los de Cruz Roja, a los que están preparando urgentemente para la situación, y los misioneros, que llevaban allí una vida.

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, a la que pertenecen el Hermano Miguel Pajares, primer misionero español contagiado de ébola y fallecido en Madrid a pesar del tratamiento, y el Hermano Manuel García Viejo, nuevo caso confirmado, pendiente de repatriación, tuvo que cerrar el hospital en el que trabajaba Pajares.

Días antes de conocerse el contagio de García Viejo, la Orden pensaba en la manera de volver a abrir el Hospital San José, en Monrovia, la capital de Liberia. Esta misma semana tenían prevista una reunión en Acra, la capital de Ghana, para decidir qué misioneros estaban preparados para volver a Monrovia. No iban a abrir un hospital para ébola, sino para el resto de patologías, que han quedado mayoritariamente desatendidas desde el brote de la enfermedad, y establecer un protocolo para los posibles casos a los que enviar al centro de referencia local.

En una reciente entrevista con Religión Confidencial, el misionero javierano Luis Pérez explicaba cómo viven atenazados por el miedo al ébola pero cómo se han ido acostumbrando a convivir con este temor a un mal que no se ve, que no se sabe dónde puede estar. La población, en este caso de Sierra Leona, se ha visto obligada a cambiar buena parte de su día a día. Los colegios no funcionan, se evitan las aglomeraciones, y se limita al máximo el contacto. Ellos están allí para seguir dando esperanza en medio de la tragedia, la esperanza que solo trae la Palabra de Dios.