Católicos
Solía visitar a su familia todos los años

Folgoso de la Ribera reza por su vecino, el Hermano Manuel García Viejo, aquejado de ébola

La familia y los amigos de este religioso, de trato sencillo y cercano, al que era habitual ver unos días en vacaciones en su pueblo de la diócesis de Astorga, está muy preocupada. Rezan por él especialmente en cada Eucaristía.

 

El pequeño pueblo leonés de Folgoso de la Ribera, en la diócesis de Astorga, en la región en la que confluyen las distintas diócesis castellano leonesas que tantos misioneros han dado al mundo, vive estos días conmocionado por la noticia del contagio por ébola de uno de sus vecinos, el Hermano Manuel García Viejo.

Paco, el párroco que atiende a los fieles de Folgoso, dice de Manuel que es, como cualquier otro vecino, discreto y muy sencillo, entregado en cuerpo y alma a Dios. En cuerpo, en forma de doctor, cirujano. En alma, con toda una vida de servicio en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

“Por el voto de hospitalidad nos dedicamos bajo la obediencia a los superiores, a la asistencia de los enfermos y necesitados comprometiéndonos a prestarles todos los servicios necesarios, por humildes que sean, incluso con peligro de la vida, a imitación de Jesucristo, que nos amó hasta morir por nuestra salvación”, dice en sus Constituciones esta Orden Hospitalaria.

En declaraciones a OMPress, , un compañero suyo desde Zaragoza, José L. Redrado, señalaba que “nuestros ojos, nuestro corazón, nuestro afecto va de nuevo a África donde sufre tanta gente de Ébola y otras muchas enfermedades, a veces ocultas a nuestros ojos y a nuestros Medios de Comunicación Social. Hoy todos los Medios de Comunicación traen en sus pantallas o en sus columnas a otro de nuestros religiosos de San Juan de Dios, el hermano Manuel García. Todos los Medios en ‘alarma’, todos los dispositivos sociales en acción. Nosotros no habíamos cesado de rezar, ahora se nos pide intensificar la oración; ya estamos de rodillas pidiendo al Señor de la viña que no nos deje, que nos ayude a ser valientes, que no nos falten misioneros en la viña de la Hospitalidad, allí donde la fragilidad es mayor, allí donde la gente sufre más. Pedimos que no nos falte el testimonio y la profecía de nuestros hermanos misioneros; que su ejemplo nos haga aquí más fuertes, más hospitalarios, nos haga mejores. Vuestras vidas remueven en nosotros sentimientos de bien y de coraje. Os necesitamos”.